Novelista, poeta ocasional y médico que apenas ejerció, para gloria de la literatura y, posiblemente, de sus pacientes potenciales. Ejerció la medicina en Cestona (Guipúzcoa), pero debido a su mal carácter terminó rifando con todas las fuerzas vivas, con medio pueblo, con el cura, que le odiaba por ateo, con el alcalde y con su colega médico del pueblo. No sé si fue en venganza, pero acabó escribiendo estos versos curiosos que dan la medida de la socarronería de este solterón difícil de aguantar en su vida privada, aunque fantástico en su vida literaria. Os lo traigo como una rareza poco conocida.
Somos la flor y nata
de los artríticos,
somos la quinta esencia
de los nefríticos;
tenemos casi siempre
hipertensión
y una vaga hipertrofia
del corazón.
Nuestra elegancia es cosa
bien manifiesta,
nuestra presencia nunca
es muy molesta.
Somos unos Petronios
de alta tensión,
más fervientes del plato
que de Platón.
No pueden compararse
con los artríticos
los gafos ulcerosos
o sifilíticos.
Somos productos natos
de selección,
que marchan por la vida
con distinción.
Nos lleva suavemente
nuestro organismo
a la gota, a la artritis
y al reumatismo,
y nos mete, por último,
de un empujón,
en el coma, que es signo
de conclusión.
Somos la flor y nata
de los artríticos,
somos la quinta esencia
de los nefríticos;
tenemos casi siempre
hipertensión
y una vaga hipertrofia
del corazón.
Seleccionado y comentado por Manuel Saco