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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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El primer spot interactivo en televisión

Hoy hace catorce años se emitió el primer spot interactivo en televisión en España.

En aquella época llevábamos en Zenith la cuenta de Renault, un anunciante muy ligado a la innovación (al menos en aquella época).

Era una tarde del mes de junio; estábamos cuatro gatos en la oficina porque entonces empezábamos  la jornada continua antes que ahora. Llamaron de Canal Satélite Digital para contarnos que con una nueva tecnología se podía hacer un anuncio interactivo en televisión.

Tenemos otro fabricante de automóviles interesado.

Con ese cebo no teníamos escapatoria; el anuncio tenía que ser de Renault. Y lo fue.

Esa misma tarde Maribel Moreno, que era entonces la subdirectora general, habló con el cliente y con la agencia creativa, Tiempo BBDO.

Se modificó el audio de una campaña de Renault Clio que se estaba emitiendo en aquellos momentos, los técnicos de CSD añadieron las funciones necesarias para la incipiente interactividad, se puso en guardia a los concesionarios y en pocos días teníamos la campaña en el aire.

Fue un éxito.

De los poco más de cien mil abonados que tenía entonces CSD más de cuatro mil interactuaron con el anuncio y cerca de mil quinientos solicitaron la prueba. El cliente nos dijo que había sido más efectiva que cualquiera de las acciones de marketing directo que habían llevado a cabo hasta entonces.

La semana pasada participé en Vitoria en el Congreso CARVI sobre televisión conectada. Quise empezar mi charla proyectando aquel viejo anuncio pero no lo encontré: ni en Zenith (en el traslado archivamos todo lo antiguo); ni en Digital +, la heredera de CSD (nos estamos volviendo locos y de momento no lo localizamos); ni Santi, ni Mercedes, que lo sabían todo de Renault en aquella época.

Sí encontré, perdida en la página 50 de Google más o menos, la noticia en la que se contaba aquella campaña en El País.

En la primera página de Google se daba como primer spot interactivo el que ha realizado este año, también para Renault, en esta caso Twizzy, su actual agencia OMD. Curioso ¡catorce años después la misma marca vuelve a tener el primer spot interactivo!

En aquella primera época la empresa más activa fue Corporación Multimedia; Eduardo Matilla me ha proporcionado una memoria con casi toda la producción interactiva de aquellos primeros momentos.

Luego, cuando se fusionaron CSD y Vía Digital y desapareció Quiero, el interés por la interactividad desapareció o casi.

Ahora parece que vuelve, entre otras de la mano de Microsoft. Aunque no sé si, como dice Eduardo Vázquez en su blog, la interactividad y la manera de ver televisión no se llevarán nunca bien.

Si es así, aquellos primeros experimentos de hace catorce años no habrían sido una anticipación sino un error.

¿Tiene futuro la interactividad en televisión? Y usted ¿qué cree?

Un libro lleno de marcas

Hace un par de semanas acabé de leer El mapa y el territorio, la última novel de Michel Houllebecq. Me encantó; especialmente, como me había anunciado Eduardo Vázquez en un tuit, por el giro que da en la segunda mitad.

He leído hace poco que la autorreferencia es postmoderna. Si fuera así esta novela es postmoderna. Al menos tan postmoderna como la segunda parte de El Quijote.

Pero no es de eso de lo que quería hablar hoy, sino de algo mucho más próximo a la temática de este blog: El mapa y el territorio es un libro lleno de marcas. Desde los propios mapas a los que se hace referencia en el título que son, por supuesto, mapas Michelin. El protagonista se mueve casi siempre en un Mercedes.

