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¿Qué fue de Grace Jones, la diosa de ébano?

De pequeña esta mujer me daba miedo. Quizás es porque la conocí en su salsa: ejerciendo de Zula, la guerrera destroyer de Conan el Destructor, tan fría e imponente que a su lado Schwarzenegger casi parecía un cabestro amansado.

Grace Jones se tomó muy en serio su papel. Se pasó un año y medio entrenándose para aprender a combatir y montar a caballo y en el rodaje echó toda la carne al asador: sus arranques violentos eran tan genuinos que mandó a dos especialistas al hospital tras golpearles con su palo de combate. El entonces futuro gobernador de California se quejó en varias ocasiones por su dureza y agresividad.

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Tampoco se llevaba bien con otro de sus compañeros de rodaje, el enorme Wilt Chamberlain (Bombaata), que con su altura de 2,16 m casi la hacía parecer bajita. Tanto Wilt como Grace eran auténticas máquinas: hicieron el 90% de sus escenas de acción.

En realidad su personaje, Zula, era un hombre en el cómic original en el que se basaba la película, escrita por el prestigioso guionista Roy Thomas. Pero como Zula acababa en ‘a’ los productores pensaron que se refería a una mujer y ficharon a Grace Jones. Cuando Roy Thomas les advirtió del error ya era demasiado tarde.

Así que tuvieron que adaptar un poco (solo un poco) el guión, incluso incluyeron una escena en la que daba consejos amorosos a la virginal protagonista… a su manera, claro.

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Al final Grace y Arnold terminaron siendo buenos amigos y aún en día siguen manteniendo el contacto.

Incluso Swarzenegger la invitó a su boda con Maria Shriver, y Grace causó furor al ir acompañada del mismísimo Andy Warhol.

 

En 1985 se convertiría en una de las chicas Bond más peculiares de la historia de la franquicia de 007. En Panorama para matar se puso en la piel de otra mujer letal: May Day.

Roger Moore confesó que sentía auténtica aversión por Grace Jones, y en sus memorias confesó que la actriz metió un consolador negro en la escena de cama que compartía con él. Algo que la propia Grace no ha dudado en confirmar: «Fuimos al set de rodaje, salté sobre la cama y le agité mi juguete. ‘Roger tengo algo para ti…’, le dije. Por supuesto, él se sorprendió».

Pero para bien o para mal, Grace Jones se convirtió en la seña de identidad de Panorama para matar, eclipsando a cualquier otro villano o cualquier otra chica Bond.

Y además consiguió colar en el rodaje a su novio, un imponente sueco de casi dos metros de altura que había sido su guardaespaldas. Aquel fue el primer papel para Dolph Lundgren, como agente de la KGB.

Dolph y Grace eran una pareja explosiva. Ella, que parecía una estatua cincelada en ébano, junto a él, un imponente ejemplar escandinavo, blanco como el marfil. Eran carne de magazine, sus sesiones fotográficas dieron la vuelta al mundo. No me quiero imaginar como debían ser en la cama, pero da la sensación de que debieron de partir por la mitad muchas de ellas.

Estuvieron juntos cuatro años. Aquella sin duda fue la segunda edad dorada de Grace. La primera, que yo no conocí, tuvo lugar en los años 70.

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Entonces ella era una joven jamaicana de 18 años que había crecido en una familia rígida y profundamente religiosa, ardía en deseo de romper con todo. Fue fichada por una prestigiosa agencia de modelos de Nueva York: Wilhelmina Modeling. Sin embargo la dureza de sus rasgos, casi masculinos, su cuerpo andrógino y oscuro como la noche no terminó de funcionar en Estados Unidos.

Y lo que en América no funcionó, fue un boom al otro lado del océano, en París. Pronto fue una de las modelos más solicitadas, se convirtió en imagen de Yves Saint-Laurent y Kenzo Takada, entre otras muchas firmas, acaparó las portadas de revistas de moda como Elle y Vogue y se codeó con diseñadores como Giorgio ArmaniKarl Lagerfeld en los clubs gays que frecuentaban.

Muchos pensaban que Grace era transexual. Cuando se lanzó a la música, su canción I Need a Man de pronto hizo furor en la comunidad gay.

 

Grace se convirtió en una diva para la comunidad homosexual de finales de los años 70 y comienzos de los 80, musicalmente se proclamó heredera de Donna Summers en las pistas de baile.

