FOTO: Wikipedia
Sé que sólo intentas hacerlo bien. Vives sola, nadie te observa. Sin embargo insistes en mimar cada detalle. Te esmeras como nadie con los tuppers del curro: Kiwis cortados en forma de estrella, hebras de puerros dispuestas en celdas o un par de hojitas de perejil en una esquina son tus señas de identidad justo antes de tapar el tupper y meterlo en la nevera para el día siguiente. O tu forma de colocar la ropa de mañana bien planchada y preparada en una silla antes de irte a dormir.
Despiertas siempre a la misma hora. La misma ducha, el mismo café con croissant. Preparas tu bolsito térmico: el tupper de la nevera, cuchillo, tenedor y cucharilla a juego, servilleta de tela planchada y doblada, una pieza de fruta, y caminas al trabajo y vas en metro con el bolsito lo más inmóvil posible, evitando los golpes en tu intento por mantener intactos los detalles culinarios que esconde el tupper: ese pimiento con forma de sonrisa, esos ojos de aceituna. Cuando llegas al trabajo mantienes la bolsa térmica a tu lado y a la hora de comer te desplazas al office y dispones los cubiertos, la servilleta de tela y la pieza de fruta en equilibrio imposible. Sacas el tupper pero al abrirlo nunca se encuentra como antes, nunca mantiene la misma impecable presentación, está todo revuelto: el lecho gratinado de la pasta casera se ha convertido en una masa caótica, o el ojo de aceituna ahora está tuerto, y entonces siempre piensas que tú lo hiciste bien, que pusiste de tu parte y hubo algo, se te escapa, que arruinó tu orden, así como el respaldo de la silla arrugó tu blusa, y el viento enmarañó tu pelo.
¿De qué sirve pasarte la vida intentando tenerlo todo bajo control si luego la imprevisible lluvia, o el tren que se avería, o un reloj sin pila o la falta de cobertura móvil o el recuerdo de Carlos te desordenan?
Tal vez por hacerte esa pregunta tomaste mi taxi del trabajo a casa, y en el trayecto bajaste la ventanilla arruinándote el peinado, y después de pagar te dejaste olvidado en el asiento una bolsa térmica con los cubiertos sucios, la servilleta de tela arrugada, y dentrodel tupper una kitsch de verduras revuelta y casi intacta. Y clavadas en el corazón de una manzana, dos uñas postizas.
Supongo que por mucho que lo intentes, el orden perfecto no existe.
26 febrero 2014 | 23:30
Cuando todo se derrumba siempre te quedarán tus asiduas lectoras para animarte http://xurl.es/16b6y
27 febrero 2014 | 00:17
Que alguien se lo diga a Mariano.
http://maria-may.blogspot.com.es/2014/02/rescatados-por-mariano.html
27 febrero 2014 | 00:35
!!Hola,dani!!
Obsesionarnos por controlar todos los hilos de donde penden nuestras neuras, solo nos lleva a la insatisfacción, aunque a veces, según en que circunstancias, ocurre. No me gustaría olvidarme que la esencia de la vida es tener grandes dosis de riesgo, que me incite a querer ser imprevisible e inesperada. Vivir encorsetados termina desgastándonos el espíritu, y acabamos enterrados en miles de uñas postizas y tupperwares despedazados. Es difícil, pero no imposible, lograr superar la confusión que da la certeza.
Te dejo una cita que me fascina.
“Me niego a vivir en el mundo ordinario como una mujer ordinaria. A establecer relaciones ordinarias. Necesito el éxtasis. Soy una neurótica, en el sentido de que vivo en mi mundo. No me adaptaré de mi mundo. Me adapto a mí misma.” Anaïs Nin
Buenas madrugadas,gracias por un post tan exquisito.Muchos besos.
