No es difícil de entender lo mucho que se volcaron Maite y Carlos con su hijo Lucas habida cuenta del calvario y el deseo que sufrieron al tenerlo. Después de mil pruebas, después de inseminaciones y decepciones varias, les costó cinco años conseguir que Maite, al fin, se quedara embarazada. De hecho, a punto estuvieron de tirar la toalla y plantearse tramitar una adopción, cuando de repente y de forma natural, sucedió el milagro.
El parto fue normal, pero pocos días después los médicos confirmaron a Maite y a Carlos un diagnóstico que habría de cambiar sus vidas para siempre: Lucas había nacido sordomudo. La noticia al principio fue un shock para ellos, pero una vez asumida, decidieron estudiar a fondo el lenguaje de signos y todo lo referente a ese mundo nuevo tan para ellos, de cara a normalizar al máximo la situación de su hijo. Y como no querían que Lucas se sintiera desplazado, con el tiempo empezaron también a hablar con las manos entre los dos, y a ver la tele siempre con subtítulos, y a ir los tres a espectáculos adaptados. Pasaron los años y Maite y Carlos, de tanto volcarse a las necesidades de su hijo, ahora apenas hablaban nada más que con las manos. También se deshicieron del aparato de música y de sus discos por no desmerecerle, hasta el punto de crear un hogar totalmente enfocado al silencio.
Esta tarde tomaron mi taxi los tres. Lucas, sentado en medio de los dos, ahora es un niño guapísimo de seis o siete años. Maite me indicó un destino de viva voz, pero me lo dijo con acento extraño, como si después de tantos años volcada en cuerpo y alma al silencio, hubiera olvidado cómo se pronuncian las palabras. Y en el trayecto, hablaron Maite y Carlos con las manos y Lucas, mientras tanto, se mostraba ajeno a ellos, como si no le interesara, en este caso, la charla mantenida por sus padres (exactamente igual que cualquier otro niño al uso). Luego Carlos me dijo, «¿Qué le debo»?, con la misma dificultad en el habla que ella.
De modo, concluyo, que es posible olvidar el sonido de las palabras por amor a un hijo.
¿Irán a más?
09 septiembre 2014 | 21:18
Por amor a un hijo, supongo, se podrán sacrificar tantas cosas…
09 septiembre 2014 | 22:00
Qué no se haría por un hijo
en llegada la ocasión,
el padre daría la vida
la madre ya lo dio todo
desde que al mundo lo trajo
y me atrevería a decir
que desde la concepción.
Cuántos padres se involucran
en la educación del hijo,
que por azar del destino
con alguna minusvalía
al nacer trajo consigo.
Por esas madres, como la mía,
el mundo es más humano
para los más necesitados
para los más desvalidos.
Muchas, muchísimas veces
sin ayudas del gobierno
ni de servicios sociales
tampoco del municipio,
las madres con su trabajo,
su esfuerzo y dedicación,
cada día cada, hora,
cada minuto y segundo
están haciendo milagros
para sacar adelante
para cuidar a esos hijos
mucho más necesitados
que los que sanos nacimos.
09 septiembre 2014 | 22:28
Y para que se les haya olvidado el sonido de las palabras.. También dejaron de relacionarse con otra gente? Y no me refiero solamente a la vida de ocio.. Es que ya no trabajan? O lo hacen en sitios para sordos?
Mucha exageración y melodramatismo veo yo aquí…. Y no me parece bien renunciar tanto a uno mismo por los hijos, porque luego estos crecen y se van a hacer su vida, y a ti que te zurzan. Un hijo es parte de tu vida, pero no tu vida.
09 septiembre 2014 | 22:33
Muchos son los que se vuelven sordos y mudos por los hijos. Amor en estado puro.
09 septiembre 2014 | 23:52
Sus manos, sus ojos, sus silenciosas bocas
transcribiendo para Lucas extrañas melodías,
salidas de sus corazones llenos de amor,
que sólo ellos entienden; de silencios sonoros,
como un nuevo maná, un blanco néctar
que endulza y calienta sus frías noches,
las gélidas madrugadas de su pensamiento
transformandolas en cuentos de hadas,
en emocionantes historias de piratas
con tesoros escondidos en la isla perfecta,
mientras sonríe, canta y sueña.
