Archivo de la categoría ‘Witold Gombrowicz’

‘Contra los poetas’, de Witold Gombrowicz (1904 – 1969)

Es el exceso lo que cansa en la poesía: exceso de la poesía, exceso de las palabras poéticas, exceso de las metáforas, exceso de nobleza, exceso de depuración y de condensación que asemejan los versos a un producto químico. (…) Los poetas siguen agarrándose febrilmente a una autoridad que no tienen y embriagándose a sí mismos con la ilusión del poder. ¡Qué ilusos! De cada diez poemas uno por lo menos cantará el poder del Verbo y la elevada misión del Poeta lo que, justamente, demuestra que el Verbo y la Misión están en peligro… y los estudios o reseñas sobre poesía nos procuran una rara impresión: porque su inteligencia, sutileza y finura están en contraste con el tono que es a la vez ingenuo y pretencioso. Todavía no han comprendido los poetas que de la poesía no se puede hablar en tono poético y por eso sus revistas están llenas de poetizaciones sobre la poesía muy a menudo horripilantes por su estéril malabarismo verbal.

En Makro antes vendían libros estupendos, rarísimos y baratos. Obras de teatro de Peter Handke o diarios de Witold Gombrowicz. Mi padre los compraba para él mientras que a mí me regalaba cómics y libros de aventuras. Hace poco volví y comprobé que ya sólo venden danbrownes y zafones, escribidores al por mayor, como por otro lado es de rigor en un comercio mayorista. Gracias, pues, a algún distribuidor amante de la literatura centroeuropea y al buen ojo paterno tuve muy pronto en casa -desde la infancia- uno de los primeros dietarios del escritor polaco.

No leí Recuerdos de Polonia hasta los 24 años. De hecho, hasta muy poco antes desconocía que ese autor impronunciablemente llamado Gombrowicz había sido un tipo importante, exótico, profundo. Fue después de leer una cita suya en un ensayo de Savater (Panfleto contra el todo, creo) que empecé a tenerlo en cuenta y, acto seguido, a leerlo.

Llegué a tiempo. Un año. Decía allí Gombrowicz: «Yo tenía entonces veinticinco años, que es cuando todavía no se ha renunciado a la belleza». Y también: «En un solo aspecto era igual a mi generación… no lograba encontrar mi realidad. Cogía en mi mano un libro tras otro y me decía: no, no es eso. Leía periódicos de todas las tendencias posibles y volvía a repetirme: no, no es eso«. Dos citas que me reconciliaban conmigo mismo. Una obra y una biografía sugerentes, radicales y aún por descubrir (ah, sus andanzas argentinas). No el fue amor a primera vista de Vila-Matas, que le designó como maestro antes de haberlo leído. No sé lo que fue. Quizá una forma reveladora.

Traigo hoy este extracto de su mordaz ensayito Contra los Poetas (del que en Español hay dos ediciones, una incluida como un capítulo más de su Diario, editado en Seix Barral, y otra individual, más económica y con la carta respuesta del gran Milosz, en Sequitur). Una incomodidad que puede leerse como cariñosa boutade, con lo que se corre el peligro de caer en la ceguera voluntaria, o como advertencia seria, lo que puede anular el goce de su divertida ironía.

NOTA: Traducción a cargo de Francisco Ochoa de Michelena para la editorial Sequitur.

NOTA 2: El vídeo, sacado de aquí (elortiba.org), es una maravilla.

Nacho S. (En Twitter: @nemosegu)