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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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After dark

Íñigo tiene dieciséis años.

Es el hijo mayor de Ana, mi hermana pequeña.

Hace unos días, cuando empezaron las fiestas de Vitoria, hizo su primera gau pasa, empalmó sin dormir hasta el día siguiente.

LLegó a casa, como debe ser, con el periódico y el desayuno para todos.

After dark, de Haruki Murakami, mi tercera lectura del verano, es, entre otras cosas y sobre todo, la historia de una gau pasa a la japonesa.

Es una novela breve, con mucha música de fondo, como todo lo que yo conozco de este autor. Un retrato de la sociedad japonesa actual, muy interesante.

La protagonista, Mari, una joven de diecinueve años pasa la noche fuera de casa. Ese es el comienzo de una breve serie de aventuras que nos permiten conocer mejor el Japón actual.

En una sola noche nos da tiempo de intuir el mundo de los love ho, los hoteles del amor, el de las mafias chinas y también los sentimientos de unos jóvenes un tanto desorientados.

Lecturas para el verano: Plan B

Yo también sucumbí a la extraña atracción de Mikael Blomkvist y Lisbeth Salander, los personajes de la trilogía Millenium, de Stieg Larsson.

Igual que tanta gente.

Más de la mitad de las personas que veo leyendo libros en el Metro (y son muchas, cada vez más) van leyendo algún libro de la trilogía. La mayoría de los restantes leen alguno de los título de la serie Crepúsculo. A mí los vampiros me atraen menos.

Los títulos de la serie son elaborados.

En Semana Santa leí el primer tomo: Los hombres que no amaban a las mujeres.

En el puente del Corpus empecé La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina. Luego lo terminé a ratos perdidos en unas dos semanas más.

Ahora tengo preparado para el comienzo de las vacaciones La reina en el palacio de las corrientes de aire.

Me llevo también Papeles inesperados, esperando que este Julio Cortázar recientemente recuperado me proporcione alguna grata sorpresa. Siempre guardo buenos recuerdos del Cortázar de los relatos.

También un Murakami, lo último de Atxaga, La región más transparente de Carlos Fuentes, que no lei en su momento y alguna cosilla más por si me queda tiempo.

En verano sobre todo leo. Y cuando más leo es en verano.

Pero este año también he leído algunas otras cosas interesantes.

Estoy terminando En Europa, un libro en el que el periodista holandés Geert Mak recorre en una furgoneta la historia de Europa a lo largo de todo el siglo XX. Es un documental muy ameno y sumamente interesante.

Poco antes de Semana Santa llegó a mis manos Plan B, de Rafael Caunedo, el marido de una amiga, ex compañera en esto de la publicidad.

Es un libro muy recomendable, sumamente entretendio, lleno de acción. La vida de un empresario cambia radicalmente a raíz de un fortuito accidente doméstico.

A partir de ahí se desencadena toda una serie de hechos que atrapan la atención del lector.

Está publicado por Ediciones Atlantis.

Muy recomendable para los que no se atrevan a enfrentar las más de 2000 páginas de Millenium. O para los que se las hayan leído ya.

Siempre es bueno tener un Plan B.

El placer de la lectura


Leer es desordenado, disperso y siempre incitante.

El pasado fin de semana leí Una lectora nada común, un libro de Alan Bennett. Una delicia.

Se lee en muy poco rato, pero se disfruta de principio a fin y si a uno le gusta leer, seguro que se ve reflejado en la peripecia personal de la Reina de Inglaterra imaginada por Alan Bennett.

La frase con la que inicio el post es una cita del libro. También lo son los dos párrafos que siguen:

Si le hubieran preguntado si la lectura había enriquecido su vida habría contestado que sí, sin duda alguna, aunque habría añadido con la misma certeza que al mismo tiempo la había vaciado de toda finalidad.

No pones la vida en los libros. La encuentras en ellos.

Casi todo el mes de diciembre y los primeros días de enero los dediqué a leer Las benévolas, de Jonathan Litell, un libro duro sobre el holocausto, los nazis y la Segunda Guerra Mundial, escrito en primera persona, desde el punto de vista de un oficial de las SS. Por momentos llega a ser muy desagradable, pero seguro que refleja una situación que fue real.

También tiene detrás una curiosa historia real: el autor, un americano de Nueva York, que vive en Barcelona, consiguió con esta obra el Premio Goncourt, el más prestigioso de las letras francesas.

Últimamente he leído varios libros relacionados con Japón. Se trata de una serie de casualidades.

Empecé con Norwegian wood, Tokio blues en su versión española, mi primer contacto con Haruki Murakami. Me encantó. Una historia triste en el fondo, pero llena de vida.

Más sencillo resulta La fórmula preferida del profesor, de la escritora Yoko Ogawa, todo un juego sobre las capacidades socializadoras de la matemática elemental.

La elegancia del erizo, de Muriel Barbery, tiene un actor secundario japonés, pero una adolescente francesa fascinada por el manga y la cultura japonesa como una de sus principales protagonistas. Se lee bien.

Otro elemento que se ha repetido en mis últimas lecturas son los deportes típicamente americanos, el beisbol y el fútbol americano, eso que se parece a nuestro rugby, tenían presencia destacada en las dosnovelas japonesas que he citado, pero aún más en La cuarta mano, de John Irving, todo un ejercicio sobre la autonomía de los miembros trasplantados. He leído cosas mejores de este autor, pero me gustó.

En todo caso, si sólo se tiene un rato para leer, vuelvo a mi recomendación inicial: No hay que perderse Una lectora poco común.