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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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Rafa Caunedo en el Premio Planeta

El jueves se falló el Premio Planeta. La ganadora fue Alicia Giménez Bartlett, de quien aún  no he leído nada, pero que es cuñada de José Ramón, un buen amigo mío. Habrá que darle una oportunidad. La novela ganadora es Hombres desnudos.

El finalista fue el cineasta Daniel Sánchez Arévalo, con La isla de Alice. No conocía su faceta como escritor, así que tampoco he leído nada suyo.

Pero al día siguiente, el viernes, la primera vez que me conecté a Internet (creo que a través del móvil) me encontré con esta foto:

Rafa Caunedo y Ana Castro en la noche de Santa Teresa

Rafa Caunedo y Ana Castro, radiantes de felicidad en la ceremonia del Planeta mostrando en sus manos un trofeo con el logotipo de la editorial.

De Rafa sí he leído tres novelas que, por cierto, he comentado en este blog: Plan B, en el año 2009; Helmut, en 2011 y Se acabó, en 2014. Las tres me gustaron. En las tres ocasiones acudí a la presentación.

¿Habría ganado Rafa algún premio? Entendí que había estado entre los diez seleccionados aunque, como casi todos iban con seudónimo, no lo pude comprobar.

El viernes por la tarde, ante las felicitaciones recibidas, Ana aclaraba en Facebook:

¡Pero que majos sois leche! estuvimos en la entrega del premio Planeta pero no nos concedieron nada … todavía ….

Eso digo yo: …todavía…

Estoy seguro de que Caunedo acabará recibiendo el reconocimiento que se merece.

Pero a quién yo conozco es a Ana. Seguro que ella no se acuerda pero nos conocimos cuando ella era estudiante y vino a Central Media a pedir unos datos para un trabajo que tenía que hacer.

Después ella estuvo en Saatchi &Saatchi, una agencia del grupo en el que trabajo y volvimos a coincidir. Poco.

Siguió por otras agencias y la perdí de vista. O no.

Creo que fue en 2005 cuando llegó a Zenith y acabó ocupando el despacho de al lado del mío. Entonces había despachos.

Recuerdo el primer día en que fuimos juntos a presentar un nuevo negocio. Era en Electronic Arts; ella decía que estaba emocionada por ir junto conmigo a una presentación. Como si yo fuera alguien. Ella que ahora es alta directiva de una de esas multinacionales en las que a cualquiera nos gustaría trabajar.

Fuimos buenos vecinos de despacho. Nos llevábamos muy bien. Pero acabó yéndose; por esas cosas de la vida.

Hace casi dos años, cuando mi hija se quedó sin trabajo después de ser madre y empezó su aventura #mamiconcilia, le pidió a Ana un testimonio. Como es una alta directiva de una gran multinacional le dijo, con razón, que no iba a tener tiempo. Se me ocurrió decirle que, en su casa, el que más conciliaba era Rafa, el marido, y que quizá él podría escribir su testimonio.

Lo hizo.

Seguramente es el mejor testimonio de #mamiconcilia.

Espero, en realidad estoy seguro de, que Rafa acabará triunfando con sus novelas.

Quizá el de esta semana haya sido un paso decisivo.

Mientras vivimos, novela de mujeres y literatura

Hubo una época, antes, mucho antes, de la crisis económica, en la que el Departamento Comercial de TV3 enviaba un libro (el Premio Planeta del año anterior) y una rosa (que en algunos casos fue un bello grabado de autor) para celebrar el día de San Jordi.

Eran otros tiempos.

En algún caso me encontré con dos ejemplares del libro porque ya antes me lo habían regalado por otro lado. Una vez ofrecí mi ejemplar de sobra a los miembros de mi equipo y me encontré con una respuesta desabrida: yo nunca leo libros que hayan ganado el Premio Planeta. Me callé pero pensé en silencio en algunos de los libros que se perdía una persona con esa barrera mental (El jinete polaco, de Muñoz Molina; Lituma en los Andes, de Vargas Llosa; La marca del meridiano, de Lorenzo Silva o El Mundo, de Juan José Millás, entre tantas otras).

Ganar un premio Planeta no es garantía de calidad; todos lo sabemos. Pero tampoco la excluye.

Seguramente de esa época procedía otro de los libros que tenía en casa sin leer y que he rescatado este verano: Mientras vivimos, de @MistralS, como se hace llamar en Twitter Maruja Torres.

Siempre me gustó la Maruja Torres articulista: clara y directa. Podías estar de acuerdo con lo que decía (en mi caso casi siempre) o no (también algunas veces) pero siempre estaba bien escrito, defendiendo siempre con pasión las ideas en las que cree. Si echo de menos mi época de lector dr periódicos es por tres o cuatro columnistas como ella.

Mientras vivimos es una novela de mujeres y sobre mujeres. Judit, la protagonista, es una joven de clase baja (seguramente con algo de la Maruja juvenil) que siente una gran admiración por Regina Dalmau, la escritora de moda que, en plena madurez, está en la cresta de la ola aunque descubrimos que atraviesa una profunda crisis creativa.

Cuando por fin consigue conocerla y trabajar para ella se desencadenan toda una serie de acontecimientos (de sentimientos, sobre todo) que centran la trama de la novela.

Los hechos se entrelazan con los recuerdos de Regina sobre su propio periodo inicial y la influencia de Teresa, una mujer que le enseñó todo sobre la Literatura en la que ella misma nunca llegó a triunfar.

