‘La condición urbana’, Karmelo C. Iribarren (1959)

Detesto el autobús. La buena

educación que nos obliga

a ceder el asiento

a esas señoras

que hasta que no se sientan

puede darles

cualquier cosa fatal.

Los empujones. El olor. Que nadie

fume y tenga que aguantar

todos los pormenores

del infarto

que le dio a no sé quién.

Las leyendas que llevan

en los flancos.

Los frenazos. Y muchas

cosas más que ahora me callo

porque me bajo aquí.

***

‘PERRO RABIOSO’ ELLROY EN BARCELONA

Un perro olisquea un contenedor

de basura. James Ellroy lo ve,

se acerca, le coge

con sus dos manazas la cabeza,

y la restriega contra la suya.

Luego se miran a los ojos.

Luego cada cual sigue haciendo su vida.

Dos días después

-entrevistas, firmas de ejemplares,

bromas- de regreso

hacia Los Ángeles, en el avión,

James Ellroy se acordará del perro:

“No ha estado tan mal,

después de todo, Barcelona”.

Karmelo C. Iribarren comparte el mismo vicio poético que su compañero de oficio (y sin embargo amigo) Roger Wolfe, del que ya publicamos semanas atrás varios poemas. El hastío, por ejemplo, es intercambiable en ambos, aunque su naturaleza sea diferente: pelín metafísico y lírico el de Wolfe, callejero y tangible el de Iribarren. También comparten el mismo taco de cromos con sus autores predilectos: Chandler, Carver, Ellroy. Quizá, y esto es una opinión personal, la poesía de Wolfe tiene un toque de genialidad del que carece la de Iribarren. O no.

Seleccionados y comentados por Nacho Segurado.



3 comentarios

  1. Dice ser antonio larrosa

    Si estos son escritores yo soy el rey del mambo.Clica sobre mi nombre

    10 julio 2009 | 18:52

  2. Dice ser a

    A mí me gusta más Iribarren, me llega más, me parece más emocionante, más humano. Pero yo soy una simple lectora, no entiendodemasiado.a.

    11 julio 2009 | 17:31

  3. Dice ser Al S.de Gomaranto

    Yo detestaba los tranvíasque arrastraban un vagón,llamado jardinera.Lentos casi a paso de tortugas.Siempre por el mismo caminoentre las dos vías,menos una ver que descarriló,y contra un enorme camión,que cargaba plátanos se empotró,impidiendo que al mar cayésemos,y que vestidos nos diésemos un chapuzón.Los detestaba por sus asientos de madera,por su incomodidad al tener que ir de pies,que casi siempre así lo era.Con el sobaco en la nariz,del que sudado venía de trabajar,y para no ir dando camballádasempujones y pisotones,como una lapa se aferraba a la correa.De aquellos restregones que muchos daban,que por aquí se le llamaban puntazo.De tener que llevar la cartera y el tabaco,en la mano que libre te dejaba,el tener que ir aferrado a la correa,para que ningún chorizo te mangara.A los tranvías yo más que detestarlos,creo que en verdad yo los odiaba.Pero al desaparecer los eché de menos,ya que en esos autobuses que pusieron.La misma masificación seguíamos teniendo.Y soportar el mal oliente y negro humo,que por el tubo de escape ellos echaban.Que olían a gasoil y a purosporque lo mismo que en los tranvíasen los autobuses también todos fumaban.Al Sur de Gomaranto…12 de julio de 2009.

    12 julio 2009 | 13:41

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