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‘Médanos de la mente’, de Clara Janés

Médanos de la mente,
Formaciones fugaces de la memoria,
Ahogo y mansedumbre…
El látigo del sol fustiga las horas.
El tiempo alimenta la eternidad
Y no desmaya en su avance,
Pero el olvido es el río oculto
Donde se lavan los días
Para llegar purificador a la muerte.
Nada dicen los astros.
El augur agoniza de deseo.

Como siempre que relaciono la poesía con alguna de las bellas artes acabo hablando de pintura, pensé hoy en expandir un poco en campo. Clara Janés fue durante más veinte años admiradora y amiga de Eduardo Chillida. Por este orden: primero admiradora y luego amiga.

Todo comenzó con un bajorrelieve del escultor que contempló en una galería de arte madrileña allá por los años setenta. Luego, con los años -la madurez y la vejez- fueron llegando las poesías y las ganas de colaboración mutua (como las que, salvandotodas las distancias, tenemos en mente el @elbecario y yo).

Chillida, escultor que nunca rehuyó esculpir para poetas (Brossa) o filósofos (Heidegger), hablaba del arte en los mismo términos que Clara: como una forma de iluminar lo tenebroso y como una vía para preguntarse por el límite de la realidad. Ahí estaba todo.

Chillida murió en 2002. Unos años antes, el sueño de la poetisa de publicar un libro de poemas sobre (y con) grabados del escultor se hizo realidad (tras 11 fructuosos años de espera, eso sí). A mí, pese a que la obra de Chillida me impone respeto y me emociona, reconozco que la metafísica de los poemas de Janés, incluso teniendo delante su inspiración material, me supera.

Aunque algo, algo hay en ellos, ¿no?

NOTA: No he podido escanearos el grabado que acompañaba al poema (dudo también si hubiera podido, por aquello de los derechos de autor). En cualquier caso, si queréis hacer la prueba, aquí tenéis una página en la que aparecen algunos muy similares.

IMAGEN: Isaac Sibecas

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