Ni libre ni ocupado Ni libre ni ocupado

Elegido Mejor Blog 2006.Ya lo dijo Descartes: ¡Taxi!, luego existo...

Silicona

FOTO: Serge Saint

FOTO: Serge Saint

Cuando murió su marido, Teresa empleó el dinero del seguro en operarse las tetas.  Fue su particular forma de rendirle homenaje: El difunto era instalador de ventanas de aluminio, y su ropa y sus manos solían desprender cierto olor a silicona. Por eso le pareció un buen tributo operarse y llevar la silicona dentro, lo más cerca posible del corazón.

-Mis tres tallas más son por mi Paco – sentenció Teresa en mi taxi.

También me enseñó la boquilla de la pistola de silicona que encontraron junto al cuerpo de Paco nada más caer por accidente del quinto piso de su última reforma. Siempre la llevaba consigo, en el bolso.

Pero además me acabó confesando que, desde su aumento de pecho, los hombres se fijaban mucho en ella. Tuvo un par de relaciones, pero no soportaba que nadie le tocara o se acercara siquiera a sus prótesis. Lo consideraba una ofensa a la memoria de su Paco, y los hombres acababan huyendo de ella tomándola por loca. Así pues, los nuevos pechos de Teresa provocaban un efecto rebote en los hombres. En fin, complejo mundo.

16 comentarios

  1. Feliz semana amplificada a todos.

    08 junio 2014 | 21:17

  2. Dice ser Stewart Cops

    Si el marido de Teresa estuviese vivo, encargaria un merecido «busto» a su mujer, por su «sincera» fidelidad… y por su efecto rebote!!! 🙂

    08 junio 2014 | 22:53

  3. Dice ser Al Sur de Gomaranto

    Su Paco le sobaba tetas
    con manos siliconadas,
    no con silicona de quirófanos
    ni de la que en trastiendas, inyentan.
    Era de esa silicona
    que usan los carpinteros
    para sellar las fisuras
    en ventanas de aluminio.
    Y que cuando termina el trabajo
    quedan adherida en los dedos,
    como se adhiere la grasa,
    más… sin color, transparente,
    que dejan los dedos y manos
    suaves y aterciopeladass
    como si de cera… fuesen.
    Y cuando murió su Paco
    no solo le faltaba el hombre
    también ella echaba en faltas
    ese olor medio picante
    que hace que lagrimeen los ojos
    y que para muchas personas
    le hace mover las hormonas
    si las huele intensamente.
    tiene casi los efectos
    que la cachonda viagra.
    Después de noches de insomnios
    de dar vueltas y más vueltas,
    de encontrar la cama grande,
    de falta de aquel olor
    que percibía al tocarle
    las tetas el que era su hombre.
    Tomó ella la decisión
    de ponerse un par de implantes
    y tres tallas aumentarse,
    las pagó con la indemnización
    que el seguro le pagó
    por la muerte de su Paco
    en accidente de trabajo.
    Y ella, se hizo el implante
    como homenaje a su Paco.
    Dice de haber tenido
    intentos con otros hombres
    y la cosa no marchó
    su tetas, no dejaba que la tocasen
    y las manos de los ligues
    no olían, como olían la de su Paco
    y al no subirle las hormonas
    la cosa no funciona.
    Si lee este comentario
    que sepa esa señora,
    ya que alguien me lo ha dicho,
    que desde hace algún tiempo
    los guantes de caucho
    ya no los fabrican,
    ahora son de silicona,
    que pruebe a ver… si funciona.

    08 junio 2014 | 23:11

  4. Dice ser Carpe-diem

    » …También me enseñó la boquilla de la pistola de silicona que encontraron junto al cuerpo de Paco «…

    No has usado una pistola de silicona en tu put- vida y se nota…

    Habrás querido decir la boquilla del bote de silicona porque la pistola de silicona no tiene boquilla…Aparte de esto…ESTE POST ES UNA KK para ir en la Ed. impresa ( supuestamente ) de mañana…Puffffff…

    09 junio 2014 | 01:48

  5. Dice ser Silvia morton

    Gente… AJJJ… LA VANIDAD FEMENINA, PARA DAR PLACER A LOS HOMBRES.
    salu2.♦

    09 junio 2014 | 06:44

  6. Dice ser gatitos

    Y la noticia es ??? En fin http://memescoco.com

    09 junio 2014 | 08:25

  7. Dice ser AreaEstudiantis

    Ahora entiendo porque Paco se suicidó!

    http://areaestudiantis.com

    09 junio 2014 | 08:54

  8. Dice ser infieles enRed

    Sin duda atraen mucho, a mi me molan y he sentiodo varias veces el no poder apartar la mirada…

    .-)

    http://elbuhonero.es/historias-de-infidelidad.html

    09 junio 2014 | 09:00

  9. Dice ser dd

    se fijan en una tía por las tetas y luego las superficiales somos nosotras…

    09 junio 2014 | 09:00

  10. Dice ser Scandal

    Menos mal q el difunto Paco era carpintero y no torero…
    feliz lunes.

