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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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La publicidad en su laberinto

Hoy hace un mes, en plena Semana Santa, Enrique Dans publicaba en su blog un post con este título, que supongo inspirado en el de la novela El general en su laberinto, de Gabriel García Márquez. Enrique Dans es el gran gurú de internet en nuestro país y siempre hay que hacer caso de lo que dice. Si además profundiza en el tema que a uno le da de comer, con mucha más razón.

La inversión publicitaria en medios ha caído en el primer trimestre de este año en torno a un 15% y, si como todo parece indicar, cerramos este año con fuertes caídas, será el cuarto de los cinco últimos (sólo se salvó, por poco, el 2010) con fuertes retrocesos. Hemos vuelto a las cifras de 1997; en algunos medios, los impresos, a las de los años ochenta. La situación es preocupante.

Claro que la comunicación de las marcas ya no es sólo, no lo ha sido nunca, inversión en medios. Daniel Solana lo explica muy bien en su libro Postpublicidad; esas ideas estaban en el origen del estudio sobre Inversión en Comunicación Digital que IAB puso en marcha y que yo dirigí y presenté a finales de marzo.

Pero vuelvo al artículo de Enrique Dans. Parte del caso de Apple, que gasta cada vez menos en publicidad y consigue unos resultados espectaculares. Es un ejemplo clásico; en nuestro país tenemos otros dos: Zara y Mercadona, líderes en sus sectores respectivos, invierten muy poco en publicidad en medios. Cualquiera de los tres son grandes maestros de las relaciones públicas, el otro aspecto de la comunicación. Se puede discutir si las tiendas de Apple o las presentaciones de Steve Jobs, con una amplísima repercusión en medios, o si los locales de Zara en las mejores esquinas del centro de las ciudades, no son publicidad, pero desde luego llevan muy poca inversión a los medios, unos medios que, además, siempre entran al trapo: las colas ante las tiendas la víspera de un lanzamiento siempre son portada de periódicos o de telediarios; las manifestaciones de Juan Roig sobre la duración de la crisis (algo que favorece a Mercadona) también.

Para Dans la publicidad se ha convertido en una especie de persecución impenitente a un usuario que huye de ella y en muchos sentidos no le falta razón. Copio un párrafo de su argumentación:

Las señales de alarma nunca fueron tan claras: marcas que se encuentran de repente anunciándose en sitios en los que su presencia carece de toda lógica, agencias que prescriben únicamente portales caducos que tan solo congregan a lectores de criterio irrelevante, anuncios que molestan al usuario, métricas manipuladas y distorsionadas, precios que parecen más una partida de póker con trampas que a un proceso con la mínima transparencia que se le debería exigir a toda dinámica empresarial…

Parece un ataque en toda regla al trabajo de las agencias de medios, pero en realidad se trata de un ataque a todo el sistema. Las televisiones, que han sido quienes marcaban las reglas del juego, han preferido siempre tener sus bloques saturados (hemos visto bloques de más de veinte minutos) aún a costa de mantener precios muy bajos; los anunciantes (o una gran mayoría de ellos) han elegido precios bajos en lugar de una mayor calidad. Y los precios bajos de la televisión han arrastrado a todos los otros medios. Así teníamos un sistema al borde de la ruina antes de la revolución del 2.0.

Y ahora nos dicen que la publicidad no tiene que ser intrusiva, que no tiene que interrumpir los contenidos que el usuario quiere ver. En muchos casos son contenidos que el usuario quiere ver de forma gratuita, pagados por los anunciantes, pero de esto no se suele hablar.

Hace dos semanas se publicaba un estudio de Nielsen en el que se ponía de manifiesto que la confianza de los consumidores hacia la publicidad convencional no deja de disminuir, mientras crece en la publicidad on line.

Mark Curtis decía en MarketingNews, que la clave está en la pasión generada por un buen producto y confiar después en el boca a oreja. Está claro que en ocasiones funciona y ahora Internet puede ayudar, pero en muchos casos ese boca a oreja tardará mucho en funcionar si no contamos con un buen detonante. Puede que cuando llegue el éxito la empresa ya haya quebrado.

Javier Regueira también trataba hace unos días sobre el futuro de la publicidad en Marketing Comunidad. La crisis no es coyuntural. Pero no se trata de una lucha entre lo convencional y lo no convencional. Dice Javier:

El único futuro posible es sustituir las campañas basadas en la repetición y la interrupción (que el consumidor bloquea y esquiva) por campañas que el consumidor sí quiera ver.

