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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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Los 10 tuiteros imprescindibles

El portal marketingdirecto.com publica de vez en cuando listas en las que selecciona un cierto número  de tuiteros a los que recomienda seguir. Hace dos años creo que fueron 20 y yo @MadinaED estaba entre ellos. Eso hizo que aumentara en algo más de cien el número de seguidores que tenía entonces. Luego ha habido otras listas en las que no aparecía.

El martes pasado publicó una nueva lista. Esta vez de diez. Yo no la había visto, pero noté que de repente empezaba a crecer rápidamente el número de seguidores en Twitter, un número que últimamente se había mantenido muy estable. Pronto vi un aviso de un tuit en el que me mencionaban como uno de los 10 tuiteros imprescindibles que todo marketero debe seguir en 2016.

No sé cual es el criterio que se sigue para seleccionarlos; desde luego no es el número de seguidores (en ese caso yo nunca saldría entre los primeros). Una colaboradora del portal me dijo ayer que lo habían votado entre las redactoras (así en femenino; sé que son una mayoría aplastante, pero creía que había algún chico) que piensan que publico tuits interesantes. Espero que los lectores del blog también lo piensen de estos posts.

Es todo un honor.

Verse en una lista de 10 imprescindibles refuerza el ego; si además se comparte esa lista con personajes de tanto prestigio como Enrique Dans o Félix Muñoz, tan populares como Risto Mejide, tan polémicos como Gaby Castellanos, tan reconocidos en el mundo digital como Ismael El Qudsi, Javier Regueira o Gema Muñoz @sorprendida, tan prolíficos como Javier Piedrahita, el director del propio portal o tan influyentes como Pablo Herreros, el hombre que se enfrentó a Tele 5; si entre ellos uno encuentra varios buenos amigos ¿qué más se puede pedir?

Así que muchas gracias a MarketingDirecto, a sus redactoras y a Javier. Por seleccionarme y por ponerme en tan buena compañía. En estos dos días son cerca de trescientos mis nuevos seguidores. Espero no defraudarles.

¿Cuánto te costaría Internet sin publicidad?

Queremos tener todos los contenidos de Internet gratis, sin publicidad y que las empresas que nos dan todo eso no trafiquen con nuestros datos. ¿Estamos en el País de Nunca Jamás, de Peter Pan?

Estos días se está comentando mucho el informe Adblocking goes mainstream (Bloquear la publicidad se hace mayoritario, en traducción aproximada) realizado por la empresa Page Fair, con la colaboración de Adobe. El pasado día 9 Enrique Dans, @edans, seguramente el bloguero más influyente de España, lo comentaba en su blog.

Según el estudio, que es la continuación de otro realizado hace un año, los navegadores provistos de software de bloqueo de la publicidad son ya 144 millones en todo el mundo, una cifra espectacular, pero no tanto como su evolución: en un año ha aumentado un 167%, es decir que casi se ha triplicado.

Dans señala que una gran parte de la publicidad presente actualmente en Internet es molesta, y apuesta por una autorregulación del sector. El problema es que los sistemas de bloqueo no distinguen entre publicidad molesta y publicidad grata, aceptable, por lo que toda se bloquea, sin dar oportunidad a las buenas prácticas. La solución propuesta por AdBlok Plus (que las marcas que lleguen a compromisos que eviten esa publicidad molesta sean incluidas en una lista blanca que pase el filtro) parece un tanto ingenua.

Otro gran influyente en temas de tecnología, Antonio Ortiz, @antonello, en su blog Error 500, se preocupa por el porvenir de los medios ante la situación que puede llegar a producirse. Mientras las personas que bloqueaban la publicidad eran un 1% no había por qué preocuparse; el problema se producirá cuando ese porcentaje llegue al 13 (ahora estamos ya en el 5).

¿Qué ocurrirá con los medios (que se financian con publicidad, no nos olvidemos) cuando los usuarios, en una gran proporción, la bloqueen? Antonio propone dos soluciones: la publicidad integrada en los contenidos (que ahora llaman nativa) y el pago directo a los medios. Pero aunque el estudio de PageFair habla de un 29% de usuarios dispuestos a pagar por contenidos @antonello no lo cree realista. Yo tampoco, al menos en España. Y la publicidad integrada corre el riesgo de situarse en la frontera de lo aceptable si no se identifica claramente como algo separado del contenido editorial del medio.

