Ni libre ni ocupado Ni libre ni ocupado

Elegido Mejor Blog 2006.Ya lo dijo Descartes: ¡Taxi!, luego existo...

Las seis y trece

FOTO: @simpulso

FOTO: @simpulso

Compré un reloj de pared de esos baratos, en los chinos, para dotar a la cocina de una cuarta dimensión. Al llegar a casa le inserté la pila, ajusté la hora y lo colgué. Luego me puse a escribir el esbozo de un relato que llevaba un tiempo rumiando en la cabeza. Me costó arrancar, no hacía más que darle vueltas a la primera frase (siempre la más difícil, sin duda). Miré el reloj de los chinos: eran las seis y nueve minutos. Volví a sentarme, seguí dándole vueltas a la frase y de repente se me encendió la luz y comencé a teclear como poseído por el espíritu de Cortazar. Escribí del tirón cinco folios, aunque no llegué a saber durante cuánto tiempo: Cuando quise comprobar la hora asomándome de nuevo al reloj de la cocina, vi que se había clavado en las seis y trece. El segundero seguía sonando, tac, tac, tac, pero la aguja no avanzaba. Su mecanismo apenas había durado unas horas, así que pensé en bajar al chino y devolverlo, pero al instante me di cuenta que, tal vez, se tratara de una señal y el tiempo hubiera querido detenerse a mi favor justo en ese instante de inspiración para acabar de escribir ese relato y otros tantos que vinieran después. De hecho, mientras lo escribía, no fui consciente del tiempo transcurrido, ni del frío o del calor o de la angustia.

Quise trasladar aquello a otros ámbitos, así que descolgué el reloj, me fui al sillón y me tumbé pensando en cuáles serían esos otros  momentos en los que también me gustaría detener el tiempo. Y en esto, me quedé dormido y soñé en blanco, pero descansé como nunca. Al despertar seguían siendo las seis y trece.

Después te llamé y quedé contigo a las seis y trece. Acudí a la cita con el reloj bajo el brazo. No entendiste por qué hasta que nos besamos.

……………………………………………

NOTA: Benditos chinos cutres.

19 comentarios

  1. Hay objetos que, cuando se estropean, funcionan mejor.

    02 enero 2014 | 23:26

  2. Dice ser Louisa

    Siempre es un placer leerte.

    Besos con tinta.

    03 enero 2014 | 02:42

  3. Dice ser manuel

    Ese pijama de rayas,
    arcaico donde los haya,
    más propio de un presidiario,
    no es tal vez muy apropiado
    para un taxista letrado,
    mas le gustó y lo ha comprado,
    y en la noche lo usa a diario.

    También adquirió un reloj
    que marca las seis y trece;
    y ese su enorme tamaño,
    su agujero samanthiano
    y su vocación rotora
    me hacen pensar a mi ahora
    que igual rueda que decora.

    03 enero 2014 | 04:52

  4. Dice ser Al Sur de Gomaranto

    Tienes el mejor reloj
    que jamás se ha fabricado,
    el segundero camina,
    la hora y el minutero
    se han quedado encasquillados
    y a las seis y trece minutos
    de la tarde o la mañana
    puedes decir con orgullo
    que marca la hora exacta.
    Ya que un reloj que no se mueve
    que nada avanza en el tiempo,
    después del reloj atómico
    es el reloj más preciso
    que fabricaron los chinos
    o que fabricaron los suizos.
    Un reloj que está parado,
    en un día con su noche
    dos veces da la hora exacta,
    porque un reloj que adelante
    lo mismo que el que se atrase
    la hora exacta no da nunca.
    Yo que tengo como ”jovi”
    restaurar antiguos relojes,
    conseguí hace algún tiempo
    intercalando un engranaje
    que un reloj de pared,
    camine o ande al revés
    y, que retroceda el tiempo.
    Después de bastantes años,
    años… no me ha quitado,
    yo no he rejuvenecido,
    me he visto envejecer,
    mil arrugas me han salido,
    se me puso el pelo blanco
    y como pueden constatar
    estoy medio chocheando.

    Buen fin de semana a todos
    y que los Reyes (los magos)
    sean más que generosos.
    El carbón… para la estufa,
    que os traigan paz, amor y trabajo,
    por aquí tampoco vendrán
    hace ya muchísimas vueltas
    de mi invertido reloj
    que no llegan a Gomaranto.

    03 enero 2014 | 08:37

  5. Dice ser Haztelo mirar

    ¿Te has fijado en el tamaño de la mano? ¡La tienes como la cabeza!.

    Háztelo mirar…

    03 enero 2014 | 09:28

  6. Dice ser Luis

    Yo siempre quiero que se pare el tiempo cuando estoy con ella: http://xurl.es/ch3vj La vida es bella 😉

    03 enero 2014 | 09:57

  7. Dice ser iluso Luis

    El reloj es el auténtico retrato de Dorian Grey de los pobres, en el que se nos permite mirarnos aunque el único parecido que tenemos con Oscar Wilde sea , a lo sumo , tener un perro.
    Pero funciona igual que el malévolo retrato: matamos el tiempo, pero él nos entierra.
    Es verdad , Dani, tienes la mano muy grande. Demasiado musculada. Pero es la izquierda. Si fuera la derecha, sabría por qué, pero la izquierda…, me has desorientado.

    03 enero 2014 | 10:29

  8. Dice ser Síndrome de Raynaud

    ¿Has pensado en visitar a un especialista cardiovascular? Pues deberías. No me llama la atención el tamaño de tu mano, me llama la atención (mucho) su decoloración vasoespática.

