¡La Constitución es intocable! dice el mismo que modificó la Constitución sin el consenso ciudadano. ¡Hay que cumplir la ley! dice el mismo que cobró comisiones en B de constructoras a cambio de adjudicaciones a dedazo (no lo digo yo, lo dice UN JUEZ). ¡Si el pueblo quiere hablar, lo hará según los cauces democráticos!, es decir, cada cuatro años. Es decir, atraídos por campañas financiadas irregularmente. Es decir, atraídos por programas electorales falsos amplificados por campañas financiadas irregularmente. Escuchando ayer a Rajoy y a Rubalcaba en el Congreso acerca de la consulta soberanista catalana, a mí también me entraron unas ganas enormes de independizarme, pero no en dirección a Cataluña. Artur Mas es de su misma calaña: escándalos de corrupción por doquier, tajos indiscriminados a la sanidad (más brutos, incluso, que en el resto del Estado) y una prensa y una policía autonómica igualmente subyugada a tapar y defender sus intereses. Y de Duran i Lleida, el mismo que vive en una suite del Hotel Palace (cinco estrellas), el mismo que dijo que dimitiría si se demostraba la financiación ilegal de su partido y al final se demostró y, por supuesto, sigue atornillado a su cargo, pues qué les voy a contar. En cualquier caso, tanto CiU, como UCD, como PP, como PSOE (a tenor de sus últimos bandazos), son de derechas. Y a mí, la derecha en general, me produce urticaria. Y si es democristiana, aparte de la alergia, se me hincha la glotis.
Yo me independizaría de todos estos bien a gusto. Y del tufillo a franquismo que aún colea. Y de la Casa Real, por descontado. Y de las puertas giratorias, y del cinismo, y de Merkel, y de la dictadura financiera en general. Me quedaría, eso sí, con la buena gente. Con todos esos que salen a la calle a reivindicar sus derechos. Con esos que curran como héroes para sacar a sus familias adelante. Con esos que intentan llevar una vida digna, honesta, y sin pretensiones, y no les duele pagar impuestos por el bien común. Creo firmemente, estoy seguro, que son mayoría. Me independizaría con ellos adonde hiciera falta. Es más: me comprometería a llevarlos en mi taxi, de cuatro en cuatro y sin taxímetro, al país que elijamos por consenso. Aunque fuera un país inventado, o casi mejor…
¿Te apuntas?