Al comienzo del libro bebe una Budweisser, pero en otros momentos toma una cerveza más cercana, una Stella Artois, aunque también personajes secundarios en el pueblo, pueden beber una Picon. Compra en el supermercado Casino, echa gasolina en Shell. Cuando viaja en avión sufre las incomodidades de Ryanair y reflexiona sobre la importancia que esta línea aérea ha tenido para generar el atractivo turístico de algunas ciudades con pequeños aeropuertos. (Quizá los de Castellón y Ciudad Real se construyeron con ese fin, pero Ryanair no se fijó en ellas). Uno de los últimos cuadros del protagonista pone frente a frente a los fundadores de Microsoft y Apple. El televisor puede ser un Panasonic o el móvil un Samsung. Y así. Las marcas aparecen con total naturalidad.

Recuerdo que en los primeros años de este siglo tuvo bastante repercusión en los medios relacionados con la publicidad la publicación de una novela de Fay Weldon que se desarrollaba en la joyería Bulgari. Parecía no sólo una novedad sino todo un descubrimiento para las marcas. Yo recordaba entonces que la mayor parte de los personajes de Graham Green bebían JB.

En la última  Directiva Europea de Televisión si Fronteras se ha suavizado la prohibición del product placement en televisión, algo a lo que en España no se hizo mucho caso y que además tenía poco sentido. Las marcas están presentes en nuestras vidas y evitarlas produce una sensación muy artificial.

Hace ya más de quince años, cuando trabajábamos para Renault, ayudamos a que el lanzamiento del Renault Scenic fuera brillante introduciendo el coche en la serie Médico de familia. Para ello hubo que negociar con Supernovelty, de la productora Globomedia. La aportación de Renault tenía que considerarse apoyo a la producción. Lo curioso era que el anterior coche de Nacho Martín (el personaje que interpretaba Emilio Aragón en la serie) también era un Renault, un coche de producción, y hubo que ingeniárselas con los guionistas para que desapareciera sin averiarse. Todo este caso está recogido en el libro de la doctora Cristina del Pino sobre product placement.

Para cumplir la ley habría sido necesario utilizar un coche sin marca, poner en la mesa del desayuno una leche o unas magdalenas sin marca, que la marca del frigorífico o el móvil no fueran reconocibles y así sucesivamente. Nada podría ser más artificial.

Recientemente Asunción Escribano ha publicado un libro sobre las relaciones entre Literatura y publicidad. pero esa es otra historia.

El fin de News of the World

El fin de News of the World ¿podría llegar a ser el fin del imperio Murdoch?

A finales de los años setenta, cuando ya me dedicaba a esto de los medios, pero aún no sospechaba que iba a ser el núcleo de mi vida profesional, leí El honor perdido de Katherina Bloom, una novela en la que Heinrich Böll, el premio Nobel de literatura alemán, contaba el caso de una mujer hundida por una campaña de calumnias urdida por el diario sensacionalista Bild Zeitung.

Ahí surgía la gran pregunta: ¿todo vale para conseguir audiencia (y con ella beneficios)? El Bild Zeitung llegó a difundir en algunos momentos casi cinco millones de ejemplares y superar con creces los doce millones de lectores. Es, sin duda el mayor diario de Europa Occidental y uno de los mayores del mundo. Todo su éxito se basa en el más crudo sensacionalismo.

Ese modelo ha funcionado tradicionalmente muy bien en el Reino Unido. Diarios como el Sun o el Mirror; dominicales como el Sunday Mirror o el propio News of the World son líderes indiscutibles de audiencia y han hecho del término tabloide (el tamaño que tienen esos diarios, que es el mismo de la mayoría de los diarios españoles) un sinónimo de prensa amarilla o sensacionalista.

Cuando el magnate australiano de la prensa Rupert Murdoch llegó a Europa lo hizo a través del Reino Unido, comprando todos los títulos que pudo, desde el prestigioso The Times hasta una buena parte de los tabloides. La otra gran pata era su participación en la plataforma de televisión de pago BSkyB.

