El que viajaba en mi taxi era uno de esos hombres cuarentones que saben llevar camisa sin corbata con natural elegancia. Llevaba una caja de latón sobre las piernas que percutía, nervioso, con los dedos, a un ritmo distinto al de la música. Parecía ensimismado aunque con ganas de arrancarse a hablar. Y al final, se arrancó:
«Supongo que se estará preguntando qué demonios hace un tío maduro como yo con esta ridícula caja infantil entre las manos. No, no es mía. La llevo para dársela a su dueña. Verá: hace mes y medio compré un piso justo en el portal donde usted me ha recogido, una auténtica ganga que el banco me vendió directamente, ya sabe, de su bolsa de pisos embargados. Pues bien, a los pocos días de instalarme, recibí una carta en el buzón sin sello ni nada. Estaba escrita por la anterior inquilina del inmueble, una tal Paula Tuero, y remitida ‘Al nuevo propietario del 3ºC’. En la carta me contaba el proceso de su embargo. En resumen: compró el piso, se quedó en el paro, y dejó de pagar la hipoteca hasta que un juez la echó de su casa. Ahora vive de nuevo con sus padres, pero en aquella mudanza forzada, olvidó rescatar una caja de latón con sus recuerdos de toda una vida que había escondido tras la rejilla del aire acondicionado del salón. En la carta me pedía, por favor, recuperar la caja a través de mí. Incluía un número de teléfono, así que la llamé. Hemos quedado hoy, a las siete en punto, en la terraza de un bar de Malasaña. El caso es que al leer aquella carta y encontrar la caja en el lugar indicado, no pude evitar abrirla y ojear su contenido. Había cartas de antiguos amores y fotos de Paula desde su infancia hasta su última etapa en la que ahora es mi casa. Sé que hice mal, pero leí todas las cartas, y a través de ellas he ido componiendo una especie de mapa de su propia vida. Le parecerá una locura, pero reconstruyendo su historia foto a foto, carta a carta, he acabado por sentirme extrañamente atraído hacia ella. Hasta el punto de querer que algún día, tal vez, vuelva conmigo a mi casa, que es la suya».
Título exacto, tremenda historia.
02 septiembre 2014 | 23:21
Y es que no hay mejor afrodisaco que disfrutar de la intimidad de esa persona desconocida.
Carla
http://www.lasbolaschinas.com
03 septiembre 2014 | 07:22
¡Bienvenido compañero!
Ya echaba de menos esa pluma dulce y voraz a partes iguales. Espero que la novela vaya viento en popa.
Que historia más trágica y esperanzadora. Quizá uno debe perder para luego ganar…
Aquí te dejo mi blog novela y sus avances. Por cierto, mi nombre es María y soy de Madrid.
http://martinaysucajadezapatos.blogspot.com.es
¡Besos!
03 septiembre 2014 | 07:41
[…]
Hasta el punto de querer que algún día, tal vez, vuelva conmigo a mi casa, y que algún día sea suya”.
03 septiembre 2014 | 07:55
Da para el guión de una película de corta duración de ésas que no conoce mucha gente porque no la promocionan, pero que, por sencilla y bien contada, al final resulta una bonita historia.
Y no te digo yo que no llegue esto a funcionar, lo mismo es una señal de su futuro, del de ambos 🙂
03 septiembre 2014 | 08:06
Dejar esa caja «olvidada», no fue casualidad.
03 septiembre 2014 | 08:33
Los pelos de punta al leer la historia. Menuda historiaza!!
http://areaestudiantis.com
03 septiembre 2014 | 09:32
Menudo tío más chafardero http://goo.gl/fHDdp4
03 septiembre 2014 | 10:10
Aaaaiiiiiiiiiiiinssss….que boniiiiiiiiiito… Esto te ha ocurrido de verdad?
Naaaaa…no puede ser…
Me encanta la historia!!!
03 septiembre 2014 | 11:19
Preciosa historia, siempre he tenido curiosidad por las historias que hay tras las casas.
03 septiembre 2014 | 12:05
«No pudo evitar abrirla…y leer TODAS las cartas»… Yo nunca hubiera hecho algo así… y me parece que la inmensa mayoría tampoco, aunque no deberíamos criminalizar a todos los que lo hagan porque muchos pueden ser unas excelentes personas, aunque tengan ese defectillo…
No está ni medio bien portarse así
ese tío sinvergüenza es la vieja el visillo
y a los secretos íntimos los hace picadillo
con esos dedos toscos en loco frenesí.
En la Terraza de un bar de Malasaña
este cuarentón, comprador pillo,
será un depredador y clavará el colmillo
en su presa, completando su hazaña.
03 septiembre 2014 | 14:56
Esta historia ya pasa en «Amelie», me sorprende que nadie lo haya comentado.
03 septiembre 2014 | 15:21
Y sin embargo te quiero
Sin sentirme ”apantojado”
o pueda que sí… un poquito
quisiera hacer un arreglo,
aún no lo tengo muy claro,
no sé cómo va a salir
pero… ahí va esto.
………………………………
Soñé contigo mil veces,
aunque no quería, ponerle atención
cuando vinieron tus llantos
por aquel desahucio
aún no estabas dentro, de mi corazón
te esperaba día y tarde
mas tú nunca aparecía
y solo me preguntaba
cuando llegará ese día
no tuve tus besos, en la madrugá
sin que me escucharas( no me conocías)
te solía cantar.
Te quiero más que a mis clisos
y más que a mi chaniqué
más quel barbal que resiñaro
y más que a la chinday men
se me pare el brijilí si te dejo de camelar
que las bajadís me doblen,si te llego a navelar
Serás mi vida y mi suerte
tu serás mi compañera
tienes que llegar a quererme
tengo que llegar a quererte
tenemos que ser pareja.
Vives otra vez con tus padres,
yo vivo en la casa
de la que el banco que echó,
yo he leídos tus cartas
he visto tus fotos
y me he enamorado
de tu…corazón,
mirado yo tu tus recuerdo
me paso la noche y el día
tu me reclamas la caja
que tenías escondida.
Hoy voy a llevártela,
nervio y feliz,
en pocos minutos
voy a conocerte,
voy a proponerte ,
volver a tu casa
y conmigo… vivir.
Serás mi vida y mi suerte,
tú, serás mi compañera
tienes que llegar a quererme
como yo ya a ti te quiero,
tenemos que ser… pareja.
Desde al Sur de Gomaranto
un algo… apantojado.
03 septiembre 2014 | 16:21
Ya puestos, más tremenda hubiese sido la historia si ella (la antigua propietaria) padeciese un cáncer terminal y le quedasen tres meses de vida ¿No te comento nada al respecto el cuarentón cotilla, Simp?
03 septiembre 2014 | 20:16
simp dice que un hombre cuarentón que sabe llevar camisa sin corbata con natural elegancia, dijo: «Supongo que se estará preguntando qué demonios hace un tío maduro como yo con esta ridícula caja infantil entre las manos»
No me lo puedo creer, simp, no, no. Eso no dijo.
03 septiembre 2014 | 20:24
Yo no considero a ésta persona un sinvergüenza y me gustaría saber quién sería capaz de devolver ese tesoro y quedarse con la tentación de que habría en su interior, éste hombre simplemente ha sido una persona honesta.
10 septiembre 2014 | 08:10