Hace unas semanas la empresa ebuzzing presentó un estudio sobre este tema en el Reino Unido. En el estudio, realizado por la empresa Censuwide, un 98% de l0s encuestados declaró que no estaba dispuesto a pagar por una Internet sin anuncios. En los casos en que existe una versión premium sin publicidad el 77% de la población nunca paga por ella. Ebuzzing calculó que, en el Reino Unido, cada usuario debería pagar 170€ al año para mantener una Internet con los mismos servicios que la actual.

Creo que las cifras no son extrapolables directamente a España, donde pagar por los medios ha sido siempre un fenómeno muy minorotario. Lo más probable es que el porcentaje de quienes no están dispuestos a pagar sea aún más alto.

Recordemos que cuando Whatsapp anunció que iba a cobrar 89 céntimos de euro al año casi se monta una revolución. En muy poco tiempo se nos había olvidado que antes de la llegada de esta herramienta para mandar mensajes SMS, pagábamos por cada mensaje una cantidad comparable a esa.

Una empresa como Spotify (la plataforma de streaming con mayor volumen de suscripción a nivel mundial) que ofrece música a gusto del consumidor a cambio de escuchar publicidad y tiene una versión premium a un precio muy asequible tiene, según cifras no oficiales, un 25% de usuarios premium a nivel mundial, pero un porcentaje mucho menor en España.

Si queremos seguir recibiendo de forma gratuita los contenidos que disfrutamos ahora en Internet tendremos que estar dispuestos a recibir a cambio publicidad. Otra cosa será que exijamos a los anunciantes y a los publicitarios que encuentren y utilicen fórmulas que sean lo menos molestas que se pueda.

En todo caso, siempre podemos recordar que si el producto que usas es gratis es porque tú eres el producto.

La Noria ¿otra vez?

Pero ¿otra vez andamos con La Noria?¿No desapareció de las parrillas a principios de año?

Hace más o menos un año Tele 5 tuvo un problema con el programa La Noria: el bloguero Pablo Herreros puso en marcha una campaña en Internet a raíz de una entrevista pagada a la madre de El Cuco, condenado en el caso Marta del Castillo. Entonces yo intenté explicarlo a los lectores de Casi Enteros.

Cuando la semana pasada vi que se reactivaba el problema, no me lo podía creer. Volver a poner en marcha (con una querella contra Pablo Herreros) uno de los casos más notorios en Internet, lo que Enrique Dans llama uno de los peores ejemplos de gestión de crisis de la historia, me parece una torpeza indigna de los gestores de una gran empresa, como es Mediaset. Se suponía además que Tele 5 había pedido perdón a los anunciantes por el error de entonces.

Ahora se encuentran con una nueva acción en Internet, promovida por un periodista del prestigio de Mario Tascón,  (que fue director de las ediciones on line de El Mundo y El País y lanzó La Información) que ha conseguido en la plataforma change.org, más de 150.000 firmas de ciudadanos que no estamos de acuerdo con esa querella. Esta vez se pide a los anunciantes que retiren su publicidad hasta que Tele 5 retire la querella.

Vaya por delante que no me parece bien que se utilice la publicidad, o un posible boicot hacia los productos anunciados en la cadena, como arma para presionar a Tele 5, pero…

…pero tampoco creo que la libertad de expresión ampare la libertad para calumniar, o la libertad para pagar a criminales por ser entrevistados, o para promover o ensalzar el asesinato u otros delitos.

Hace unos días un directivo influyente en el sector publicitario me decía que todo lo que no esté específicamente prohibido por las leyes se puede tratar en televisión y si está ahí los anunciantes pueden poner su publicidad.

Si alguien me pregunta (es fácil decirlo, porque sé que nadie lo hará) yo no dejaría que mis marcas apoyaran contenidos de este tipo. Esa es la única forma de que las televisiones no los pongan…y si los anunciantes apoyan esos contenidos, el consumidor está en su derecho de no comprarlos si se siente incómodo con ellos.