27 febrero 2014 | 01:51
Sé que dentro del desorden
puede haber un orden perfecto,
en mis años de juventud
en alguna ocasión
estuve yo por Suiza
(no para llevar dinero)
buscaba, como muchísimos otros
un trabajo, done ganarme el pan
y pude entonces comprobar
que es el país Helvético
la desorganización
bien organizada, en definitiva
el perfecto orden del desorden.
Allí todo marcha bien, perfecto
como lo hacen sus relojes.
Soy bastante desordenado
(mi mujer dice: “Un desastre”)
pero dentro del desorden
yo sé todo donde está.
Y cuando alguien al limpiar
(cosa que… no permito,
prefiero hacerlo yo mismo)
pone un poco de orden a mis cosas,
luego yo no encuentro nada
me paso el tiempo buscando
y me encuentro perdido.
Ni el orden es de maniáticos,
ni el desorden es… descuido.
27 febrero 2014 | 07:24
Que no digo yo que esa comida no sea ‘kitsch’, pero a lo mejor has querido decir ‘quiche’ de verduras, no? Son casi homónimos, pero en ningún caso sinónimos…
27 febrero 2014 | 09:14
Debe de ser cosa de mi ordenador, pero no consigo enlazar el enlace, como su propio nombre indica, que nos envías tan amablemente, eso sí, sale en la partecica de arriba «El 83´5% de los venezolanos rechaza la violencia de las protestas callejeras»
Claro, como no me se enlaza el enlace, insisto, no sé quién ha hecho la tal encuesta, porque si la ha hecho algún demoscopio independiente bolivariano, podrían haber ocurrido estas tres cosas:
a) Que el pregunteador fuera acompañado por algún dizque «Guardia del Pueblo», o un amable tupamaro, o algún cubanito de turismo ideológico que pasaba por allí, armado con armas pacíficas, pero sólo para evitar que un insurrecto se acercara al pregunteado y pudiera influir en su respuesta
b) Que el pregunteador sea primo del ministro de educación, se exprese tan mal como él, y no sepa la diferencia entre «de» y «en».
c) Que sí sepa la diferencia pero sufriera un ataque de tos y pregunteara «¿Rechaza usted la violencia -¡juuus!-, deeen… -¡juuuus!- eeesto, las protestas callejeras?»
Yo me inclino por la opción c), basándome en el curioso fenómeno latinoamericano de que el pueblo, el fetén, no El Puebebebebebebeblo, tiene un mejor dominio del idioma que su dirigenciuría, así que no es tan fácil engañifarle con jueguitos de palabras.
Véase, si no, el ejemplo de un simple estudiante que, a pesar de no gastar coleta, habla pelín mejor que el menistro que intenta dirigir sus tristes destinos:
http://youtu.be/HecJAG8WWZo
(Cierto, el paisano que queda a mano izquierda del peligroso insurrecto acojona un poco, a lo mejor por ponerse a su izquierda)
27 febrero 2014 | 09:53
Y, como sé que las masdelamitad, que están muy alerta en lo que viene a ser la defensa de los derechos humanos de las mujeres, me apresto, en su nombre, a denunciar la falta de paridad intolerable, al no aparecer ninguna estudianta en el vidrio.
La falta de paridad es lo más importante en cuanto a derechos humanos se refiere, estoy de acuerdo con vosotras, hermanas. Su ausencia es un argumento indiscutible, y un síntoma incontrovertible de que algo no cuadra…
Por ejemplo, la falta de paridad respecto a los muertos por arma de fuego que representan a la insurrección violenta, y los simples heridos por el mismo método en las filas de La Guardia del Pueblo. No debe de haber ninguno, porque Pablo Igesias no ha llorado por el sufrimiento, en sus propias cannes, de El Pueblo.
