Qué fue de… Bob Beamon

Bob Beamon es uno de los más importantes olimpistas de todos los tiempos. Casi no necesita presentación. Vaya este homenaje al actual recordman olímpico de salto de longitud.

Robert Beamon nació el 29 de agosto de 1946 en el neoyorquino barrio de Queens, en una zona llamada Little Jamaica. Se crió con su abuela, que siempre le dijo que su madre había muerto cuando él contaba con 8 meses de edad. Años más tarde se enteraría de que la abuela se hizo cargo de él a causa de las constantes palizas que su padre le daba a su madre.

En el instituto, un famoso entrenador estadounidense se fijó en él y le propuso dedicarse al salto de longitud. En 1965, ya era era el segundo mejor saltador de Estados Unidos, lo que le permitió recibir una beca para estudiar en la Universidad de Texas en El Paso.

Cuatro meses antes de los JJ.OO de México 1968, Beamon fue expulsado de la Universidad por negarse a competir como protesta ante la Universidad Brigham Young de Utah, de fundación mormona, porque no dejaban competir a negros. Sea como fuere, la recta final de su entrenamiento de cara a los Juegos la asumió su compañero Ralph Boston.

Beamon llegaba como favorito a México. Había ganado 22 de las 23 competiciones en las que había participado ese año. Y en efecto, arrasó.

El récord del mundo estaba en poder del amigo de Beamon, Ralph Boston, que lo había batido en 1960. Era un récord importante (8.35 metros), porque batía el del mítico Jesse Owens de Berlín. Bob Beamon llegó al estadio olímpico de México y dio un estratosférico salto de 8.90 m. Todo apuntaba a que era un saltazo porque el dispositivo instalado para medirlo no estaba preparado para tanta distancia, así que los jueces tuvieron que medirlo manualmente. Curiosamente, Beamon miró el dato de la medición y no se inmutó, ya que no controlaba mucho el sistema métrico. Ralph Boston se le acercó y le dijo que había superado su récord por casi dos pies. Beamon se derrumbó de la emoción y tuvieron que ayudarle a levantarse.

Para que os hagáis una idea de lo espectacular de ese salto, os diré que desde 1901 hasta ese octubre del 68, el récord del mundo sólo se había batido 13 veces, con un incremento medio de 6 centímetros (la vez que más, fueron 15 centímetros de diferencia). Beamon había batido el récord por 55 cm, más de medio metro. El campeón olímpico de 1964, el británico Lynn Davies, se le acercó y le dijo: «Has destrozado este evento». La leyenda del salto se completó con otro hecho curioso. Al poco de saltar, una tormenta estalló sobre México y las huellas de tan mítico salto se borraron enseguida, de manera que sus rivales no pudieron acercarse a ver de cerca la distancia.

Como sabréis, en 1991, el estadounidense Mike Powell rompió el récord de Beamon en Tokyo, pero aún sigue siendo récord olímpico, el más antiguo del atletismo actual, tanto masculino como femenino.

Beamon regresó a Estados Unidos y como homenaje, los Phoenix Suns de la NBA lo draftearon (una costumbre que se mantuvo hasta hace no mucho; Carl Lewis fue drafteado también tras Los Angeles 84). Se licenció en Sociología y en la actualidad es el director de Atletismo de la Universidad Estatal de Chicago, en Illinois.

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