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El Tour de Francia, de Mario Fossati

A finales del año pasado leí El Giro de Italia, de Dino Buzatti. Hacía más de cuarenta años de mi primer contacto con el autor: en los años sesenta había leído El secreto del bosque viejo, y cerca de veinticinco del momento en que profundicé bastante más en su conocimiento cuando leí la impresionante El desierto de los tártaros. Ya en esta década devoré los Sesenta relatos que publicó Acantilado. He leído en algún sitio que Buzzati es un autor de culto. No lo sé; sé que engancha y que, en muchas ocasiones te deja pensando en el trasfondo y el significado de su relato.

Así que, cuando vi que la editorial Gallo Nero había publicado El Giro de Italia, su experiencia periodística, como corresponsal de Il Corriere de la Sera, en la carrera del mismo nombre del año 1949 no dudé en comprarlo (los lectores de este blog ya conocen mi debilidad por el ciclismo) y disfruté mucho con su lectura. Los últimos años cuarenta y casi todos los cincuenta fueron los grandes años del ciclismo italiano que fue encadenando los éxitos de Fiorenzo Magni, Gino Bartali y Fausto Coppi, uno de los más grandes de todos los tiempos al que se conoce como Il campionissimo.

El libro de Buzzati recoge las incidencias de la carrera, pero es muchísimo más que eso: son los paisajes de una Italia con una Segunda Guerra Mundial muy reciente, son los retratos de sus gentes y ¡claro! la rivalidad entre los campeones. Si te gusta el ciclismo no te lo puedes perder, pero creo que si te gusta la buena literatura, tampoco.

Este año, en mi visita a la Feria del Libro, pasé por la caseta de Gallo Nero. Incluso estuve hablando con Donatella Iannuzzi, la editora, que ya tiene entre sus proyectos un libro sobre La Vuelta a España (aquí mi sueño: me encantaría colaborar). Entre otras novedades tenían El Tour de Francia, de Mario Fossati. Lo compré, por supuesto, y ha sido una de mis lecturas de este verano.

Hace cinco o seis años ya había leído Los forzados de la carretera: el Tour de 1924, de Albert Londres, que publicó Melusina. Los tiempos van cambiando, mejoran las carreteras y las bicicletas, cambian las tácticas, toman mayor peso los equipos, pero el ciclismo no pierde su carácter épico.

El Tour de 1952, el que narra Fossati, se corría todavía (fue así hasta los años sesenta) por selecciones nacionales. Italia tenía entonces a todos los mejores, una ventaja pero también un gran problema para su seleccionador que tenía que compaginar los egos, muy grandes, de los tres grandes campeones. El libro comienza así mucho antes del primer día de carrera, con las negociaciones que Binda, el seleccionador, tiene que hacer con el entorno de Coppi, de Magni y de Bartali, el número de gregarios que aportará cada uno, cómo se decidirá el liderazgo del equipo y cual será la estrategia una vez que se decide apostar por Coppi.

El dominio del equipo italiano es abrumador y la victoria de Coppi, que gana todas las etapas importantes, la general con casi media hora de diferencia y la clasificación por equipos, es apabullante.

Fossati no se limita a contarnos los avatares de la carrera, entra también en las intrigas que se producen en el hotel tras cada etapa, los celos, las envidias y el trabajo de Binda para sobreponerse a todo ello.

En el Tour del 52 también tuvieron una gran actuación dos españoles (Bernardo Ruiz y Francesc Gelabert, especialmente el primero) que se clasificaron entre los diez primeros de la general. Bernardo Ruiz, el corredor de Orihuela, hizo podium, como se diría ahora. Pero, la visión de Fossati, muy centrada en el equipo italiano, no nos permite apreciar el tamaño de sus hazañas.

El Giro de Italia, de Dino Buzzati

Hace ya casi cincuenta años leí El secreto del bosque viejo, mi primer contacto con Dino Buzzati. Creo que me lo regaló mi hermanao José Ramón, mi mejor consejero de lecturas en aquella época. Desde entonces seguí leyendo esporádicamente a Buzzati. Recuerdo la intensa impresión que me causó El desierto de los tártaros, hará ya cerca de treinta años y luego Los siete mensajeros o, hace pocos años, los Setenta relatos.

Aún es más antiguo mi contacto con el ciclismo como deporte: recuerdo haber visto pasar desde el balcón de la casa de mi abuela una etapa de la Vuelta a España del 55, la primera de las que, durante unos cuantos años, organizó El Correo. Aquel desfile multicolor me enganchó para siempre. Desde entonces vi la Vuelta una o más veces cada año; mi padre me llevaba al puerto más interesante de la zona o a ver la llegada de la etapa. Al día siguiente eran los movimientos previos a la salida, los trámites de la firma de los participantes, casi siempre en la Plaza de España.

Siempre me pareció que el ciclismo era un deporte muy literario. Recuerdo las crónicas, en El Correo de mi adolescencia, de Gerardo Olazábal o Alejandro de la Sota, que siempre leí con gusto, no sólo por conocer el desarrollo de la etapa.

Cuando en el año 1995 Javier García Sánchez publicó L’Alpe D’Huez, una gran novela sobre ciclismo, la leí con fruición. Luego la regalé también a algún amigo ciclista.

Así que cuando vi que la Editorial Gallo Nero había publicado El Giro de Italia, de Dino Buzzati no tuve ninguna duda: tenía que leerlo. Esta mañana lo he terminado. No se trata de una novela, sino de la recopilación de las crónicas que Buzzati escribió para Il corriere de la sera durante el Giro de 1949, el año en que Fausto Coppi, il campionissimo, tomó el relevo de Gino Bartali, el fraile volador. (Yo recuerdo haber visto a Coppi, en la Vuelta del 59, cuando abandonó precisamente después de la etapa de Vitoria; poco después murió de una enfermedad que contrajo en África en una cacería).

El libro transmite toda la belleza del ciclismo, los paisajes italianos, las luchas entre los favoritos, el hastío durante las jornadas de transición, la decepción de los aficionados que esperan cada día una batalla decisiva entre los grandes, que sólo en dos ocasiones se produce. Un ciclismo muy diferente del actual, mucho más épico, con diferencias abismales, pero con parecidas tácticas de equipo, con un curioso e interesante juego de bonificaciones…pero sobre todo narrado con una exquisita calidad literaria.

He disfrutado mucho con la lectura de esta pequeña joya.