Ni libre ni ocupado Ni libre ni ocupado

Elegido Mejor Blog 2006.Ya lo dijo Descartes: ¡Taxi!, luego existo...

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Ocupado en ser libre

Zapeando el Mp3 del taxi me topo con un tema de Oasis, Live Forever, y comienza a cantar el Gallagher. Traduzco: «Tal vez no quiera saber / cómo crece tu jardín / porque yo sólo quiero volar». Volar, dice. Con lo difícil que ya es conducir a ras del suelo. Veamos: Sácate el carnet de conducir, el teórico, el práctico y el psicotécnico, cómprate un coche. Asegúralo y llénalo de combustible. Respeta todas las normas de circulación: No bebas ni rebases cada límite de velocidad. ¿Cuál será el límite del cielo? ¿Qué dirá la DGT (Dirección Galáctica de Tráfico) al respecto?

Miro a lo alto. Dos ratas con alas se tropiezan entre ellas (¿serán gilipollas?) y casi caen, pero justo antes de impactar contra mi taxi retoman el vuelo.

[Inciso: ¿Sabías que las palomas son espías a sueldo de Esperanza Aguirre? Me lo dijo el otro día un usuario. Y le creí. Esa tía es capaz de eso y de mucho más]

Mi taxi sigue libre. A mí, me gustaría serlo. Manda huevos que mi taxi libre busque estar ocupado y yo me encuentre demasiado ocupado para ser libre.

Cansado de buscar a mi contrario apago el taxímetro y tomo una autopista que me lleve al aeropuerto (donde los aviones vuelan, sí, pero con un destino pactado: Eso es trampa). Y ahora las señales me indican que circule, como máximo, a 120, pero al instante me doy cuenta que los postes de esas señales salen del suelo aposte. Por eso las descarto y acelero para que el próximo cambio de rasante que se ve a lo lejos me eleve y me permita planear según lo planeado. Y efectivamente me elevo, con la aguja en 180, pero sólo unos segundos. Luego mi taxi se desploma, salen chispas de los bajos y del impacto revienta el silenciador del tubo de escape. El taxi comienza a sonar con acento macarra.

[Moraleja: ¿Ser libre? ¿Volar? Ni siquiera mis cojones]

La mosca y el sexo

El aire acondicionado anudó los pezones de aquella usuaria como si de un complejo sistema hidráulico se tratara. Cuando el habitáculo alcanzó los 18ºC sus pechos se hicieron puntos suspensivos en Braille. Y mis dedos, ciegos de tacto, desearon más que nunca aprender a leer.

Pero justo en el momento de subir las ventanillas se coló dentro una mosca común que empezó a revolotear por los alrededores de la usuaria. Tras un par de piruetas la mosca acabó posándose sobre su pecho, a la altura del pezón izquierdo, y comenzó a caminar a su alrededor como en una rotonda, en el sentido de las agujas del reloj del pecado. Tres vueltas completas después alzó el vuelo, y saltándose el semáforo del canalillo aterrizó en el pezón opuesto para realizar la misma operación. Luego comenzó a caminar bien despacio por su vientre hasta perderse entre sus muslos. En ese instante la usuaria lanzó un suspiro.

– ¡¡¡Ufff!!!

Quise pensar que aquella mosca había sido la causante del suspiro. Quise pensar que la suculenta propina que me dio la usuaria nada más bajarse del taxi fue en agradecimiento por aquel orgasmo involuntario.

Por eso, cuando reapareció la mosca y se posó sobre el salpicadero no dudé en enrollar un 20minutos y sacudirla de lleno. El golpe la dejó aturdida, así que aproveché para meterla en un paquete de Malboro vacío y dejarla ahí, con la intención de soltarla en cuanto apareciera otra nueva usuaria de pezones como rotondas.

Ahora hemos montado un tandem perfecto. En cuanto abro el paquete de Malboro ya sabe lo que tiene que hacer: su itinerario de rotondas, vientres y túneles. Ellas se quedan con los suspiros y yo con las propinas.

Quiero mucho a Orgasmafly.