Cuando la lucha por la audiencia (y los ingresos, no nos olvidemos) lo justifica todo debe de ser difícil mantenerse del lado bueno de la ley. ¿Por qué no montar un sistema masivo de escuchas telefónicas, que incluya políticos, miembros de la familia real, víctimas del terrorismo o familiares de niños secuestrados? Seguro que se descubre mucho material morboso para conseguir aumentar las audiencias. Alguien decidió dar ese paso.

En teoría todo ese montaje se hace sin conocimiento del magnate ni de los otros miembros de su familia que ocupan altos cargos en la organización. ¿Es creíble? Que cada uno piense lo que quiera.

Pero claro, cuando alguien guarda cadáveres en el armario, si además tiene una ambición infinita, corre un grave riesgo, simplemente con que alguno de sus rivales le pueda poner una pequeña zancadilla.

El momento llegó hace un par de semanas. Murdoch, que ya era el mayor accionista de BSkyB, se planteaba ser el accionista mayoritario, superando el 60% de las acciones. A alguien le dio miedo que el poderoso incrementase aún más su poder y destapó el escándalo de las escuchas.

A partir de ahí los hechos se precipitan: Murdoch anuncia el cierre de News of the World; se ve obligado a renunciar a la OPA sobre BSkyB; varios de los directivos del grupo News International (ninguno de ellos miembro de la familia) renuncian a sus cargos; el propio Murdoch, uno de sus hijos y varios directivos tienen que testificar en el Parlamento y, esto lo acabo de escuchar, Murdoch publica un anuncio en toda la prensa inglesa, incluida la de su competencia, pidiendo perdón por las escuchas.

¿Qué pasará ahora?

Un portal del sector publicitario se preguntaba hace unos días hacia dónde se dirigirá la publicidad que hasta ahora captaba el diario desaparecido. La respuesta, muy lógica, no era muy esperanzadora: lo más probable es que se dirija hacia otros diarios del grupo, probablemente los más sensacionalistas. Aunque algunos anunciantes, entre ellos Renault, han declarado que dejarán de anunciarse en los tabloides del grupo. En España la mayor parte de la inversión que salió de TVE se quedó en otras cadenas de televisión.

En España nunca hemos tenido prensa sensacionalista como tal; esa ha sido una de las razones (entre muchas otras, claro) que yo siempre daba en mis charlas para explicar nuestro bajo nivel de lectura de prensa, al menos hasta hace unos años. Yo creo que ya es muy tarde para que alguien, incluso Murdoch, lo intente.

Pero sí tenemos radio, y sobre todo televisión, sensacionalista, capaz de cualquier cosa para conseguir una mayor audiencia. (Véase Sálvame, La Noria, los actuales maratones de Supervivientes, Aquí hay tomate y tantos y tantos otros ejemplos).

Murdoch estuvo presente en España, en el accionariado de Antena 3, del que salió hace mucho tiempo. Lo tenemos ahora por medio del canal temático Fox. También como empleador de nuestro ex presidente Aznar (que, si no me equivoco, ha permanecido callado a lo largo de todo el escándalo). Y hace unos días se rumoreaba que podría entrar como comprador de ABC. No sé si es el mejor momento.

¿Todo vale para conseguir audiencia?

Yo creo que no. Probablemente por eso nunca he sido, ni seré, empresario de medios.

¿Más o menos?

A punto de entrar ya en el cuarto año de la crisis (ya casi ni nos acordamos de aquel asunto de las subprime en agosto de 2007) seguimos teniendo todas las preguntas, pero cada vez menos respuestas; o, al menos, respuestas menos claras.

¿Debemos trabajar más años y jubilarnos a los 67, o a los 70, o por el contrario tenemos que jubilarnos cuanto antes para dejar paso a otros más jóvenes y, como decíamos en aquel anuncio de Renault, sobradamente preparados?

¿Debemos consumir más y así ayudar al crecimiento de la economía o hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y lo que tenemos que hacer es lo que estamos haciendo ahora, ajustarnos el cinturón y ahorrar como si todos nos fuéramos a quedar sin trabajo la semana que viene?

