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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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Atención telefónica

Yo siempre quiero ser atendido por la operadora (o el operador, en esto no tengo manías, pero las grabaciones siempre suelen hablar en femenino).

¿Cuántos pasos hay que saltar, cuántos números hay que marcar, cuántas palabras hay que decir (y que no te entiendan) hasta conseguir hablar con una persona?

Creo que muchas compañías han perdido el norte y no se dan cuenta de la cantidad de clientes que pueden perder, o al menos dejar insatisfechos, por ahorrarse unos euros en sueldos y seguridad social y sustituir a personas por robots.

Por cierto ¿por qué se llamarán contestadores automáticos unos artilugios que hacen cualquier cosa menos contestar?

Claro que el colmo es cuando suena el teléfono y al cogerlo suena una voz de robot grabada que pretende vendernos algo.

¿Existirá alguien que le compre a un robot?

¿Quién convence a las empresas para que utilicen robots como vendedores?

Esos, quienes son capaces de convencer de que los robots venden, sí que son buenos vendedores.

Ha llegado la hora de poner en marcha un movimiento anti robots y contestadores.

Si alguien lo inicia que cuente conmigo.

Contra las máquinas

La compañía de seguros Liberty ha conseguido plasmar en su última campaña un sentimiento que, creo, muchos compartimos.

Yo mismo había tocado este tema hace unos meses.

Con el fin de destacar que son la compañía con más mediadores, destacan la importancia de la atención personal frente a la, cada vez más extendida, de los contestadores telefónicos automáticos.

El movimiento en contra de las máquinas ya se produjo, hay que reconocer que con poco éxito, al comienzo de la revolución industrial, allá por el siglo XIX.

Creo que esto no es exactamente lo mismo.

Pero esta nueva vuelta del capitalismo para aumentar beneficios a costa de reducir puestos de trabajo, puede acabar saliéndole cara.

Esta revolución en la comunicación puede acabar costando a algunas compañías muchos clientes.

Yo al menos prefiero que me conteste una persona, sobre todo si es capaz de resolver mi problema, a que una máquina me vaya desviando de un sitio a otro mientras el contador de consumo telefónico va corriendo en mi contra.

Las compañías han conseguido que nos echemos la gasolina nosotros mismos (ellas ahorran empleados pero a nosotros nos cuesta igual); que nos sirvamos en el supermercado (pesemos la fruta y le peguemos el precio) o en el restaurante y nos cueste lo mismo, que hagamos las gestiones bancarias que antes nos daban hechas y nos cueste lo mismo…

Igual ha llegado el momento de reivindicar otra vez el papel de las personas.