    03 enero 2014 | 12:55

  9. Dice ser Murciana

    Este post me recuerda el cuento de Jorge Bucay «El reloj parado a las siete»,cuento que me gusta mucho y con el cual me he identificado en ocasiones. Lo recomiendo.
    Un saludo a todos y los mejores deseos para este nuevo año. Besitos tic-tac para mi taxista favorito.

    03 enero 2014 | 13:08

  10. Dice ser Scandal

    Relojjj no marquessss laass horaasss pq voy a enloqueceeerrrr,ella se ira para,siempre…
    Dios, q sartenazo tienes asi al lado d la oreja,vamosss coňoo tanto dormir,el pijamita tiene witos

    03 enero 2014 | 13:55

  11. Dice ser Murciana

    Hay en una de las paredes de mi cuarto un hermoso reloj antiguo que ya no funciona. Sus manecillas detenidas casi desde siempre, señalan imperturbables la misma hora: las siete en punto.
    Casi todo el tiempo, el reloj es solo un inútil adorno de una blanquecina pared.
    Sin embargo hay dos momentos en el día, dos fugaces instantes en que el viejo reloj parece resurgir de sus cenizas como un ave fénix. Cuando todos los relojes de la ciudad, en sus enloquecidos andares marcan las 7 y los cu-cú y los gongs de las demás máquinas hacen sonar por 7 veces su repetido canto, el viejo reloj de mi habitación parece cobrar vida.
    Dos veces al día, a la mañana y a la noche, el reloj se siente en absoluta armonía con el resto del universo. Si alguien mirara el reloj solamente en esos dos momentos, diría que funciona a la perfección…
    Pero pasado ese instante, cuando los otros relojes han acallado su canto y las manecillas siguen sus monótonos caminos, mi viejo reloj pierde su paso y permanece fiel a aquella hora que alguna vez detuvo su andar.
    Y yo amo ese reloj y cuanto más hablo de él, más lo amo, porque cada vez me siento más parecido a él. También yo estoy parado en un tiempo, también yo me siento clavado e inmóvil, también yo soy de alguna manera un adorno inútil en una pared vacía.
    Pero tengo también fugaces momentos en que, misteriosamente, llega mi hora. Durante esos tiempos, yo me siento vivo. Todo está claro y el mundo se transforma en maravilloso. Yo puedo crear, soñar, volar, decir y sentir más cosas en esos instantes que en todos los otros momentos. Estas conjunciones armónicas se dan y se repiten una y otra vez, como una secuencia inexorable.
    La primera vez que lo sentí, trate de aferrarme a ese instante creyendo que podría hacerlo durar para siempre. Pero no fue así. Como a mi amigo el reloj, también a mi se me escapa el tiempo de los otros.
    … Pasados estos momentos, los otros relojes que anidan en otros hombres, continúan su giro y yo vuelvo a mi rutinaria muerte estática, a mi trabajo, a mis charlas de café, a mi aburrido andar que acostumbro a llamar vida.
    Pero yo sé que la vida es otra cosa.
    Yo sé que la vida, la vida de verdad es la suma de aquellos momentos que aunque fugaces, nos permiten percibir la sintonía con el universo. Casi todo el mundo, ¡pobre!, cree que vive. Solo hay momentos de plenitud, y aquellos que no lo sepan e insistan en querer vivir siempre, quedarán condenados al mundo del gris y repetitivo andar de la cotidianidad.
    Por esto te amo, viejo reloj, porque somos la misma cosa, tú y yo.

    JORGE BUCAY (Cuento basado en un relato de G. Papini)

    03 enero 2014 | 16:15

  12. Dice ser gómez-parker

    esas manazas parecen un manojo pollas…

    03 enero 2014 | 16:28

  13. Dice ser Enmascarado

    Bueno, por fin alguien que encuentra algo bueno salido de un chino. Tal vez sea que nos cuenta encontrar la utilidad a algunas cosas y las damos por malas, cuando realmente no profundizamos sino en que un reloj tiene que funcionar para medir el tiempo. Suerte que encontraste uno que lo entretiene en lo que deseamos.
    Lo que no inventen los chinos…
    Feliz año nuevo Daniel y lectores. A ver si conseguimos que este reloj que nos compraron en el chino nos lo cambien por otro como el tuyo.

    03 enero 2014 | 18:32

  14. Dice ser Hiroshima.

    La mano se ve asi por el efecto de la foto.

    03 enero 2014 | 20:26

  15. Dice ser Lectora

    Simpulso que buenorro estas!

    03 enero 2014 | 21:57

  16. Dice ser Carpe-diem

    Titulo alternativo: El taxista con el pijama de rayas… P.S.: Bonito sofa…

    03 enero 2014 | 23:04

  17. Dice ser manuel

    Érase un taxista en rayas conservado
    érase un reloj en hora seis y trece
    y un secundero escobar desconcertado
    que aunque dé vueltas mil, según parece,
    no mueve el tiempo y llora fracasado.

    Érase una mano enorme, gigantesca,
    cuyo pulgar indicaba el polo norte
    cerrada en la menor quizá con séptima
    buscando entre los sueños el resorte
    que abriese muy literarias nuevas gestas.

    Érase una vez…

    04 enero 2014 | 17:48

  18. Dice ser Una

    Eso de parar el tiempo sí, te vas a dormir pensando en eso y descansas. Y haces unas cosas… soñando, claro. Sí que sube la moral, jejeje.

    06 enero 2014 | 17:15

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