Mrs. Brief: La verdad: tengo indigestión.
Mr. Brief: ¿Indigestión?
Mrs. Brief: Sí, indigestión. Después de tanto Sol y tanto trucho, de tanta campaña despampanante, me siento igual que después de la comilona de Navidad.
Mr. Brief: Eh… Creo que no te entiendo.
Mrs. Brief: Quiero decir, a nadie le gusta más que a mí un buen solomillo al roquefort, pero después de tanta delicatesen y tanta caloría, creo que ahora lo que más me apetece es una ensalada. Algo ligerito y tierno. Sin conceptos rompedores ni grandes demostraciones de ingenio. Algo que no presuma de una realización nunca vista que me disloque las retinas. Algo sencillito. Más o menos como este anuncio de la Orquesta Sinfónica de Copenhague:
Mr. Brief: Vaya. Está bonito, lo admito.
Mrs. Brief: ¿Sí, verdad? Emociona. A mí, personalmente, ha conseguido ponerme la carne de gallina. Más incluso que algunos de los grandes anuncios de este año.
Mr. Brief: Hombre, igual estás exagerando.
Mrs. Brief: Puede. A lo mejor su encanto está precisamente en su falta de pretensiones. Sé que la idea no es especialmente original, de hecho, no es la primera vez que alguien hace exactamente eso… Pero a mí me da igual. Está rodado con gusto y al final te toca el corazoncito. Me parece que tiene algo difícil de encontrar: tiene alma.
Mr. Brief: Ay, estás hecha una romántica.
Mrs. Brief: Querido Mr. Brief, eso es algo innegable.