¿Debemos aumentar las inversiones en infraestructuras y así crear empleo o invertir menos para reducir la deuda y que no nos maltraten los mercados? (Aunque sepamos que, si no somos anglosajones, los mercados nos seguirán maltratando).

¿Debemos tener menos funcionarios (así, en frío) y renunciar a la sanidad pública, a una educación pública de calidad, a tener las ciudades limpias y en orden y a tantas y tantas cosa, o tener los necesarios, bien pagados y exigirles un trabajo de calidad?

¿Debemos recibir más inmigrantes, que hacen los trabajos más duros, que han hecho remontar la tasa de natalidad y que parecen la garantía de las pensiones del futuro o debemos expulsarlos porque ya hicieron su papel y ahora ocupan puestos de trabajo que necesitan los españoles en paro?

¿Debemos producir más y consumir así más energía o menos e ir así hacia una sociedad más sostenible?

¿Debemos hacer más publicidad para estimular el consumo o menos para reducir los gastos?

En concreto ¿las marcas deben hacer más publicidad y así salir reforzadas de la crisis o hacer menos y llevarse la cifra ahorrada a la línea de resultados a corto plazo?

En una situación más confusa, en la que todo cambia muy rápidamente, en especial los consumidores ¿debemos hacer más investigación para conocer mejor la evolución de la realidad y cómo cambian los gustos y las necesidades de nuestros consumidores o menos porque así ahorramos y salvamos algún puesto de trabajo?

Cada uno tendrá sus propias respuestas a esas preguntas, pero me da la impresión de que la crisis, y sobre todo la psicosis de crisis, nos está empujando en una espiral que se realimenta: menos investigación, menos publicidad, menos consumo, medios más empobrecidos, comunicación de menor calidad, menos actividad económica, más paro, menos consumo, menos producción…

Si no somos capaces de romper esa espiral, si seguimos el dictado de esos mercados cada vez más especulativos y más desconectados de las necesidades de la gente real, estamos condenados a vivir en una sociedad peor.

Este artículo se publicó en el último número de Investigación y Marketing, la revista de AEDEMO.

Cuando oigo hablar de sanear la empresa, me pongo enfermo

Tomo prestado el título de una viñeta de El Roto en su libro Vocabulario figurado 2.

El libro me lo regaló Usúe, mi hija, por Reyes.

Un libro con menos de 200 viñetas puede leerse, revisarse, en un rato. Yo he preferido ir paladeándolo poco a poco a lo largo del año.

Así he encontrado ésta muy adecuada al contexto actual: propuesta de prejubilación en Telefónica a los 48 años (¡qué despilfarro de talento para un país!); cientos de despedidos en Frigo, de Unilever, un gran anunciante; más de mil en el caso de Nissan, otro gran anunciante, del grupo Renault en este caso.

Y así, una y otra y otra noticia, en la misma línea.

Vuelvo con El Roto: ¡Por su propia tranquilidad: permanezcan asustados!

Nunca he entendido, y así lo he dicho en público, que en el actual situación los presupuestos tuvieran que ser austeros. Pero parecía haber un acuerdo unánime sobre el tema. Keynes lleva muchos años muerto y bien enterrado.

Pero leo hoy en El País que Paul Krugman, el reciente Premio Nobel de Economía ofrece como la primera de las claves para superar el actual terremoto aumentar el gasto público. Creo que merecería la pena que alguno de nuestros políticos explorara esa solución.

El mito de la autorregulación de los mercados ya se ha demostrado falso. Los mercados se regulan siempre que el péndulo no se haya separado demasiado de la vertical y, sobre todo, siempre que los que rigen la economía no se salten las reglas para enriquecerse a costa de los accionistas de sus empresas a muy corto plazo.

