Rajoy premió la fidelidad. Soraya Sáenz de Santamaría, el único descubrimiento en el mercado de dirigentes políticos que cabe atribuir en cuatro años al líder del PP, será la nueva portavoz en el Congreso, un cargo que por presencia pública y responsabilidades equivale al número tres del partido. Pío García Escudero, presidente de lo populares madrileños y equidistante en la guerra de los 30 años que libraban hasta la fecha Esperanza Aguirre y Ruiz-Gallardón, repetirá como portavoz en el Senado porque, como dijo Rajoy, “lo ha hecho muy bien”.
La designación de Sáenz de Santamaría representa el segundo paso en el proceso de renovación del PP, tras la autodepuración de Eduardo Zaplana. Frente a opciones más brillantes como la que representaba el diputado valenciano Esteban González Pons, un hombre vinculado al presidente valenciano Francisco Camps, o la alternativa de Manuel Pizarro, por la que suspiraba Aguirre, Rajoy ha preferido pescar en sus propias aguas, escasamente pobladas, todo hay que decirlo.
El principal objetivo de la nueva portavoz, además del control al Ejecutivo, que se le supone, será hacer visible que existe una alternativa y aproximarse a la cuadratura del círculo: mantener el apoyo de sus 10 millones de votantes y, simultáneamente, quitar votos al PSOE y vencer los recelos que el PP sigue despertando en algunos ciudadanos. “Seguiremos creciendo a costa del PSOE; siempre ha sido así”, explicó Rajoy. En resumen, que habrá que estar en el centro y hasta en la izquierda sin descuidar el flanco derecho.
Para ello, Rajoy ha pedido trabajo a los miembros de la Junta Directiva Nacional del PP –“hay que ir a los pueblos, hay pueblos en los que se trabaja más y otros en los que se trabaja menos, y eso se nota, hay que reforzar la estructura”-. De ahí las primeras palabras de la portavoz: “Me dedicaré en cuerpo y alma”. Justo lo que se pretendía.
El presidente del PP asegura estar dispuesto a los pactos del Estado en política antiterrorista, modelo de Estado, Política Exterior, Defensa y Justicia, pero ha desaprovechado una oportunidad para abrirse a otras fuerzas con las que, forzosamente, habrá de entenderse tarde o temprano. Es el caso de CiU. Según Rajoy, su partido no cederá ningún puesto en los órganos de gobierno de Congreso y Senado: “si alguno necesita los votos de otro, ese es su problema”.
Ceder a CiU un puesto en las Mesas de ambas cámaras hubiera sido el principio de una nueva relación para quien asegura, contagiado del optimismo antropológico zapateril, que las próximas elecciones generales “se deben, se pueden, y a fecha de hoy, es lo más probable que se ganen”. Dicha cesión daría al PP alguna baza más como oposición, habida cuenta de que la suma populares y convergentes constituye la mayoría absoluta de la Cámara Alta.
“No renunciaremos a ningún puesto” ha afirmado Rajoy. Para cubrirlos, el líder del PP ha pensado en su cuadrilla de fieles, aunque procedentes todos ellos del aznarato. Ana Pastor y Jorge Fernández serán vicepresidentes del Congreso mientras que Gil Lázaro y Celia Villalobos ocuparán sendas secretarías. En el Senado harán lo propio Juan José Lucas, Ramón Rabanera y Matías Conde.
Finalmente, ha hablado de sí mismo. Ha afirmado que se presenta a la reelección como presidente del PP porque está convencido de que no representa un obstáculo para la victoria electoral en 2012. “Entre mis objetivos no está estar sentado cuatro años en un butacón de la séptima planta”, ha explicado Rajoy, mientras se alisaba la corbata roja de la buena suerte que no demostró sus poderes el pasado 9 de marzo.
El Congreso del PP, por cierto, tiene ya fecha (del 20 al 22 de junio), lugar (Valencia) y protagonistas. Rosa Estarás, Núñez Feijóo y Fernández Mañueco redactarán la ponencia de Estatutos; María San Gil, José Manuel Soria y Alicia Sánchez Camacho tendrán en sus manos el documento de acción política; y Gerardo Camps, Engracia Hidalgo y Fátima Báñez se ocuparán del documento económico. El presidente murciano Ramón Luis Valcárcel presidirá el comité organizador del cónclave. ¿Que quién los ha elegido? Rajoy, que anima a los militantes a competir con él en igualdad de condiciones por el liderazgo del partido.