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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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El precio justo

No voy a hablar de uno de los programas de televisión de mayor audiencia de la historia de España, aunque no está mal recordar de vez en cuando que a finales de los ochenta dos tercios de la población española se sentaban frente al televisor para ver un mismo programa: El precio justo, que producía Jorge Arqué con su Videomedia, una de las grandes en la producción española.

Esta es otra historia.

Ayer recibí un tuit (uno de esos mensajes cortos en la red Twitter) de Sam Júdez, una publicitaria catalana a la que no conozco personalmente, lo que no impide que goce de una gran admiración por mi parte; hace poco le voté como la mejor publicitaria joven. El tuit linkaba a un artículo de la contra de La Vanguardia y Sam comentaba:

¿Y si abogáramos por el fair cost? Made in Europe: producimos donde no todo vale.

El artículo, una entrevista de LLuis AmiguetNancy Fraser, a quién tampoco conocía (es tremendo, con los años mi incultura crece en lugar de disminuir) está lleno de ideas sugerentes. Lo mejor es que lo lean entero pero voy a entresacar alguna de esas ideas para quienes, como nos pasa a todos habitualmente, no tengan tiempo de acercarse al artículo completo.

el hambre de trabajo de millones de inmigrantes chinos del campo a la ciudad permite milagros productivos globales.

a medida que los trabajadores de países emergentes vayan adquiriendo más derechos –ojalá los logren pronto– nosotros, los empleados de países anteriormente ricos, los iremos cediendo… con nuestros salarios.

Cada vez que un trabajador norteamericano entra en Wal-Mart y compra productos chinos baratos está rebajando su salario.

Usted compra barato lo que antes fabricaban en su país o en otro país europeo que respetaba los derechos laborales y, de ese modo, contribuye a liquidar su empleo y a rebajar su propio salario.

Pero seamos realistas: no podemos bajarnos del tren de la globalización, porque aislarse sería peor que la peor de sus consecuencias.

Cada Estado protegía a sus ciudadanos y, mediante sus impuestos, redistribuía la riqueza que creaba su economía en forma de servicios del Estado de bienestar. Pero para poder redistribuir la riqueza, primero hay que crearla, y lo que Europa fabricaba y vendía para mantener sus servicios hoy lo fabrican y venden mucho más barato los países emergentes.

…los occidentales ya hemos cedido bienestar sin darnos cuenta…Recuerde que sus padres podían vivir relativamente bien sólo con el salario del cabeza de familia. Hoy son imprescindibles dos sueldos para mantener el mismo nivel de vida en un hogar.

la vida low cost: usted paga menos y así le acaban pagando menos a usted.

Y en el otro extremo está el high tech: Google, Facebook, Apple… Son sectores californianos donde los sueldos se han disparado.

¡Aquí (en Europa) evaden sus impuestos!

Porque sus estados nacionales europeos ya son impotentes para hacerles pagar. Pueden confiscar las rentas del trabajo de sus clases medias, pero son incapaces de hacer pagar a grandes fortunas o multinacionales.

Se gravan más las rentas del trabajo que las del capital, precisamente por la misma lógica anticuada: si se molesta al gran capital, se irá a otra parte y perderemos inversiones. Si evitáramos los paraísos fiscales –algo perfectamente factible con la suficiente presión ciudadana–, se frenaría ese proceso.

Y concluye:

Necesitamos un nuevo cosmopolitismo que sepa ver que nuestros grandes problemas globales ya no tienen soluciones nacionales. Así podremos crear instituciones globales para solucionarlos.

La idea de fair cost, que propone Sam Júdez, me parece excelente; utópica, pero excelente. Si nos negáramos a comprar productos que son muy baratos porque proceden de la explotación de personas, si frenáramos el poder del capital financiero especulativo y los paraísos fiscales, estaríamos defendiendo a los trabajadores chinos…y nuestros propios puestos de trabajo. Puede ser la última línea de defensa del Estado del Bienestar.

Merece la pena pensarlo.

El mundo se hunde

El mundo se hunde…y yo de vacaciones.

Hace un par de semanas reactivé mi cuenta de Twitter, (MadinaED) a la que no había hecho caso desde que me dí de alta para probar, allí por el mes de mayo de 2008.

La frase con la que inicio este post es la única de las que he escrito desde entonces que ha tenido alguna repercusión entre mis, escasos, followers.

Empezar con esto unos días antes de irse de vacaciones tiene algunas ventajas (observar lo que hacen otros, mucho más que hacer uno mismo) pero también algunos inconvenientes: da la sensación de que estás solo en el mundo y además es difícil establecer una línea que luego será imposible seguir.

Estos días los temas dominantes han sido el 15M y sus derivados indignados: la indignación se extendió a Israel, mientras la english revolution ha adquirido unos tintes mucho más violentos. Pero sobre todo la revolución que no cesa, la de la crisis de los mercados y de las deudas soberanas. Que las agencias de calificación (las mismas que hace tres años mantenían la valoración de Lehmann Brothers) se hayan atrevido a rebajar la de Estados Unidos ha sido todo un elemento diferencial.

Releyendo viejos papeles he encontrado un estudio del National Bureau of Economic Research, publicado a comienzos de la actual crisis en el que se llegaba a la conclusión de que los periodos de recesión duran por término medio menos de un año. Analizando las ocho crisis vividas en Estados Unidos entre 1948 y 1981 la media de duración es de 11,7 meses y ninguna había superado los 17 meses.

En este agosto se cumplen cuatro años desde el primer estallido de la crisis actual, lo que entonces llamamos burbuja de las hipotecas subprime, algo que nunca pensamos que nos iba a afectar tanto y a lo largo de tanto tiempo.

En verano uno puede seguir la actualidad a través de varios periódicos y varios noticiarios, pero estoy comprobando que los twits de los amigos también añaden algo.

Estos días he vivido casi en directo el nacimiento de Mia Varsawsky, la hija de Martin Varsawsky (no le conozco personalmente, aunque durante bastante tiempo trabajé para él: los lanzamientos de Jazztel y de ya.com se hicieron desde Zenith). ¡Enhorabuena, Martin! También estoy viviendo casi en directo la puesta en marcha de Ideonomia, la empresa que lanzaron hace poco dos buenos amigos (con estos he trabajado).

Marcos de Quinto está en plena campaña en favor de la formación de los ciudadanos. También puntualiza: estábamos muy felices con eso de que el capitalismo es el sistema menos malo y se nos olvidó seguir mejorándolo. Y también: lo peor de lo que está pasando es que no sabemos lo que está pasando y por qué está pasando.

En una línea similar Mario Tascón afirma: Tenemos que empezar a trabajar en el mundo que queremos para nuestros hijos, no sólo en salvar viejos trastos.

Incluso he visto ya en Twitter alguna oferta de trabajo, seguro que muy apta para alguien más joven que yo.

Hay un cierto movimiento (que yo interpreto en contra) sobre el Estado del Bienestar: Yo pago por cosas que no uso y otros usan cosas que no pagan. Pues sí, a lo largo de la vida hay momentos en que no necesitamos cosas por las que pagamos, pero podemos necesitarlas cuando ya no podemos pagarlas. Yo creo que eso es bueno y deberíamos lucha para mantenerlo.

Periodistas 21 ha estado muy pendiente de la movilización cidadana que se ha vivido en Londres para contrarrestar los disturbios.

Juanjo Azcárate promueve el contrato a tiempo parcial, la conciliación y la participación femenina (son más y mejores autónomas).

Creo que este verano, estos últimos años, nos estamos jugando mucho. No podemos perder de vista lo que pasa.