Ebrio hablo en sueños sin tener ningún vino
Mi cuerpo perpetrado de límites
Y huyendo a pares señas y vientos a un futuro par
Cuando común la vida se halla traspasada
Con sosiego y alegre se verá que otra vez
Procedentes del día allí estamos
Empezando continuadamente
Y otras fuerzas más jóvenes nacidas de dulzuras de la tierra
Darán al equinoccio que ruedan encerrado en la piedra
Más silencio cantado por su empuje
Librando sin tenazas al hombre y enterrando por fin cobardía
En el sollozo último de ser su esclavo de sus tránsitos.
Si algo sigue teniendo el epigrama es voluntad de verdad condensada. Por ejemplo este: “Deseo dar testimonio a favor de lo alegre /superficialmente para se que entienda”. Y este: “Mi pasión de ser yo mismo en todos los instantes”. O sin ir más lejos de lo publicado, este otro: “Ebrio hablo en sueños sin tener ningún vino / mi cuerpo perpetrado de límites”. El canario Juan Jiménez, el autor de hoy, publicó sus epigramas en un libro homónimo allá por 1999.
Admito que a veces, contraviniendo el dicho inglés, juzgo y hasta compro libros por la cubierta. Este de J. J. me lo llevé porque estaba publicado en la fenomenal Ediciones Libertarias. Se lo compré a Juan en un día de caza mayor y heterogénea (¡de Carl Marx a Raymond Aron!) en el que además me dio una alegría amarga: quien habitualmente se llevaba toda la poesía interesante, un vejete ex catedrático de no sé qué, hacía mucho tiempo que había dejado de venir.
IMAGEN: N.S.
Nacho S. (@nemosegu)