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‘El poeta se despide de los pájaros’, de Pablo Neruda

Ricardo Eliezer Neftalí Reyes Basoalto, más conocido como Pablo Neruda, decía de sí mismo:

Me llamo pájaro Pablo,

ave de una sola pluma,

volador de sombra clara

y de claridad confusa

Y es que la ornitología era una de las pasiones ocultas de este chileno universal. A ellas dedicó un precioso libro de poemas en 1966, Arte de pájaros, de gran tamaño, escasa tirada e ilustrado por artistas amigos. Está dividido en dos partes: Pajarintos hace referencia a aves reales y Pajarantes a aves inventadas. Culmina la obra con un poema personalísimo que todos los amantes de la naturaleza, pajareros o no, podríamos acuñar gustosos. Se titula El poeta se despide de los pájaros, y lo podéis escuchar recitado por el propio poeta pinchando en este enlace de PalabraVirtual.com

Poeta provinciano,

pajarero,

vengo y voy por el mundo,

desarmado,

sin otrosí, silbando,

sometido

al sol y su certeza,

a la lluvia, a su idioma de violín,

a la sílaba fría de la ráfaga.

Entre una y otra vez,

entre pasadas vidas

y pretéritos desenterramientos

fui perro de intemperie

y sigo siendo un muerto en la ciudad:

no me acostumbro al nicho,

prefiero el matorral y las torcazas

atónitas, el barro, el desvarío

de un ramo de choroyes,

el presidio del cóndor prisionero

de su implacable altura,

el barro primordial de las quebradas

condecorado por las topa topas.

Sí sí sí sí sí sí,

soy un desesperado pajarero,

no puedo corregirme

y aunque no me conviden

los pájaros a la enramada,

al cielo

o al océano,

a su conversación, a su banquete,

yo me invito a mí mismo

y los acecho

sin prejuicio ninguno:

jilgueros amarillos,

tordos negros,

oscuros cormoranes pescadores

o metálicos mirlos,

ruiseñores,

vibrantes colibríes,

codornices,

águilas inherentes

a los montes de Chile,

loicas de pecho puro

y sanguinario,

cóndores iracundos

y zorzales,

peucos inmóviles, colgados del cielo,

diucas que me enseñaron con su trino,

pájaros de la miel y del forraje,

del terciopelo azul o la blancura,

pájaros por la espuma coronados

o simplemente vestidos de arena,

pájaros pensativos que interrogan

la tierra y picotean su secreto

o atacan la corteza del gigante

y abren el corazón de la madera

o construyen con paja, greda y lluvia

la casa del amor y del aroma

o van entre millares de su especie

formando cuerpo a cuerpo, ala con ala,

un río de unidad y movimiento,

solitarios

pájaros duros entre los peñascos,

ardientes, fugitivos,

polvorientos, eróticos,

inaccesibles en la soledad

de la niebla, la nieve,

la hostilidad hirsuta

de los páramos,

o jardineros suaves

o ladrones

o inventores azules de la música

o tácitos testigos de la aurora.

Yo, poeta

popular, provinciano, pajarero,

fui por el mundo buscando la vida:

pájaro a pájaro conocí la tierra:

reconocí donde volaba el fuego:

la precipitación de la energía

y mi desinterés quedó premiado

porque aunque nadie me pagó por eso

recibí aquellas alas en el alma

y la inmovilidad no me detuvo.

Seleccionado y comentado por César-Javier Palacios.