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‘Retrato’, de Blaise Cendrars (1887 – 1961)

Está durmiendo

Se despierta.

De repente, está pintando.

Toma una iglesia y pinta con una iglesia

Toma una vaca y pinta con una vaca

Con una sardina

Con cabezas, manos, cuchillos

Pinta con un nervio de buey

Pinta con todas las sucias pasiones de una pequeña ciudad judía

Con toda la sexualidad exacerbada de la provincia rusa

Para Francia

Sin sensualidad

Pinta con los muslos

Tiene los ojos en el trasero

Y de pronto es tu retrato

Es tú lector

Es yo

Es él

Es su novia

Es el tendero de la esquina

La vaquera

La comadrona

Hay cubetas de sangre

En ellas se lava a los recién nacidos

Cielos de locura

Bocas de modernidad

La torre en tirabuzón

Manos

Cristo

Cristo es él

Pasó su infancia en la Cruz

Se suicida todos los días

De pronto deja de pintar

Estaba despierto

Ahora está durmiendo

Se estrangula con la corbata

A Chagall le sorprende seguir viviendo.

De aquella magnífica exposición sobre las vanguardias artísticas y la Gran Guerra de hace un par de años en el Museo Thyssen recuerdo, además de los zarpazos expresionistas de Otto Dix y George Grosz, un poema de Blaise Cendrars sobre la batalla del Marne. Batalla en la que, yo no lo sabía entonces, perdió el brazo derecho. Eso ocurrió en 1915.

Se me ha ocurrido traer a Cendrars como corolario al post del otro día sobre Erik Satie. No es sólo que compositor y poeta llegaron a trabajar juntos alguna vez y amaron la música y la pintura -Satie por encima de todo, Cendrars casi al mismo nivel- sino que ambos compartieron una actitud similar frente a la modernidad y el lenguaje.

Quizás debido a su propia experiencia traumática, Cendrars observaba con mayor recelo que Satie la deriva del mundo. En una entrevista radiofónica en 1950, 11 años antes de morir, Cendrars confiesa seguir teniendo fe en la vida moderna y al mismo tiempo sentir horror hacia dónde ésta nos conduce.

En aquella misma extensa entrevista el poeta reflexiona su amor por el lenguaje (la sensibilidad hacia él es lo que, dice, le convirtió en poeta), su pasión por la música (su libro Prosa del Transiberiano y de la pequeña Jeanne de Francia se lo dedica «a los músicos») y sus influencias literarias, que van de Gerard de Nerval al brasileño Gregório Matos.

NOTA: Como el poema Retrato es eso, un retrato del pintor Marc Chagall, lo acompaño con una de sus pinturas en vez de con una foto de Cendrars.

NOTA 2: Traducción de Ramón Buenaventura. Aquí, el original en francés.

Nacho S. (@nemosegu)