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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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La mejor publicidad en Medios Sociales

En el transcurso de pocos días han llegado a mis manos varias recopilaciones de campañas de calidad que han utilizado los medios sociales.

Son una buena muestra de por dónde se está dirigiendo la nueva comunicación publicitaria, que trata de apoyarse en los usuarios para alcanzar una repercusión cada vez mayor.

Merece la pena verlas con detenimiento.

Marketingdirecto.com recogía la selección hecha por la revista Forbes de las mejores campañas de la historia en Social Media. La primera, ya bastante antigua, el vídeo que sirvió para el lanzamiento de la película El proyecto de la bruja de Blair, todo un hito en la nueva comunicación. También figuran la de la batidora de Blendtec, los patinadores de Evian, el pollo de Burger King y otros muchos ejemplos clave de esta nueva forma de comunicar.

Nethunter, uno de los blogs de la revista Anuncios, el que escribe Gema Requena, nos ofrecía la selección hecha por la revista Social Media Examiner de los mejores ejemplos en Facebook. Tenemos casos de Red Bull, Oreo, Coca Cola y muchas marcas más. Gema además trata de extraer las reglas que llevan al éxito comercial en Facebook.

De nuevo Marketingdirecto.com nos ofrecía la lista elaborada por W&V de los mejores virales interactivos. Vemos el del oso y el cazador de TippEx, del que hablé aquí hace algunos días, el de Old Spice, que ha sido protagonista en los festivales este año, el de Nokia y varios más.

Si pueden dedicar un rato a disfrutar de todos estos ejemplos, no se arrepentirán.

Contra las máquinas

La compañía de seguros Liberty ha conseguido plasmar en su última campaña un sentimiento que, creo, muchos compartimos.

Yo mismo había tocado este tema hace unos meses.

Con el fin de destacar que son la compañía con más mediadores, destacan la importancia de la atención personal frente a la, cada vez más extendida, de los contestadores telefónicos automáticos.

El movimiento en contra de las máquinas ya se produjo, hay que reconocer que con poco éxito, al comienzo de la revolución industrial, allá por el siglo XIX.

Creo que esto no es exactamente lo mismo.

Pero esta nueva vuelta del capitalismo para aumentar beneficios a costa de reducir puestos de trabajo, puede acabar saliéndole cara.

Esta revolución en la comunicación puede acabar costando a algunas compañías muchos clientes.

Yo al menos prefiero que me conteste una persona, sobre todo si es capaz de resolver mi problema, a que una máquina me vaya desviando de un sitio a otro mientras el contador de consumo telefónico va corriendo en mi contra.

Las compañías han conseguido que nos echemos la gasolina nosotros mismos (ellas ahorran empleados pero a nosotros nos cuesta igual); que nos sirvamos en el supermercado (pesemos la fruta y le peguemos el precio) o en el restaurante y nos cueste lo mismo, que hagamos las gestiones bancarias que antes nos daban hechas y nos cueste lo mismo…

Igual ha llegado el momento de reivindicar otra vez el papel de las personas.

Número privado

En las últimas semanas ha habido dos noticias relacionadas con el marketing telefónico.

A mediados de agosto se hacía público que el Ministerio de Sanidad y Consumo pondrá en marcha una Ley para regular lo que algunos periodistas llamaban spam telefónico.

Yo creo que el nombre no es del todo correcto: casi siempre nos llama alguien a quie en la letra pequeña de algún contrato hemos autorizado a llamarnos. Pero es igual de molesto.

Yo hace tiempo que tomé la decisión de no coger ninguna llamada que se identificara como número privado.

Muchas veces resulta imposible cumplirla. Son tan insistentes que acabas contestando aunque sólo sea para que dejen de llamar.

Pero ni aún así.

Hace pocos días llamaron a mi casa con una oferta tentadora (que para mí en concreto no tenía ningún interés y así se lo dije a mi interlocutora).

Al día siguiente, después de muchas llamadas sin contestar, acabamos cogiendo otra. La misma empresa, eso sí con otra teleoperadora, hacía la misma oferta que ya habíamos rechazdo el día anterior.

Pero no queda ahí la cosa. Pocos días después, tras muchas llamadas sin contestar, cogimos otra en la que una tercera señorita de la misma empresa volvía a realizar la misma oferta.

En otra ocasión me llamaron a las ocho de la mañana de un domingo a preguntarme si estaba contento con mi compañía telefónica. La noche anterior había estado cenando fuera. No puedo reproducir mi contestación.

El marketing telefónico se puede hacer bien o mal. Como la publicidad se puede hacer bien o mal. O como escribir o jugar al fútbol se pueden hacer bien o mal.

Pero creo que últimamente el marketing telefónico se está haciendo mal en demasiadas ocasiones.

Sobran llamadas a puerta fría (en este caso será a línea fria) y faltan servicios de atención adecuados.

Porque el complemento al caso anterior es el que todos hemos sufrido cuando llamamos para pedir que nos arreglen una avería o una factura en exceso y un contestador automático nos lleva de un teléfono a otro, gastando nuestro dinero y sin solucionar nada.

En ese contexto, cuando Telefónica anuncia que va a empezar a cobrar por el servicio de identificación de llamada, que hasta ahora teníamos como promoción, las sensaciones son, como tantas veces, contradictorias.

Yo podía vivir perfectamente antes de tener ese servicio, cuando me llamaban cogía el teléfono y casi siempre era una llamada que me gustaba recibir.

Ahora hay tantas llamadas que prefiero no coger, que el sevicio de identificación casi se ha hecho imprescindible.

Pero creo que si el dinero que se gastan las compañías (no sólo las de telecomunicaciones) en hacer llamadas para ofrecer servicios que no hemos solicitado lo dedicaran a dar un mejor sevicio de atención al cliente, mejor nos iría a todos.

Incluídas las compañías que nos atosigan con sus llamadas.

En los cursos de Dirección se estudia que mantener a un cliente cuesta cinco veces menso que conseguir uno nuevo.

Pero parece que no nos lo terminamos de creer.