Cuántas cosas. Lucano que amoneda
el verso y aquel otro la sentencia.
La mezquita y el arco. La cadencia
del agua del Islam en la alameda.
Los toros de la tarde. La bravía
música que también es delicada.
La buena tradición de no hacer nada.
Los cabalistas de la judería.
Rafael de la noche y de las largas
mesas de la amistad. Góngora de oro.
De las Indias el ávido tesoro.
Las naves, los aceros, las adargas.
Cuántas voces y cuánta bizarría
y una sola palabra. Andalucía.
Un compañero del periódico, Juan Carlos, me comenta que hará como tres semanas escuchó recitar en México el poema De la diversa Andalucía, mordaz oda incluida en Los conjurados, el último libro de Jorge Luis Borges, publicado un año antes de su muerte.
Como recomendación/advertencia/cebo para quienes no lo hayan leído, decir que ya en el prólogo (amén de en poemas como el hermoso On his blindness, reproducido a continuación) se distingue el tono postrero y de desconsolada despedida del mundo (y de los libros) del escritor argentino: “Una reina, en la hora de su muerte, dice que es fuego y aire; yo suelo sentir que soy tierra, cansada tierra. Sigo, sin embargo, escribiendo. ¿Qué otra suerte me queda, qué otra hermosa suerte me queda?”.
Al cabo de los años me rodea
una terca neblina luminosa
que reduce las cosas a una cosa
sin forma ni color. Casi a una idea.
La vasta noche elemental y el día
lleno de gente son esa neblina
de luz dudosa y fiel que no declina.
y que acecha en el alba. Yo querría
ver una cara alguna vez. Ignoro
la inexplorada enciclopedia, el goce
de libros que mi mano reconoce,
las altas aves y las lunas de oro.
A los otros les queda el universo;
a mi penumbra, el hábito del verso.
NOTA: Otros poemas de Borges publicados en el blog.
Seleccionado por Juan Carlos Martínez y comentado por Nacho Segurado.