Hablando con una colega de otra empresa yo le decía: es un terreno muy resbaladizo, pero no perdamos de vista cual es el origen del problema: alguien denuncia como inaceptables unos contenidos inaceptables. Yo creo que no se puede consentir que la justicia acabe condenando al denunciante y ese es, entiendo, el sentido de la iniciativa de Mario.

Y, aunque como dicen los anunciantes en la nota de su asociación, la AEA, la publicidad se planifica en función de la audiencia de los programas y su perfil, sería de un gran cinismo olvidarse de que la publicidad financia los programas en los que se emite y que no existirían programas indignos si la gente no los viera (tuvieran poca audiencia) y la publicidad no los acompañara. 

 Algunos han interpretado que la querella de Tele 5 es una venganza contra el mensajero, la persona que puso en marcha la campaña del año pasado. No lo creo; pero sí creo que es una gran torpeza.

Señores de Tele 5: no sean torpes; retiren la querella contra Pablo Herreros. Y, por favor, no resuelvan con querellas sus problemas en los medios sociales. Los fuegos no se apagan echando gasolina.

Cuando la televisión sigue siendo el medio que capta más publicidad y casi toda la publicidad en televisión se concentra en sólo dos empresas, el problema para los anunciantes puede llegar a ser muy grave si no pueden utilizar una de ellas.

Y volviendo a la metáfora del fuego: yo no creo que sea buena idea volver a cargar sobre los anunciantes. Pero me da la sensación de que si ponemos el foco ahí será como si en un incendio en lugar de condenar al que lo ha provocado detienes al conductor del camión de bomberos que se metió por dirección prohibida al ir a apagarlo.

La salida a Bolsa de Facebook

Ya han pasado dos semanas desde la salida a Bolsa de Facebook y se va generalizando la impresión de que ha sido un fracaso. En varios sitios he llegado a leer: desde la salida a Bolsa Mark Zuckerberg ha perdido cuatro mil millones de dólares (o la cantidad que correspondiera a la cotización de ese día).

Ese me parece un primer error: Zuckerberg ha ganado en todo caso un montón de dinero con la salida a Bolsa; quienes han perdido son los que, creyendo que la cotización de la acción seguiría subiendo, compraron a 41 dólares y ahora la ven por debajo de 30. Facebook tiene ahora mucho dinero para invertir en investigación, en mejoras de su producto o para comprar las aplicaciones que necesite para conseguir rentabilidad. Por ejemplo para mejorar su posibilidad de incluir publicidad en su versión para móviles, que confesó como una de sus debilidades poco antes de la salida a Bolsa.

Quienes tampoco perdieron, seguro, son los causantes del desaguisado, los bancos colocadores que calcularon un precio que se ha demostrado irreal. El siempre acertado Norberto Gallego lo contaba así en su blog.

Una red con cerca de mil millones de usuarios en todo el mundo que han declarado allí voluntariamente sus gustos y aficiones tiene sin duda un gran valor, pero lo tendrá mucho más cuando clarifique su modelo de negocio. Parece que, en plena crisis del mercado publicitario ese modelo no puede basarse sólo en publicidad. Al menos no sólo en la explotación de sus formatos iniciales, los botones de la columna de la derecha en los que casi nadie reparaba.

No suelo creer en conspiraciones, pero me llamó mucho la atención que justo la semana anterior a la salida a Bolsa, General Motors, uno de los mayores anunciantes del mundo y también uno de los mayores anunciantes en Facebook comunicara que dejaba de hacer publicidad en esa red social. Es una noticia que se ha comentado poco y, al menos hasta donde yo he podido ver, no en relación con la caída de la cotización.

Las razones de esa retirada son pueriles: no obtenía los beneficios esperados; vender más coches. La relación directa entre hacer publicidad en Facebook (o en cualquier otro sitio) y vender coches es algo que no resiste el menor análisis (o, mejor dicho, que sólo con buenos análisis se puede llegar a determinar la aportación de cada acción).

Algunos analistas piensan que el uso que estaba haciendo General Motors de su inversión en Facebook era inadecuado y lo comparan con el trabajo de compañías como Ford o Mercedes, con una utilización mucho más adecuada de la nueva comunicación más interactiva que propicia el mundo 2.0.