Ya de vuelta a Nueva York, conquistó a Andy Warhol, que la hizo su musa. Entonces era frecuente ver a ambos en la famosa discoteca Studio 54. Su primer álbum, Portfolio (1977) se convirtió en un gran éxito. Después vinieron otros grandes discos, Fame (1978) Nightclubbing (1981), considerada su obra cumbre, Living My Life (1982)Slave to the Rhythm (1985) y su cusiosa Inside Story (1986), que incluía un videoclip en el que aparecía con una gigantesca falda pintada por el conocido artista urbano Keith Haring.

 

 

Sus portadas eran increíblemente impactantes. Grace no tenía ningún sentido del pudor y se hizo abanderada de esta estética arriesgada, rompedora, vanguardista.

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Su androginia hizo de ella el complemento ideal de David Bowie. Y viceversa.

Sus arriesgados looks, sus peinados y su maquillaje extremo no solo marcó los años ochenta, sino que su herencia ha llegado hasta nuestros días, inspirando a artistas como Lady Gaga.

Curiosamente Grace reniega de otras artistas que presuntamente han seguido el camino del escándalo, como Miley Cyrus y Nicki Minaj.

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Grace era una auténtica diva. Y como tal, también tenía sus arranques de genio y sus excentricidades.

Entrevistarla era, al parecer, un acto de valentía; en 1981 se encaró y golpeó en directo a un presentador británico  porque le había dado la espalda para hablar con otro invitado. En otra ocasión, en plena actuación televisiva, se lanzó a destrozar unas plantas decorativas ante la mirada estupefacta de los espectadores.

Exigía por contrato que en cada concierto debía disponer de una docena de ostras de la mejor calidad en su camerino. Y le encantaba quitarse la ropa en público. Realmente parecía cualquier prenda de vestir estaba de más en su cuerpo, fibroso como el de una pantera negra, pero lo suyo sin duda, era ausencia total de pudor. Cuando pasaba por el arco de metales de un aeropuerto y pitaba, no dudaba en quedarse como Dios la trajo al mundo para demostrar que no llevaba nada peligroso encima.

En 1998 la echaron de Disneylandia por enseñar un pecho a los niños y 2006 volvió a repetir la hazaña en una fiesta de Delta Airlines. Testigos afirmaron que mientras lo hacía afirmaba ser ‘Queen Bitch Jungle Mother of New York’ (se aceptan sugerencias para la traducción). Su representante negó los hechos, pero por si quedaba la duda, diez años después volvió a las andadas en la presentación de sus memorias, publicadas el año pasado.

Grace Jones

Reviviendo el momento ‘Queen Bitch Jungle Mothe of New York’ en la presentación de su libro «I’ll Never Write My Memoirs» en 2015. (GTRES)

«Afeitarme la cabeza me llevó a mi primer orgasmo«, afirmó en sus no-memorias, un libro firmado por el periodista musical Paul Morley.

El libro en realidad cuenta poco de su vida privada. Grace Jones es un personaje, de la mujer que hay detrás en realidad se sabe poco. Además de su relación con Dolph Lundgren y con el especialista de acción y culturista danés Sven-Ole Thorsen, Grace tuvo como pareja durante mucho tiempo durante los años 70 al artista gráfico y fotógrafo Jean-Paul Goude, el artífice de su imagen rompedora. Con él tuvo a su único hijo, Paulo, que le hizo abuela en 2009 con una niña llamada Athena.

Aunque se dice que estuvo casada con el actor canadiense Chris Stanley (también conocido como Chris Makepeace), ella afirma que solo ha tenido un marido: el joven musulmán húngaro de origen turco Atila Altaunbay, cuya boda se celebró en 1996. Se divorciaron en 2004.

Desde 2006 y hasta la actualidad su compañero de camino es el compositor Ivor Guest, que escribió su canción Original Beast, incluida en la banda sonora de la película Los juegos del hambre: Sinsajo – parte 1 (2014).

 

Grace regresó al mundo de la música en 2009 con Hurricane, disco que fue muy bien recibido y que también contó con una gira mundial.

Se niega a envejecer y sigue muy activa. Y es que, según desvela en sus memorias, en realidad es una mujer inmortal: «Incluso la muerte no me detendrá. Nunca lo ha hecho. Puedes encontrar imágenes de mí desde hace siglos. Rostros como el mío tallados en madera en el Antiguo Egipto. Llevo aquí mucho tiempo, con el corazón palpitante, listo para saltar sobre mi presa, acechando, desafiando, amando, cazando, conquistando, seduciendo , luchando, soñando, riendo, y siempre lo estaré».