El amor es perfecto y todo lo hace maravilloso.
Buenas noches a todos.
Hermoso post.
10 septiembre 2014 | 00:40
«También se deshicieron del aparato de música y de sus discos por no desmerecerle»
quien ha escrito esto no ha visto un sordomudo en su vida…
10 septiembre 2014 | 02:45
Pues vaya chorrada
10 septiembre 2014 | 06:43
Creo que mas bien los padres son sordomudos que han aprendido a hablar, por eso detectaste en ambos ‘un acento extraño’, simplemente
Y Lucas, no dijo nada porque no tenia nada que decir. Los sordo-mudos aprenden a hablar aunque como no oyen no pueden imitar bien el sonido. Fíjate, pero que bonito como elemento literario lo que habías imaginado para escribir este post.
10 septiembre 2014 | 07:43
Y cómo sabes eso si ellos no hablaron en el taxi?
10 septiembre 2014 | 08:41
Chapó por los padres si esta historia es real.
http://relatossincontrato.com/
10 septiembre 2014 | 09:10
Que exageración…¿de qué le sirve eso al niño, si en su vida se va a encontrar y tener que relacionar con muchísima gente que habla, oye, escucha música etc..?
10 septiembre 2014 | 09:53
ningún niño nace sordomudo, nace sordo, actualmente hay muchos avances para los niños sordos, como un implante coclear.
10 septiembre 2014 | 09:54
Da Dios mocos a quien no tiene narices. Menudo par de ridículos. Como el niño no puede hablar, ellos tampoco. Absurdo.
10 septiembre 2014 | 11:34
Al que ha escrito este post recordarle varias cosas básicas: llamar sordomudo a una persona sorda es algo del siglo pasado, cualquiera que conoce esta comunidad sabe que de mudos no tienen nada y luego, eso de decir que por usar la lengua de signos una persona deja de hablar bien en la mayor tontería que he «oido» en mi vida.
Soy intérprete de lengua de signos ( no lenguaje ) uso este idioma a diario y jamás he tenido problema alguno para comunicarme oralmente, todo lo contrario, está demostrado que las personas bilingües tienen mucha mas habilidad para la comunicación.
Veo que escribir un post es tan sencillo como poner lo primero que se te pasa por la cabeza sin tener el más mínimo interés por informarse un poco.
10 septiembre 2014 | 11:34
X un hijo se pueden hacer muchas estupideces, pero esta, se lleva la palma.
10 septiembre 2014 | 14:09
túmisma: agradezco tus palabras y ojalá pudiera documentarme cada día acerca del post que me disponga a escribir. Llevo más de mil setecientos relatos por estos lares, y si todos fueran tan rigurosos como tal vez merecen, seguramente no estaría conduciendo un taxi, sino dirigiendo el CERN.
Precisamente por eso mola tanto el espacio de comentarios: corregís errores o ampliáis la información que cada post precise. Por tanto, agradezco de nuevo tus/vuestras aportaciones a este y otros respectos.
¡Besos sordos!
10 septiembre 2014 | 18:18
Añado otro comentario a mi nombre…
Pienso que lo que tú pongas en tus entradas no tiene por qué ser rigurosamente lo que ha pasado en tu taxi, ni estar necesariamente documentado.
Tú escribes, tú pones lo que quieres. Yo me lo leo y me quedo con el mensaje o lo que quiera que me transmitas a través de tu escrito, sea cierto o no, sea más o menos riguroso. Y siempre me transmites algo, que es de lo que se trata, creo yo.
… Pues eso 🙂
10 septiembre 2014 | 19:35
… es más; casi ningún usuario de taxi suele decir «qué le debo»; todos dicen «cuánto le debo». A ver si te documentas un poco más, tío!!!
!!!Grrrrrr… no sé para que entro a leer este blog!!!
10 septiembre 2014 | 19:58