Ni libre ni ocupado Ni libre ni ocupado

Elegido Mejor Blog 2006.Ya lo dijo Descartes: ¡Taxi!, luego existo...

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Un paseo decadente

Camino con Irene desde el trabajo de Irene hasta la casa de Irene. Esta vez dejé mi taxi en un parking cercano a su tienda. Cruzamos Preciados hasta Callao y ahí giramos Gran Vía dirección Plaza de España. Irene da pasos largos, sosegados, prolongando cada zancada como a cámara lenta, siempre con las manos en los bolsillos del abrigo. Y aunque camina mirando al suelo, nunca llega a chocarse con nadie: son los otros quienes la esquivan, algunos en el último momento. Resulta extraño ver cómo camina por el mundo como si nadie existiese y sin embargo confía en que el mundo jamás chocará con ella.

Intento hablar, mantener una conversación, pero Irene se muestra hermética, elude cada pregunta con un «No sé. Nunca me lo había planteado», o devolviéndome el golpe: «¿Y tú?». A medida que avanzamos Gran Vía abajo, noto que sus respuestas son cada vez más cortas, como si los pasos engulleran sus palabras hasta hacerlas raquíticas. 

De hecho, mientras cruzamos Plaza de España, pronuncia la que será su última frase del día, y después silencio: 

-Me marché de Zamora porque sí.

Pienso en el porqué de esa frase. Nadie se marcha de su ciudad natal «porque sí», ni mucho menos para llevar una vida insustancial, de casa al trabajo y del trabajo a casa, sin amigos ni ganas de hacerlos, ni proyectos, ni ilusiones. Yo sé que tuvo que suceder algo, un detonante que llevara a Irene a marcharse o huir de Zamora (para instalarse en una ciudad como Madrid, donde es más fácil pasar desapercibido). Y tal vez en ese motivo se encuentre la clave de su hermetismo.

¿Qué le pudo suceder a Irene? ¿Cómo conseguir saberlo?