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No estás enfermo, tienes síndrome postvacacional

a00486731 5267Volver a la rutina tras las vacaciones cuesta. Se está mucho mejor en la playa, en la montaña o en cualquier otro sitio disfrutando con la familia o los amigos que en el trabajo, por mucho que te guste lo que haces en él.

Y como volver cuesta, hay quienes se aferran a los complementos alimentarios como remedio. Pero ése no es el problema. Ni necesitas complementos ni estás enfermo, simplemente tienes síndrome postvacacional.

La razón es que entre el tiempo de ocio vacacional y la vuelta a la rutina no ha habido una transición, y por eso todo cuesta más. Así, el síndrome postvacacional se aprecia porque quienes lo padecen sienten fatiga, desánimo, falta de apetito, somnolencia, dolores musculares, irritabilidad…

Ningún complemento está indicado para el síndrome postvacacional y no será eficaz más allá del efecto placebo que pueda provocar. No necesitas tomar nada especial, y menos específico, pues no existe.

Lo que debes hacer para no sufrir estos síntomas tras las vacaciones es seguir una serie de pautas y poco a poco todo irá volviendo a la normalidad:

No apures las vacaciones. No pases de la playa a la oficina en unas horas o se te caerá el mundo encima. Necesitas un tiempo de adaptación y conviene ir regulando los horarios. En el caso de los niños, lo mejor es que varios días antes ya adopten el horario del colegio en su quehacer diario, aunque sigan de vacaciones.

Duerme algo más de lo habitual los días previos a incorporarte al trabajo y ve adecuando después dicho horario a tu jornada habitual.

Planifica y organiza tu vida diaria y ve imprimiéndole intensidad poco a poco desde varios días antes. Recupera tus tareas con calma, pero con el objetivo final de normalizar tu vida.

Quejarse no sirve de nada. Toma medidas y hazte con tu vida habitual. Compartir con los demás tu estado de ánimo puede ayudarte mucho a conseguirlo, pero sin quejas.

Incluye actividades gratificantes de ocio para no identificar el trabajo como el culpable de tus males.

Y, eso sí, si la sensación de malestar persiste más de dos semanas, puede que padezcas algún problema de verdad y será tu médico quien mejor pueda aconsejarte. Pero no dejes que nadie te convenza de que estás enfermo sólo porque estabas mejor de vacaciones que con tu rutina diaria. No estás enfermo. Es que volver cuesta.

* Fotos: GTRES

No olvidemos a los celíacos

galletasComo todos los 5 de mayo, este martes conmemoramos el Día Internacional del Celíaco. La celiaquía o enfermedad celíaca (EC) es una intolerancia permanente al gluten que padecen en España una de cada cien personas, pero que, pese a ello, sigue siendo una gran desconocida para buena parte de la población.

El organismo de los celíacos actúa frente al gluten como si se tratar de un elemento extraño a combatir, y no hay tratamiento para esta enfermedad. La única solución es dejar de tomar gluten, presente en el trigo, la avena, la cebada o el centeno, y en ese caso desaparecen los problemas.

De lo contrario, y aunque hay personas más sensibles que otras, el daño al intestino afecta a la absorción de nutrientes esenciales, como las vitaminas de los grupos B, A, D, E y K y minerales como el calcio, el hierro, el magnesio y el zinc.

Sus síntomas suelen ser de tipo digestivo: hinchazón abdominal, deposiciones blandas, diarrea crónica o estreñimiento. Aunque a veces los síntomas son incluso inapreciables, manifestándose únicamente en forma de pérdida de peso, cansancio, anemia, retraso en el crecimiento…

Lo que sí comparten todos los celíacos es una atrofia en el revestimiento interno de la parte superior del intestino delgado, concretamente en las vellosidades, responsables de las posibles alteraciones en la absorción de los nutrientes de los alimentos: proteínas, grasas, hidratos de carbono, sales minerales y vitaminas.
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