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‘Un aviador irlandés prevé su muerte’, de W. B. Yeats (1865 – 1939)

Yo sé que mi destino está ya escrito

allá, entre las nubes, en lo alto;

a quienes yo protejo en nada estimo,

odio no guardo a quienes combato.

Mi país es el Cruce de Kiltartan,

Y en Kiltartan son pobres mis paisanos,

Ningún cambio podrá arrancarles nada,

o los hará más felices que antaño.

Ni la ley ni el deber me hizo luchar,

ni hombres públicos ni multitudes,

un solitario y placentero afán

me empujó a este tumulto entre las nubes.

En el recuerdo todo, equilibrado,

con el futuro no gasto saliva,

bastante gasté ya con el pasado:

esta vida, esta muerte equilibra.

ORIGINAL EN INGLÉS

I know that I shall meet my fate

Somewhere among the clouds above;

Those that I fight I do not hate,

Those that I guard I do not love;

My country is Kiltartan Cross,

My countrymen Kiltartan’s poor,

No likely end could bring them loss

Or leave them happier than before.

Nor law, nor duty bade me fight,

Nor public men, nor cheering crowds,

A lonely impulse of delight

Drove to this tumult in the clouds;

I balanced all, brought all to mind,

The years to come seemed waste of breath,

A waste of breath the years behind

In balance with this life, this death.

En la a ratos convulsa a ratos desalentada, pero siempre paupérrima Irlanda de finales del siglo XIX y principios del XX, la voz telúrica de Yeats resonó con un fulgor que los años no han rebajado. Dice Seamus Heaney que cuando Yeats falleció, meses antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, “lo indómito” había sustituido a la “indignidad” en la poesía irlandesa. Un paso fundamental hacia la madurez literaria que paradójicamente vino impulsado por un escritor cuyo imaginario poético no se entiende sin la influencia del folklore celta y la lírica tradicional.

Bardo es un arcaísmo en el vocabulario poético contemporáneo. Pero no en Yeats. Su lenguaje, decía él mismo, es “el del habla normal y apasionada”. Sus versos están trufados de arquetipos (pastores, sabios, animales). “Háblame de originalidad”, sentenciaba, “y furioso me volveré contra ti”. En su “fascinación por lo difícil” y por la hondura coqueteó -sin abandonarse a la credulidad, eso sí- con lo místico y lo mágico, y se vio envuelto irremediablemente por la melancolía.

En Un aviador irlandés prevé su muerte, Yeats antepone la voluntad individual, libremente elegida aunque oscura, al estéril deber patriótico y al inútil sometimiento a las leyes de la necesidad que no logran alterar el destino fijado. El poema fue escrito en 1919, aún con la resaca reciente de la Gran Guerra. En él, el piloto es un soldado anónimo, pero al parecer Yeats lo compuso pensando en su amigo el Mayor Robert Gregory, fallecido en combate un año antes.

NOTA: Traducción a cargo de Daniel Aguirre.

Seleccionado y comentado por Nacho Segurado.