    09 junio 2014 | 09:45

  11. Dice ser jaime ferran

    vaya cojones tiene la amiga, se pone tetas para no quedarse viuda y sola de por vida y va y dice que lo hace por su marido, si realmente lo hubiera hecho por su marido, o se las pone para que él las disfrute o quizas ni siquiera se las hubiera puesto, me alegro que ahora no pueda echarse novio, castigo divino.

    09 junio 2014 | 09:57

  12. Dice ser Yomismo

    A dd:

    y muchas se fijan en un tío por la pasta, ¿quién es superficial?

    09 junio 2014 | 10:34

  13. Dice ser Noa

    Cualquier excusa es buena para ponerse cada día más guapa 😉

    #vacacionesalavista

    09 junio 2014 | 10:41

  14. Dice ser PAMELA

    Pues yo todo lo contrario, desde que tengo mis nuevas tetas soy mucho más feliz. ¿Os gustan?: http://goo.gl/TQX6G3

    09 junio 2014 | 11:18

  15. Dice ser Silicona y otras adicciones

    Dice ser Noa y Dice ser dd, soy hombre como cualquier otro, pero desde luego no soy ni superficial, ni vacío de neuronas ni de personalidad, por ello a lo largo de mi vida he visto de todo, y he conocido de todo, por lo que tengo una perspectiva bastante amplia de lo que es y ha sido en estos tiempos de vanidad global, el uso de la cirugía estética como medio de enmascarar y pervertir la supuesta «belleza» de quien se deja embaucar por el fortísimo aparato publicitario y mercadotécnico de la industria cosmética, un negocio muy lucrativo que explota la deconstrucción y desestructuración de la integridad física y psíquica del individuo (ya que sí la cirugía estética no es sólo cosa de «mujeres», la presión publicitaria en todos los medios de comunicación es tan intensa que ningún/a cliente potencial puede escapar a esa presión brutal que ejercen los medios de comunicación y por ende, la sociedad misma de la que se sirve, para ajustarse a unos cánones de belleza que en último extremo son utópicos, y lo que es aún peor, artificiales), convirtiéndolo en un producto de consumo más, reproduciendo de forma en muchos casos grotesca, patética, y paradójicamente (anti)estética, esos cánones artificiosamente creados por los medios de comunicación de masas, cuyo papel aquí es fundamental para las dictaduras intrínsecas y extrínsecas que esos cínicos y amorales mercados generan en un entorno social abducido por el poder de influencia de tales medios y sus promotores (industria cosmética, industria de la moda, y demás negocios asociados, de forma directa o indirecta). Nada escapa a esta continua destrucción de la psique del individuo, seas hombre o mujer, niño o niña, los efectos «colaterales» que esta industria genera en el imaginario colectivo son devastadores, trastornos relacionados con la «conducta alimentaria», en otros tiempos inexistentes, como la bulimia, la anorexial la vigorexia o el trastorno por atracón se han convertido hoy día, gracias a las campañas publicitarias coactivas de esos medios de comunicación en auténticas pandemias sociales, cuyo cúlmen o desenlace final se desecandena en el seno familiar, generando auténticas tragedias en forma de desestructuración de la personalidad, que lleva a sus pacientes a intentos de suicidio y una ruptura crónica con la realidad, además del deterioro profundo que se produce como consecuencia de todo ello, de las relaciones familiares y con su entorno más próximo.