Admiración, celos, envidia, amor, odio, insatisfacción, frustración, toda una vorágine de sentimientos se entremezclan en una novela que, sin ser una gran novela, se lee con facilida e interés.

 

23 de abril: Día del libro

Hoy, como todos los años por estas fechas, me ha llegado el regalo de TV3.

La televisión autonómica catalana es muy respetuosa con sus tradiciones y tiene espléndidos detalles con los que nos dedicamos a esto de la publicidad. Podemos tener cocas o huevos de Pascua y por Sant Jordi no nos falta nunca un libro (el último Premio Planeta) y una rosa (que en los últimos años, con vocación de permanencia, se ha transformado en una obra de arte. Este año es una litografía; de una rosa, por supuesto).

Este año además el Premio Planeta es El Mundo de Juan José Millás. Me encanta Millás y espero que me guste esta obra. El año pasado leí con placer Laura y Julio.

Hay quien tiene prejuicios contra el Premio Planeta. Una vez, en una reunión me comentaron: yo nunca leeré un Premio Planeta. Yo pensé: pues te has perdido El jinete polaco, una de las mejores obras de los últimos veinte años.

Hay muchas más. Yo agradezco musho el gesto, el regalo, de TV3. Gracias, Neus.

Control, una revista de publicidad, ha desarrollado estos días una inteligente iniciativa. Pedir a responsables de distintas agencias la recomendación de un libro que, por alguna razón, no necesariamente publicitaria, les resultara interesante.

Aunque la pregunta iba dirigida a los máximos responsables de las empresas, por esas cosas que muchas veces ocurren (tienen cosas más importantes de las que ocuparse) la pregunta ha acabado llegando a mí.

Mi selección de un solo libro se ha dirigido a El corazón helado, la novela de Almudena Grandes que acaba de recibir el Premio José Manuel Lara al mejor libro de 2007. Para mí también lo ha sido.

Yo leo mucho.

Seguramente ahora un poco menos. El tiempo que dedico al blog sale de alguna parte. Y cuando no trabajo o duermo lo que más hacía hasta ahora era leer. Ahora también, pero menos.

Para la revista Control había que seleccionar un título y así, a bote pronto.

Pero ahora tengo más tiempo y puedo hacer una recomendación, entre los libros que he leído en los últimos meses.

El año pasado se cumplían cincuenta de la muerte de Pío Baroja, un autor que he frecuentado mucho desde mi adolescencia. Se reeditaron varias cosas y yo volví a leer con agrado Desde la última vuelta del camino, esas cuasi memorias tan del estilo barojiano.

Veneno y sombra y adiós, el final de la trilogía Tu rostro mañana, de Javier Marías mantenía el tono y el interés de las dos partes anteriores. Creo que es una obra maestra que merece la pena leer.

No me gustó, o me gustó menos que otras de sus obras anteriores, Viajes por el scriptorium, en la que creo que Paul Auster mostraba signos de agotamiento.

Me encantaron, pese a su dureza (o a lo mejor por eso) los relatos de Los peces de la amargura, una obre en la que Fernando Aramburu muestra las condiciones en que se vive en mi tierra. Un libro muy recomendable.

Otra colección de relatos, Pura anarquía, de Woody Allen, muy irregular peso con destellos próximos a la genialidad que caracteriza al personaje, al autor en este caso.

También era de relatos, muchos de ellos interesantes, Todas las familias felices, del mejicano Carlos Fuentes. Ya saben, la frase inicial de Ana Karenina: todas las familias felices se parecen, las desgraciadas lo son cada una a su manera.

He recuperado el placer por leer a Henry James, en concreto dos antologías de relatos que llevaban en su título la palabra selecto. Y lo eran.

Acabo de leer Mil cretinos, lo último de Quim Monzó, que en general me ha gustado menos que otras colecciones anteriores.

También leí el libro de diarios de Bioy Casares en el que se recogían todas las referencias a Borges. Un tocho de lás de 1600 páginas que uno lee basándose en la admiración por ambos autores. Creo que Bioy es un autor extraordinario, casi siempre tapado ¿voluntariamente? por la sonbra de Borges. Bueno, para mí fue un ejercicio de voluntad para acabar descubriendo una cierta mezquindad en la personalidad, en el día a día, de dos genios. A los que, por supuesto, seguiré admirando.

Leí Una historia de la lectura de Alberto Manguel, un libro precioso en edición de lujo que me deceocionó un poco, quisá poeque esperaba demasiado.

No me defraudó Arthur y George, de Julian Barnes, un británico del que ya había leído varias cosas y a quien merece la pena conocer.

Sé que me gustó El mar de John Banville, pero ahora veo que me dejó poca huella.

He leído dos obras de Ohran Pamuk, el premio Nobel turco: una autobiográfica, Estambul y una de sus primeras novelas El castillo blanco; creo que las dos merecen la pena. Se trata de un gran escritor.

Otro premio Nobel y otras memorias, Las pequeñas memorias de Saramago; agradables de leer pero que yo no elegiría entre las mejores obras del autor.

Ravel, una novela corta del francés Jean Echenoz, se leía con interés.

Entre dos libros españoles recientes me gustó más Mira si yo te querré, de Luis Leante, que Nuestra epopeya de Manuel Longares, aunque los dos tienen un interés superior a la media.

La mujer justa de Sandor Maraï forma parte de la obra, siemore interesante de este magnífico autor húngaro que hemos redescubierto caso veinte años después de morir.

Compro y me regalan muchos libros, así que sigo teniendo mucho material para leer. Pero ahora tengo un nuevo Millás a la cola.