Lo peor de todo es que quienes han hundido a la banca cobrando sueldos millonarios se han llevado además indemnizaciones millonarias por sus despidos.

Parece que esta sociedad, definitivamente se había vuelto loca.

¿Por dónde volverá cuando se recupere la normalidad?

Yo espero que nada vuelva a ser como antes.

Termino con otra viñeta de El Roto: Me dijeron que mi vecino tenía una pistola, así que me compré un fusil. Luego supe que era mentira, pero para entonces él ya tenía un cañón.

Concursos de verano

Acabo de recibir el informe de visitas a este blog correspondiente a la semana pasada. Están por los suelos.

Tras la caída veraniega conseguí recuperarlas durante dos fines de semana, el último de agosto y el primero de septiembre. Pero luego, jornadas de trabajo agotadoras, doce y catorce horas al día, incluídos sábados y domingos, han podido con todo.

Me explico: a finales de julio Telefónica convocó su concurso de agencias de medios.

Telefónica es uno de los mayores anunciantes de España; es más, casi todos los años lidera la clasificación por inversión publicitaria.

O sea que es un concurso al que, si tienes la suerte de que te convoquen, hay que ir.

Telefónica convoca a los grandes grupos y luego cada grupo decide qué agencia será la que le represente en el concurso. Esta vez Publicis decidió que fuera Zenith Media. Todo un honor para nosotros.

Eso sí, te complica mucho el verano. Por no decir que te lo amarga.

El pasado jueves hicimos nuestra presentación. Los últimos Al mediodía.

Al comienzo de la presentación, Carmelo Calvo máximo responsable del área, nos pidió perdón, a nosotros y a nuestras familias, por el verano que nos habían dado. Todo un detalle.

Luego nos tocó resumir en dos horas el trabajo de miles de horas (más de veinte personas, trabajando durante más de un mes con jornadas muy largas). Eso, la labor de resumir, de elegir lo mejor y ser capaz de contarlo, es lo peor de los concursos. Y siempre queda mal sabor de boca: hay cosas importantes (para el que las ha trabajado siempre lo son) que se quedan fuera de la presentación.

Aunque, eso sí, todo, o casi todo, está en la exhaustiva documentación que se presentaba unos días antes.

Telefónica tiene un gran departamento de publicidad, por número de persosnas y por calidad.

Ese fue otro de los aspectos claves de la presentación: dado que iban a recibir a cinco de las mejores agencias de medios y supuesto, con razón, que se iban a presentar cinco grandes trabajos, lo plantearon como un seminario avanzado al que podían acudir ¿todos? los miembros del departamento.

Hablamos ante cerca de cincuenta personas; en algún momento creo que llegaron a ser más.

Uno ya tiene callo de hablar ante grandes auditorios. Es más, como cualquier tímido que un día se decidió a hablar en público, uno prefiere esa situación (hablar a muchos y desde arriba) que el día a día de los grupos pequeños.

Creo que salimos bien del paso.

Pero claro, creo, estoy seguro, que los demás también hicieron un buen trabajo.

Así que ahora le queda a Telefónica lo más difícil: elegir entre cinco buenas opciones. Que Dios reparta suerte.

Yo ya he trabajado para grandes anunciantes como P&G, ING Direct, Ikea, Renault, Iberia o Mercedes.

Pero me gustaría trabajar también para Telefónica antes de jubilarme. A ver si es en esta ocasión.

Como curiosidad y demostración de la potencia de las nuevas tecnologías, antes de terminar nuestra presentación ya había alguna foto de la misma colgada en internet.

Por supuesto, el de Telefónica no ha sido el único concurso del verano, así que el número de damnificados es mucho más amplio: Telepizza, Toyota, Grupo Renault son algunos de los que he visto revolotear por mis proximidades. Seguro que ha habido muchos más.

Lo mejor, claro, todo lo que se aprende.

Toda la información que se acumula para luego ejercitar la habilidad de resumir.