También se ha publicado que la razón por la que General Motors retiró su inversión de Facebook fue que la red no admitió las presiones para introducir nuevos formatos e incluso admitir el patrocinio de toda la compañía por parte del fabricante de automóviles. Podría ser, pero nadie me quita de la cabeza que la oportunidad del anuncio pudo favorecer a algunos especuladores.

No creo que Facebook vaya a desaparecer pero, como dice Enrique Dans en su blog, esa y otras redes sociales ya nos han mostrado su necesidad. Si desapareciera sería sustituida por otro producto mejor.

La publicidad en su laberinto

Hoy hace un mes, en plena Semana Santa, Enrique Dans publicaba en su blog un post con este título, que supongo inspirado en el de la novela El general en su laberinto, de Gabriel García Márquez. Enrique Dans es el gran gurú de internet en nuestro país y siempre hay que hacer caso de lo que dice. Si además profundiza en el tema que a uno le da de comer, con mucha más razón.

La inversión publicitaria en medios ha caído en el primer trimestre de este año en torno a un 15% y, si como todo parece indicar, cerramos este año con fuertes caídas, será el cuarto de los cinco últimos (sólo se salvó, por poco, el 2010) con fuertes retrocesos. Hemos vuelto a las cifras de 1997; en algunos medios, los impresos, a las de los años ochenta. La situación es preocupante.

Claro que la comunicación de las marcas ya no es sólo, no lo ha sido nunca, inversión en medios. Daniel Solana lo explica muy bien en su libro Postpublicidad; esas ideas estaban en el origen del estudio sobre Inversión en Comunicación Digital que IAB puso en marcha y que yo dirigí y presenté a finales de marzo.

Pero vuelvo al artículo de Enrique Dans. Parte del caso de Apple, que gasta cada vez menos en publicidad y consigue unos resultados espectaculares. Es un ejemplo clásico; en nuestro país tenemos otros dos: Zara y Mercadona, líderes en sus sectores respectivos, invierten muy poco en publicidad en medios. Cualquiera de los tres son grandes maestros de las relaciones públicas, el otro aspecto de la comunicación. Se puede discutir si las tiendas de Apple o las presentaciones de Steve Jobs, con una amplísima repercusión en medios, o si los locales de Zara en las mejores esquinas del centro de las ciudades, no son publicidad, pero desde luego llevan muy poca inversión a los medios, unos medios que, además, siempre entran al trapo: las colas ante las tiendas la víspera de un lanzamiento siempre son portada de periódicos o de telediarios; las manifestaciones de Juan Roig sobre la duración de la crisis (algo que favorece a Mercadona) también.

Para Dans la publicidad se ha convertido en una especie de persecución impenitente a un usuario que huye de ella y en muchos sentidos no le falta razón. Copio un párrafo de su argumentación:

Las señales de alarma nunca fueron tan claras: marcas que se encuentran de repente anunciándose en sitios en los que su presencia carece de toda lógica, agencias que prescriben únicamente portales caducos que tan solo congregan a lectores de criterio irrelevante, anuncios que molestan al usuario, métricas manipuladas y distorsionadas, precios que parecen más una partida de póker con trampas que a un proceso con la mínima transparencia que se le debería exigir a toda dinámica empresarial…

Parece un ataque en toda regla al trabajo de las agencias de medios, pero en realidad se trata de un ataque a todo el sistema. Las televisiones, que han sido quienes marcaban las reglas del juego, han preferido siempre tener sus bloques saturados (hemos visto bloques de más de veinte minutos) aún a costa de mantener precios muy bajos; los anunciantes (o una gran mayoría de ellos) han elegido precios bajos en lugar de una mayor calidad. Y los precios bajos de la televisión han arrastrado a todos los otros medios. Así teníamos un sistema al borde de la ruina antes de la revolución del 2.0.

Y ahora nos dicen que la publicidad no tiene que ser intrusiva, que no tiene que interrumpir los contenidos que el usuario quiere ver. En muchos casos son contenidos que el usuario quiere ver de forma gratuita, pagados por los anunciantes, pero de esto no se suele hablar.

Hace dos semanas se publicaba un estudio de Nielsen en el que se ponía de manifiesto que la confianza de los consumidores hacia la publicidad convencional no deja de disminuir, mientras crece en la publicidad on line.

