La bella y cándida Laura pasó su infancia entre algodones impregnados en formol: su infancia y primera juventud giraron en torno a los estudios, a sus clases forzadas de solfeo y violín, a su misa de doce los domingos, y a un selecto grupo de amistades femeninas (filtradas, previamente, por sus padres). Nada de internet, nada de libros que no salieran de la biblioteca familiar, nada de golosinas ni de comida rápida, y nada de comprarse ropa escotada, o faldas más allá de las rodillas.
El padre era Notario. Serio. Recto. Apenas nunca se le vio sonreír. Su madre, ama de casa abnegada, volcada día y noche al bienestar de su marido, de su anciana madre, y de su única hija. En cierto modo Laura llegó a acostumbrarse al camino recto. Acabó por pensar que la felicidad era eso: no salirse de la raya.
Al cumplir los 18, por primera vez, Laura consiguió que sus padres la dejaran ir al cine con su grupo reducido y selecto de amigas. De vuelta a casa, y dado que debía regresar como máximo a las 10, antes que nadie, decidió volver en taxi sola. Y en aquel taxi, ya de noche, escuchó una canción que habría de cambiar su vida para siempre. El tema era “Protect Me From I Want”, de Placebo, aunque podría haber sido cualquier otro, y en cualquier otro contexto. Preguntó al taxista por el nombre del tema y del grupo. Oír la palabra «Placebo» tal vez fuera el detonante, la chispa que incendió los pilares de su mundo interior.
El resto de su historia podría resumirse en una frase: Años después, la novia guineana de Laura acabó empeñando su violín para comprar cocaína.
¿Culpa del taxista? No lo creo.
Mi conciencia está tranquila. Creo.
29 septiembre 2014 | 20:34
El entorno en el que vivimos puede ser determinante en nuestras vidas, desde la familia pasando por el entorno social… y dependiendo de nuestra personalidad, nos dejamos influenciar demasiado.
29 septiembre 2014 | 21:05
He entendido media papa.
Osea que por ser lesbiana
y estar ya dando las diez
ni el taxi ni aún el taxista
tenían nada que ver.¿?
Falso. Taxista culpable.
El propo post lo demuestra
en vez de darle algo bueno
a esa niña tan preciosa
tu le endiñaste un placebo
que la dejó tan ansiosa
que no tuvo más remedio
que hacer lo que hizo luego
aquella noche lluviosa.
29 septiembre 2014 | 22:36
Hoy, genial el post y genial Manuel
30 septiembre 2014 | 07:51
¿Y todo eso se lo contó al taxista? Que valor tiene contar una historia para demostrar algo cuando la historia es completamente falsa
30 septiembre 2014 | 08:53
Entre placebos y genéricos
sucedáneos y transgénicos,
light o bajos en calorías
nos tienen a todos hoy día
que no sabemos lo que hacemos.
Aunque, la unigénita del notario,
la bella y cándida Laura
si sabía lo que hacía;
seguir su impulso, sus ansias,
de amar como ella sentía
y encontró la felicidad
con una exuberante guineana
Amor y felicidad,
juergas con nevadas blancas,
y para poder comprarla
y cuando se acabó el dinero
empeñaron hasta el violín,
con el que Laura deleitaba
tocando El Danubio Azul,
y las olas de aquel río
a su bombón africano
con piel de color castaña.
30 septiembre 2014 | 09:02
Así me imagino yo a Laura: http://goo.gl/CWhIHa
30 septiembre 2014 | 10:59
Normal, ha escuchado al mejor grupo de la historia del rock
30 septiembre 2014 | 11:31
Con 18 años la primera vez q fue al cine con su pequeño grupo de amigas, no me parece tan raro q terminase bollo y cocainómana, lo raro es q no rajase el cuello a sus padres una noche de otoño mientras dormian.
30 septiembre 2014 | 11:58
Va a ser cosa de la peli que vió…más bien…faltan datos 😉
P.S.: Yo fuí por 1ª vez al cine ( desaparecido cine Oliveras de mi L´H natal ) por 1ª vez en 1989 con compañeros de 8º EGB a ver BATMAN…Y una de las compañeras que vino sigue soltera en la actualidad y vivendo con sus padres…pero creo que NO es boyera…me faltan datos a mi tb…nu sé que música le » pone » …
30 septiembre 2014 | 12:34
La música amansa a las fieras. Que no se preocupen sus progenitores (ni sus progenitales tampoco)!!
30 septiembre 2014 | 14:20