Los medios, los medios escritos tradicionales sobre todo, llevan unos años sufriendo.
Una buena parte de ellos hicieron muy pronto su transición hacia internet; varios han cumplido ya quince años en el nuevo soporte, especialmente entre los diarios.
El problema fue que, desde el primer día, se dio por hecho que un diario o una revista en internet tenían que ser gratis.
El coste lo pagaría la publicidad, se suponía. O no.
A la vez se ponían en marcha campañas de rechazo a la publicidad. A la tradicional, al menos.
A la que había que ver a la fuerza.
Pero la audiencia de los diarios en internet, entonces, no justificaba pagar precios altos por la publicidad.
Y se establecieron tarifas bajas.
En muchos casos, además, sólo se pagaba si el usuario hacía clic.
Ahora ya hay mayores audiencias.
Pero es difícil cambiar las normas establecidas.
Por eso los medios han visto el nacimiento del IPad como una gran esperanza.
Apple sabe cobrar por contenidos.
Eso puede explicar algunos movimientos como el de Unedisa, la editora de El Mundo, que siempre se había caracterizado por la defensa del todo gratis en internet, que le había ido muy bien desde los tiempos de Mario Tascón y Sindo Lafuente y que ahora pone en marcha Orbyt, una versión de pago.
Cuando al cabo de dos meses hablan de objetivos cumplidos con 4.000 suscriptores de pago parece confirmarse que en realidad están pensando en otra cosa, quizá en el IPad.
Un objetivo tan modesto como 4.000 sucriptores a menos de 60 euros, o sea un objetivo de 240.000 euros, no parece justificar el esfuerzo.
¿Será el IPad?
¿Estará ahí la salvación de los medios antes llamados impresos?
Aún no tengo claro el mecanismo de esa salvación, pero parece que quien tiene que conocerlo ha apostado a que sí.