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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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La cena de Navidad y las opiniones en Internet

Hace ya unos cuantos años que organizo con mi amigo Emilio la comida de los amigos del colegio mayor. Yo me encargo de convocar y convocar a la gente y Emilio selecciona y negocia con el restaurante. Cada año sosmos más; esta vez cerca de setenta personas que nos conocimos hace más de 45 años en el Aquinas y que, con suerte, aún nos reconocemos.

Emilio hace las cosas bien y nadie protesta por los restaurantes que elige ni por los precios que consigue. Somos gente que no regatea pagar diez euros más por una comida o un vino un poco mejor.

Otra cosa es la cena de la familia. Ahí hay que tener mucho cuidado con los precios y no se puede fallar.

Este año Pepe, mi cuñado, que se encargaba de la selección del restaurante, propuso varios. Todos por el barrio.

Había uno que inicialmente nos recomendaba más. Tenía buena pinta y estaba en buen sitio. Nos venía bien a todos. Así que entramos en Internet para ver qué referencias había. La primera hablaba de camareros antipáticos y estafadores y de cucarachas por el salón. El comentario era anónimo. Casi todas las demás referencias eran buenas y hablaban de una buena relación calidad-precio.

Pero, habiendo tantos restaurantes donde elegir ¿quién se arriesgaba a ir y pelear con los camareros antipáticos o a tener que pisotear cucarachas para llegar a la mesa? Nadie fue a comprobarlo. Elegimos el segundo de la lista y cenamos muy bien.

Ese es el riesgo de las opiniones en Internet. Nos pueden ayudar mucho, pero también pueden hundir un negocio. Me acordé de nuestra cena de Navidad cuando leí hace unos días en el blog de Zenith un artículo sobre la sentencia que, en Estados Unidos, ha obligado a Yelp, un sitio que vive de publicar opiniones sobre servicios, restaurantes, hoteles,… a identificar a los autores de las críticas negativas.

El demandante, un limpiador de alfombras de Virginia, argumentó que estaba seguro de que quien había escrito las críticas negativas no era cliente de su empresa. El juez argumentó que un cliente tiene derecho a exponer su opinión, sea positiva o negativa, pero las críticas de un no cliente son difamación y sólo tienen el objetivo de dañar al criticado.

Internet nos proporciona mucha información pero, como todo, está abierto a la picaresca: un competidor puede escribir críticas negativas con el fin de perjudicar a otra empresa, pero también una empresa puede escribir sus propias críticas positivas, o pagar a presuntos clientes para que se las escriban. El otro día, en una conferencia, escuché decir que un porcentaje alto (no recuerdo el número exacto) de las críticas que maneja Amazon son pagadas. (Algo que también podíamos sospechar que ocurría en los medios tradicionales).

¿Te ha ocurrido a ti?¿Has cambiado una decisión que tenías casi tomada tras leer una mala crítica en Internet?

¿Te influyen más las opiniones en Internet que la publicidad que, al fin y al cabo, ya sabes que está pagada?

La comida de Navidad

Ayer tuvimos la comida de los amigos del colegio mayor.

Eso quiere decir de gente que nos conocemos desde hace algo más de ¡cuarenta! años, cuando llegamos al Aquinas a estudiar nuestras carreras.

En mi grupo hay una mayoría de ingenieros (Caminos, Agrónomo, Teleco…) y, curioso, los dos que acabamos estudiando Matemáticas somos los que tenemos algo que ver con este mundo de la publicidad. Incluso tenemos una relación, más allá de la amistad, su empresa es cliente de la mía; lo era desde antes de que yo llegara.

Luego está Antonio, el genio, que primero hizo Químicas y luego Farmacia y nunca conoció lo que era un suspenso (y seguramente tampoco un aprobado raso).

Aquellos eran otros tiempos y en un colegio mayor podías encontrarte con gente de toda España. En el grupo hay varios catalanes, andaluces, un aragonés, un extremeño, un manchego y yo, un vasco.

Ahora eso es más difícil. Pero se le puede dar una vuelta más: los Erasmus, o los que hacen carrera internacional pueden tener un grupo parecido pero multinacional. No sé si es lo mismo.

Muchos vivimos en Madrid, pero no todos.

Nosotros intentamos vernos varias veces al año, aunque no siempre lo conseguimos. Al menos la cena de Navidad, que lleva dos años siendo comida, no falla los últimos años. A esta vamos con nuestras mujeres; ninguno hemos cambiado de pareja en estos años complicados.

Todos estamos igual que hace cuarenta años. El tiempo no ha pasado por nosotros. O eso decimos.

Muchos recuerdos, algún proyecto, mucha nostalgia…lo pasamos bien.