Vuelvo a copiar a Enrique:

que las señales de alarma ya deberían ser imposibles de ignorar, y que ha llegado el momento de repensar las inversiones publicitarias para adaptarlas a un mundo diferente.

La publicidad no ha muerto; lo que está herida de muerte es la forma de hacer publicidad sin tener en cuenta al consumidor. Lo que puede estar herido de muerte (y yo me alegraré mucho) es la venta de publicidad al peso en busca de las mejores condiciones de unos medios también heridos de muerte.

Pero para eso tendremos que dejarnos de hipocresías.

Los precios de las marcas blancas

Ocurrió hace ya unos años en una reunión en casa de unos amigos: en la primera ronda todos tomamos combinados de cola; para la segunda se generalizó la elección por la bebida alcohólica sola o con hielo. Ya nadie quería combinados.

¿Qué había pasado?

Muy sencillo, los anfitriones se habían dejado tentar por la marca del distribuidor donde habían hecho la compra. Mucha Cola, pongamos por caso.

Hubo unanimidad: a nadie le gustó.

Esto viene a cuento de la publicación reciente de un estudio de Facua, la asociación de consumidores andaluza tan activa últimamente.

Un estudio que ha tenido una amplísima repercusión en los medios.

Enhorabuena a Facua, claro. Ellos hacen bien su trabajo.

Pero a mí no deja de sorprenderme el espacio que ofrecen los medios a todo lo que va en contra de la publicidad, de la que al fin y al cabo viven, y a favor de las marcas de la distribución, respetables pero diferentes.

Así, cuando el estudio hace énfasis en que Coca Cola puede llegar a ser cuatro veces más cara que alguna de las marcas de la distribución, yo (que compro la Coca Cola en botella de cristal de 20 cl.) me pregunto: ¿cuanta gente se arriesgará a ahorrar justo en esto?

A lo mejor pierden algunos amigos.

Me ocurre lo mismo con otros productos de los que también se habla en el informe: ¿me ahorro los 30 céntimos o sigo comprando Asturiana, que es la que me gusta y que además me da confianza?

Esta semana se ha publicado también el estudio Best Global Brands sobre el valor de las marcas: Coca Cola está a la cabeza, por encima de las grandes marcas de informática y telecomunicaciones.

¡Claro! por algunas marcas estamos dispuestos a pagar más. Ese es su valor.

Y en el mismo estudio tenemos la prueba de que el valor de las marcas no lo da sólo la publicidad: Zara es la única marca española que figura entre las más valoradas. Y Zara, como sabemos, no hace prácticamente publicidad.

¿Por qué nos vendemos tan mal los publicitarios?

La publicidad es clave en la construcción de las marcas.

Claro que hay marcas hechas con muy poca publicidad; Zara es el ejemplo español que se cita en casi todos los foros, pero se trata de un número muy reducido de excepciones y la mayoría de ellas pueden discutirse.

En el caso de Zara (que sólo hace algunas páginas endiarios con ocasión de las rebajas) no cabe duda de que sus locales en las mejores ubicaciones de cada ciudad constituyen una magnífica campaña de publicidad Exterior.

Pero hay otro aspecto clave al que me quiero referir hoy: la publicidad juega un papel fundamental en la financiación de los medios. La televisión en abierto o la radio han sido siempre gratuitas porque las pagaba la publicidad; pero ahora tenemos una potente prensa gratuita (diarios y revistas,la marca a la que se acoge este blog es un buen ejemplo) y acceso por internet a una cantidad casi infinita de contenidos por los que el usuario no paga nada.

Sin embargo, la imagen de la publicidad es mala.

Seguimos viendo cómo los medios nos tratan como un mal, necesario pero mal. Sigue siendo muy frecuente ver cómo se da paso a la publicidad casi invitando a que no se vea. Parece que los responsables de los contenidos de los medios no son conscientes de quién paga su sueldo.

Hemos sido capaces de crear marcas potentes, de introducir productos que el consumidor no sabía que necesitaba y hacerlos imprescindibles, de vender ideas, de cambiar el mundo, en muchos sentidos. Pero hemos fallado a la hora de vender nuestro producto: todo esto lo tienes gracias a la publicidad; llega a ti gracias a que, a la vez que te damos a conocer nuestra marca, te estamos pagando los medios en los que te informas y con los que te entretienes.

Quizás haya llegado el momento de hacer una campaña para vender nuestro trabajo.

Esta es la adaptación de un artículo que publiqué en la revista Brandlife hace ya más de un año: en noviembre de 2006. Pero creo que sigue estando plenamente vigente.