Mark Curtis decía en MarketingNews, que la clave está en la pasión generada por un buen producto y confiar después en el boca a oreja. Está claro que en ocasiones funciona y ahora Internet puede ayudar, pero en muchos casos ese boca a oreja tardará mucho en funcionar si no contamos con un buen detonante. Puede que cuando llegue el éxito la empresa ya haya quebrado.

Javier Regueira también trataba hace unos días sobre el futuro de la publicidad en Marketing Comunidad. La crisis no es coyuntural. Pero no se trata de una lucha entre lo convencional y lo no convencional. Dice Javier:

El único futuro posible es sustituir las campañas basadas en la repetición y la interrupción (que el consumidor bloquea y esquiva) por campañas que el consumidor sí quiera ver.

Vuelvo a copiar a Enrique:

que las señales de alarma ya deberían ser imposibles de ignorar, y que ha llegado el momento de repensar las inversiones publicitarias para adaptarlas a un mundo diferente.

La publicidad no ha muerto; lo que está herida de muerte es la forma de hacer publicidad sin tener en cuenta al consumidor. Lo que puede estar herido de muerte (y yo me alegraré mucho) es la venta de publicidad al peso en busca de las mejores condiciones de unos medios también heridos de muerte.

Pero para eso tendremos que dejarnos de hipocresías.

Internet, derechos de autor y derechos sin más

He dejado pasar unos días desde que el Congreso tumbó la llamada Ley Sinde; mientras tanto he tratado de leer algo más para ver si entendía las diversas posturas. Y he encontrado algunos artículos que voy a enlazar desde aquí. Hay muchos más; es un tema muy polémico, pero confieso que no entiendo muy bien las posturas más extremas.

Tengo más amigos entre los defensores a ultranza de internet sin limitaciones, que han llevado contra las cuerdas a la Ley Sinde que entre los autores y los defensores del copyright. Creo que internet no tiene sentido sin los enlaces; internet es lo que es gracias a que podemos enlazar con otros contenidos. Pero creo también que los autores, los creadores, tienen derecho a cobrar por su trabajo, a vivir de él. Así que cuando veo a los líderes interneteros  salir en defensa de los ladrones de derechos, de los portales de descargas gratuitas que se lucran con contenidos de otros (y esa es la sensación que dan cuando despotrican en los medios contra los cierres administrativos de ese tipo de sitios) no consigo entenderlo bien.

Yo estoy a favor de la libertad en internet; pero esa libertad no puede ser la libertad para robar. Y defender al ladrón (o al perista, que vende lo que han robado otros) frente al detentador de los derechos no me parece lo mejor para el futuro de internet.

Está claro que el canon fue un error (no tiene sentido que yo tenga que pagar a otros autores por un soporte en el que voy a grabar algo que yo mismo he creado; o algo por lo que ya he pagado antes).

Está claro que el modelo de negocio que se basaba en cobrar por cada copia (un dinero que en su mayor parte iba a un intermediario) no se puede mantener con el estado actual de la tecnología.

¿Entonces?

Entonces hay que buscar otras soluciones. Y esas soluciones no se encuentran desde posturas encastilladas como las que han venido manteniendo hasta ahora los dos bandos en disputa.

Por eso creo que la reunión que Alex de la Iglesia (aquí la versión de Alex de la Iglesia) y miembros de la Academia de Cine mantuvieros con algunos de los líderes de internet (Víctor Domingo, Julio Alonso– que lo cuenta aquí– y otros) puede ser un paso en una dirección interesante. No entiendo por qué no se había intentado antes.

De los artículos que he leído, el que me parece más completo y más ponderado es éste de Javier San Román, el Director de la revista Interactiva. Recomiendo su lectura, aunque resumo sus ideas principales por si el tiempo escasea: 1. El defensor de la libertad de expresión pierde argumentos cuando para defenderla quiere acallar al que opina de otro modo. 2. Los creadores tienen que saber defenderse de quienes les roban, pero la mejor manera no es dejar esa defensa en manos de pretendidos creadores que en realidad no lo son, o lo son de una obra escasa y de escasa calidad. 3. Las operadoras deberían dejar claro cual es su papel en todo esto y si se están lucrando con el tráfico generado por la piratería y 4. Los políticos deberían dejar claro cual es su postura sobre este tema y defenderla independientemente de otro tipo de intereses (aquí al autor le sale una vena ingenua). La conclusión: hay que definir el nuevo modelo de mercado para la creación.

