Joven escanciador del añejo Falerno
llena mi copa del vino más fuerte,
como mandan las reglas de la anfitriona
Postumia, más borracha que una uva borracha.
y vosotras, aguas, perdición del vino,
iros de aquí, a donde os plazca, y emigrad
junto a los puritanos: aquí sólo hay Baco puro.
Quienes hayáis leído a Catulo seguro que os viene una sonrisa al recordar este epigrama suyo: «Que el poeta piadoso debe ser decente, / pero de ninguna manera sus versos«. Entre bromas y vino vivió Catulo. Alejado de la gran política en un momento en que la República romana se deshacía en conspiraciones y traiciones. Enamorado de Lesbia, harto de Lesbia. Cómico o profundo, puritano o lascivo, según soplara el viento y sus humores.
Hay un Catulo para cada estado de ánimo: el bufonesco narrador de historias de burdel (Cogido en un desliz), el sátiro despechado (Renuncia de amor), el indolente (Preparaos para algo fuerte), el obsceno (Una pareja depravada) y el elevado (Carta a Manlio). He decido cerrar el post con un poema amoroso, Besos de Lesbia; la misma idealizada Lesbia de la que luego renegaría –Odi et amo– con estas palabras: «Y que no busque, como antes, mi amor, / que por su culpa ha muerto como una flor / al borde de un prado, cuando el arado / la troncha al pasar».
Me preguntas, Lesbia, cuántos besos
tuyos me bastarían y sobrarían.
Cuantos infinitos granos de arena Libia
hay en Cirene, rica en lasepercio,
entre el abrasador templo de Júpiter
y la sagrada tumba del legendario Bato,
o cuantas estrella en la noche callada
contemplan los furtivos amores de los hombres,
tantos besos tuyos bastarían
y sobrarían al loco de Catulo:
así los curiosos no podrán contarlos
ni una malévola lengua hechizarlos.
NOTA: Traducido del latín por Antonio Ramírez de Verger.
NOTA 2: Catulo y Lesbia, en una pintura de Lawrence Alma-Tadema.
Seleccionados y comentado por Nacho Segurado.