Ya imagino que esto también es cosa de mi ordenador, así que, a ver si ahora hay más suertecilla, hermanas, y salen estas candidatas que aporto al concurso de Avanzadoras de la Cosa de la Igualdad, que ya sé que no es que no os haya salido del mapa del clítoris darlas publicidad, ha sido cosa de mi ordenador, que últimamente me se insurrecciona que no hago carrera de él.
http://nomadecosmico.files.wordpress.com/2014/02/26-f.jpg?w=500&h=211
27 febrero 2014 | 10:05
¡Uuuuf, me da a mí que no me ha salido el enlace, masiao que teclear, de seguro que m´equivocao, que yo me lío mucho con las teclas. Mira a ver si ahora sí, que esta dirección es más cortica y sale también el enlace que quería enlazar:
http://nomadecosmico.wordpress.com/
¿Qué? ¿Ahora se ve más clara la diferencia entre «de» y «en»?
27 febrero 2014 | 10:12
Estoy con el comentario de @Paz…
¡ Qué triste es comer de tupper-ware ! Afortunadamente en mi corta vida de kurranta asalariada sólo lo tuve k hacer una semana por un kurro temporal de manipuladora…y porque con esas pelillas me pagaba el seguro de mi 205 de novata…pasta k por cierto me había adelantado mi hermana mayor…eso de muy joven…porque teniendo una edad nadie debería comer de tupper…por mucho amor que te lo preparen…Bon dia !!!
P.S.: La verdura es asquerosa y en tupper debe serlo mucho más …puaghhhhh…
27 febrero 2014 | 10:17
Odio los tuppers y el sabor a plástico que toma toda la comida, pero si no te queda más remedio que comer a diario en el trabajo…te pasas a los tuppers de cristal que conservan mejor los sabores y el aspecto de lo que metes se conserva por más tiempo ¬¬
27 febrero 2014 | 10:29
¿De qué sirve pasarte la vida intentando tenerlo todo bajo control si luego la imprevisible lluvia, o el tren que se avería, o un reloj sin pila o la falta de cobertura móvil o el recuerdo de Carlos te desordenan?, que buena reflexión.
27 febrero 2014 | 10:33
es lo que tiene la soledad de miles de personas a diario , no hace muchos meses probablemente tenian una pareja con la que compartir de todo hasta discusiones y de repente la soledad hace que te entretengas, en hacer una ensalada bonita con sus pimentos en forma de sonrisa y sus aceitunas todo bien puesto en el taper ,para el dia siquiente ir a la monotonia de un curro y despues llegar a la soledad de tu casa y hacer cualquier cosa para paliar el dolor de la vida .
27 febrero 2014 | 10:53
Creo tenerlo todo bajo control siempre, pero no me lo creo ni jarta grifa, me consuela pensar q es así, pero en el fondo se, q se me va de las manos,y a veces me encanta hacer un revuelto, me desmeleno y pienso,diossss q viva estoy.
27 febrero 2014 | 15:10
En er minuto 7:30 se insurresionan der tó.
http://youtu.be/z8TgFrpnhEQ
27 febrero 2014 | 20:50
Prefiero el encanto del desorden, la improvisación y el papel de Albal. La colocación un par de hojitas de perejil en una esquina del tupper, es sólo otra forma más de diseño minimalista, Simp.
27 febrero 2014 | 21:16
No sé si es querer tener las cosas bajo control o, simplemente, querer hacer las cosas bien. Bastantes putadas pasan por sí solas como para ayudar a que se sucedan.
Te gustaría que esa camarera que te sirve ese pincho fuera con arrugas en la camisa? o que cuando más te apetece ese pinchito esté cerrado el bar porque los responsables del establecimiento no tienen todo «bajo control»? las consecuencias de que te encuentres el bar cerrado para ellos es nefasta.
Un precioso taper que dura lo que tarda el ascensor en arrancar para removerlo todo, ha sido la primera satisfacción del día. Esa ralladura de zanahoria en forma de sonrisa es la primera del día. Una buena forma de empezar la jornada. Mucho mejor que empezar renegando. Ya me gustaría a mi
27 febrero 2014 | 21:24