También me pareció interesante el artículo de Nacho Escolar en el que trataba de calcular el dinero que se puede estar moviendo en las páginas de descargas gratuitas y analiza el caso de seriesyonkies.

El artículo de Enrique Dans, uno de los gurús de internet, se centra más en la crítica del modelo vigente de derechos de autor y a la llamada industria cultural, que en su posible evolución de cara al futuro, pero aporta un punto de vista interesante.

Por último una información: la Ley Sinde no ha muerto a su paso por el Congreso; podría revitalizarse y acabar saliendo adelante si en el Senado se adapta de manera que partidos ajenos al PSOE la puedan apoyar (y casi todos están de acuerdo en defender los derechos de los creadores). Esperemos que sea un paso adelante en el que ganemos todos. Ni el todo gratis ni la piratería son las mejores soluciones para que internet crezca como a todos nos gustaría; claro que los cierres arbitrarios de sitios tampoco lo serían.

¿Se acaban las tarifas planas de internet?

La bomba estalló a finales de agosto: Julio Linares, un alto directivo de Telefónica hablaba en la UIMP de Santander de la necesidad de acabar con la neutralidad de la red. Eso viene a ser algo así como que los datos de quién más paga tengan preferencia y circulen más rápido por internet que los de aquellos que paguen menos.

Pero quienes entienden de esto vieron también un aviso para navegantes: en el fondo nos estaban diciendo que eso de las tarifas planas (se entiende tarifas planas asequibles) se iba a acabar.

Y se armó la guerra.

El tema de la neutralidad de la red y el de su gobernanza son interesantes y complejos. Alguna vez he pensado tratarlos aquí y finalmente he desistido.

Pero esta puede ser una buena ocasión.

En algunos países se ha declarado el acceso a internet como uno de los derechos básicos. Incluso se habla de internet gratuito para todos. Esa es la opinión de Tim Berners Lee, el padre de la world wide web.

Pero internet requiere unas infraestructuras (cables de fibra óptica, antenas de telefonía móvil,…) cada vez más potentes y caras, que hay que tender y mantener. Con nuestra lógica de sociedad capitalista nadie lo hará si no ve un negocio en ello.

También requiere de contenidos de calidad (de los otros va a haber, seguro) que también son costosos y hay que pagar de alguna manera. Aquí no hay muchos modelos de negocio que funcionen, aunque los que lo hacen, y Google es el mejor ejemplo, lo hacen muy bien.

Me llamó la atención que ninguna operadora saliera al quite diciendo que ellos mantendrán sus tarifas planas contra viento y marea. Está claro que la idea, seguro que con matices, no les parece del todo mal.

Enrique Dans se erigió en portavoz (o uno de los portavoces más seguidos) de la postura en favor de la neutralidad:

eliminar la neutralidad de la red es lo mismo que matar internet.

Incluso el Senado vio la oportunidad de apoyar la neutralidad:

está en contra de que los usuarios que usan más internet paguen más

Ese es el momento en el que me empieza a sonar a demagogia y me saltan las alarmas. Sí, pedir internet gratis para todos puede ser popular y dar votos. Atacar a las operadoras, en especial a las dominantes, que ganan muchísimo dinero, es muy popular.

¿Y si no fuera todo tan sencillo?

Internet gratis para todos y con altísima capacidad es una maravilla por la que merece la pena pelear. Yo también la apoyo. Pero a lo mejor no es realista.

Puede que al defender una tarifa plana igual para todos, tanto para los que hacen un uso normal de interés como para los que se dedican a descargas intensivas y continuadas de todo tipo de contenidos los primeros estén financiando el consumo de los segundos, incluídos los piratas, que además podrían disminuir mucho la velocidad de los que hacen un uso normal.

Como decía David Torrejón en Marketing News:

ocupen sus asientos. Comienza el combate.

Seguro que hay una postura intermedia, sensata y realista. Pero casi seguro que nadie la va a defender.