Las cimas cubiertas de nubes inundan
la vista entre los rayos
del sol primaveral. Sus nombres están
escritos con unos caracteres
preciosos y colocados por orden
de mérito. ¡Cuánto detesto este
vestido de seda que oculta
a una poetisa! Levanto la mano
y leo los nombres, muerta de envidia.
De las canciones de amor cortesanas, entre la inocencia y la nostalgia, a los himnos en honor de las tareas de recolección colectiva. Jade, brillo, flores, lotos y estanques. «En la vida compartimos un solo edredón y en la muerte compartiremos un solo ataúd». Es El barco de las orquídeas, una antología de poetisas chinas que recorre siglos y olvidos.
Su compilador fue aquel agitador cultural llamado Kenneth Rexroth, heterodoxo mentor de los beatniks. En España la obra fue traducida hace un par de años por Carlos Manzano y está publicada en la siempre interesante editorial Gadir.
He seleccionado de entre todas a Yü Hsüan-Chi, poetisa y sacerdotisa taoísta del siglo IX, ejecutada por adulterio y que había sido la esposa de un importante funcionario estatal. El breve poema es una amarga queja por el ostracismo intelectual que sufrían las mujeres artistas en la China imperial.
NOTA: Algo más. Una cancioncilla anónima del siglo XVI que me gusta especialmente:
Una pieza de marfil fósil
con caras y corazones tallados
desde que fue marcada no
ha dejado de rodar hasta ahora.
Nacho S. (En Twitter: @nemosegu)