    Los poderes públicos, lejos de frenar este tipo de patologías creadas o auspiciadas por la industria «médica» cosmética, la industria de la moda, o la industria publicitaria, han mirado hacia otro lado, cuando de elaborar leyes que beneficien la salud pública de sus ciudadanos se tratara (si para el tabaco se elaboró una ley específica, habida cuenta de lso efectos devastadores de su consumo en la salud pública, ¿por qué no se implementan leyes que adviertan de los riesgos que estas prácticas complusivas en muchos casos -ya que nada ni nadie te puede «coartar tu libertad de consumo»- entrañan para la integridad física y psíquica del individuo?), bien porque ese negocio está tan insertado en nuestras actuales costumbres (no olvidemos que si bien la industria médico-cosmética tiene en Europa una importante implantación actualmente -no digamos ya en Latinoamerica, donde en países como Brasil es religión, otra cosa diferente son las enormes bolsas de desigualdad social en gran parte de esos países, por no hablar de la enorme presión que ejercen las multinacionales de la cosmética en esos países-, en culturas anglosajonas -EEUU, sobre todo-, han sido desde tiempos inmemoriales una industria que se ha fusionado con la industria audiovisual, para generar en sus clientes potenciales -independientemente de la edad, sexo o extracción social, todo y todos son bien acogidos en ese paraíso artificial, donde el único límite está en la cuenta corriente -, una necesidad, un mercado muy lucrativo con el que insertar hábitos de consumo asociados, y de esa manera seguir explotando ese sentimiento -debilidad- tan inherente a la naturaleza humana que no es otro que la vanidad), que cualquier medida pudiera coartar el «libre mercado» que se ha expansionado en las 2 últimas décadas en nuestro país (gracias a la telebasura, especialmente, no hay reallity en el que no aparezca ningún/a personaje popular que no se haya operado alguna zona de su artificioso cuerpo, cuyo extremo en sus origenes se mostraban en esa Marbella opulenta y artificiosa de los 80 y 90, donde la jet set patria -o no- se congregaba a disfrutar de los enormes incentivos que para esa élite anacrónica se generaban desde las instituciones locales -sí hasta que se destapó que poco o nada de lo que brillaba era «oro»), ya sea porque los trastornos alimentarios aludidos han sido atribuidos -de forma interesada- a trastornos meramente alimentarios o psicológicos que en todo caso, como sentencian los cínicos promotores de todas esas industrias, «genéticos» o cuya aparición obedece única y exclusivamente a una «predisposición genética», descartando con ello los perversos efectos que la tv, la moda, la publicidad o el cine han generado en sus «potenciales clientes» (factores ambientales).

    Y claro, cuando la perversión de la realidad obedece a intereses expúrios (legales, porque el libre mercado en el que se inserta no tiene límites institucionales) insertados de forma subliminal o no pero constante en el imaginario colectivo, los supuestos «tratamientos paliativos» o «correctores» que aparecen como las mejores soluciones «médicas» posibles a esas necesidades artificialmente creadas por esas mismas industrias, se convierten en realidad en parte del problema, sin que los numerosos/as clientes potenciales puedan reflexionar acerca de qué y quienes les han llevado a tomar finalmente esas «decisiones de consumo» (en muchos casos compulsivos, nada puede detener la «búsqueda de la felicidad» que ofrecen estas franquicias de la «sociedad del bienestar»), y que en todo caso, como los devastadores efectos «colaterales» que estas industrias han generado, generan y generarán en el futuro (patologías o alteraciones muy graves de la personalidad, y de la conducta alimentaria), siempre, serán atribuidas a una «decisión individual», propia de una sociedad moderna, a cuyas «necesidades» responde un mercado global febril y patológicamente entregado a la causa de vivir preso/a de un bienestar falso y artificialmente creado a beneficio de unas industrias insaciables y devoradoras de la psique del individuo-cliente, cada vez más subyugado por la emisión incesante de estímulos visuales que ahondan en el profundo vacío existencial que subyace a todas esas carencias psicológicas, y que sólo las drogas, el alcohol, u otro tipo de adicciones pretenden como la cirugía estética, enmascarar. Ya se sabe, cuando eres incapaz de tomar conciencia de ti mismo/a y saber qué es lo importante de lo que no en esta vida, necesitamos de teleprofetas o telepredicadores/as investidos de un supuesto aura científico-sanitario con los que disfrazar tu realidad (sí cirujanos/as plasticos/as dedicados a «solucionar este tipo de «necesidades médicas»), engañarte a ti mismo/a y alos demás para seguir viviendo en esa burbuja de felicidad que este hipócrita, vanidoso y opulenta sociedad de consumo ha generado, y es que «el diablo», está siempre en los pequeños detalles.

    09 junio 2014 | 14:26

  16. Dice ser cadista

    Este blog cuenta mas trolas que Marianico Rajoy

    09 junio 2014 | 20:28

Los comentarios están cerrados.