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2016 volvió a ser un buen año para el Cine

Hacía muchos años que el Cine no superaba en España los 100 millones de entradas vendidas. Este año lo ha conseguido. Ha crecido un 6% respecto al año pasado y ha rebasado, por muy poco (100,27), esa cifra simbólica. No ocurría desde el año 2008, a comienzos de la crisis económica.

Tal como iba el año se esperaba más pero diciembre fue un mes algo peor que el del año pasado lo que impidió llegar a mejores cifras.

La recaudación total ha sido de 601,77 millones de euros, lo que nos da un coste medio para la entrada de, casi exactamente, 6 euros, una cifra que para quienes vivimos en Madrid puede parecer muy por debajo de mercado.

Se explica por varias razones: el Cine no cuesta lo mismo en todos los sitios; los grandes picos de ventas de entradas se dan en las llamadas Fiestas del Cine, en las que el precio suele quedar por debajo de los 3 euros; cada semana a los picos de sábados y domingos suele añadirse el Día del Espectador que también oferta un precio reducido; en muchas salas hay precios especiales para determinados públicos (los mayores, por ejemplo)…

Aquí siempre hemos defendido que la asistencia al Cine es muy sensible al precio.

Últimamente veo que algunos exhibidores parecen estar convencidos de ello, o al menos están probando la hipótesis: los cines Conde Duque ofrecen varios días del espectador cada semana; las salas de los cines de la Prensa, en la Gran Vía, siempre tienen precio reducido. Seguro que en toda España hay muchos más ejemplos y creo que les funcionará.

Fotograma de Un monstruo viono a verme (FOTO: Tele 5)

Hay otro aspecto interesante: de nuevo (ha pasado en cinco de los seis últimos años) la película más taquillera ha sido una película española: Un monstruo viene a verme, de Juan Antonio Bayona. Sus tres últimas películas han sido grandes éxitos de taquilla. En casi todos los casos es película española más taquillera del año era una producida por una cadena de televisión (en este caso, y en casi todos, Tele 5) para cumplir la cuota obligatoria de producción de Cine a que les obliga la ley.

Hace poco, en uno de los desayunos que organiza el Foro Nueva Comunicación, Alejandro Echevarría, Presidente de Mediaset, se quejaba de tener que estar sometidos a esa obligación. No le falta razón desde el punto de vista de una competencia ampliada que ahora les llega con empresas multinacionales (Netflix, HBO. Amazon,…) que parecen no estar sometidas a esa misma ley.

Pero, con quejas y todo, las inversiones obligadas que están haciendo los dos grandes grupos de televisión privada en España se están mostrando, en una gran parte de los casos, muy rentables.

Podría decirse además que su producción de Cine dignifica la calidad de lo que habitualmente suelen hacer en televisión.

2016 ha sido un buen año para el Cine en general y para el Cine español en particular aunque ninguna película ha llegado a las recaudaciones de los últimos años. Esta vez destacan varios títulos de animación: Mascotas, Buscando a Dory o Zootropolis. En el caso del cine español, además de la citada destaca Palmeras en la nieve, que repartió su recaudación entre los últimos días de 2015 y los primeros meses de 2016.

La esperada Rogue One, enésima secuela de Star Wars, se ha quedado a medio camino de la recaudación esperada, si bien puede ser un caso similar al último citado: todavía puede completar su recaudación en el año que comienza.

Todo parece indicar que 2017 puede volver a ser un buen año, con producciones interesantes que están comenzando a llegar y con una situación económica algo más desahogada que la de los últimos años.

Si además se revisara la tributación del Cine sería fantástico.

El Cine era una fiesta

Hace unos días se celebró una nueva Fiesta del Cine, esos tres días entre semana en los que una bajada del precio de las entradas y una buena campaña de comunicación consiguen que las salas se llenen y se conviertan en la fiesta que el Cine siempre debe ser. Una sala casi vacía es una cosa muy triste.

Esta vez la asistencia creció un 5% respecto a la Fiesta que se celebró un año antes y se superaron los 1,7 millones de espectadores.

La Fiesta del Cine volvió a demostrar la importancia del precio de la entrada.

Tras una larga crisis, provocada en parte por la crisis económica, pero también por las nuevas maneras de consumo audiovisual que se han impuesto, especialmente entre los jóvenes su principal público en la fase anterior, el Cine se recupera en todos sus indicadores: aumenta el número de espectadores en los análisis realizados por Rentrak (ahora ComScore); aumenta la audiencia recogida por el EGM y aumenta también, a muy buen ritmo, la inversión publicitaria según recogen tanto Infoadex como i2p, aunque con importantes diferencias en sus estimaciones.

Todo son buenas noticias para el Cine aunque seguramente el número de espectadores crecería aún más si se generalizara la costumbre, que ya veo en algunas salas, de variar los precios en función de los días de la semana (más baratos los días de menos afluencia) o de la película proyectada (más baratos para películas de menor presupuesto o de menor acptación popular).

Si, como parece evidente, el precio es una variable determinante de la asistencia al Cine, actuar sobre el precio puede ser la raíz de la solución a un problema que, aunque ahora sea menos grave, sigue exitiendo.

¿Vamos a dejar que el cine se muera?

Hace pocos días se han publicado los datos del Ministerio de Cultura sobre asistencia al cine correspondientes al año pasado.

Como viene siendo habitual en los últimos años, son patéticos.

El cine vuelve a perder nueve millones de espectadores.

Ya sólo quedan 108 millones, poco más de dos asistencias por persona y año.

En cuatro años han desaparecido 36 millones de espectadores. Cada español ha dejado de ir casi una vez al año al cine. O, teniendo en cuenta que ya no llegan a la mitad los españoles que van al cine alguna vez, Los que iban casi cinco veces al año, ahora apenas llegan a tres.

Además el cine español pierde cuota; ahora ya sólo representa el 13,3% de las asistencias.

Pero yo creo que ese no es el problema.

2008 fue un año sin película de Almodóvar ni de Amenábar, los reyes españoles de la taquilla.

Lo que está enfermo es el cine como concepto tradicional; el cine en sala; el cine como experiencia.

Justo cuando más se habla de la importancia de crear experiencias.

Hay quién encuetra en el precio del cine, el cine en sala sale muy caro, la explicación a la crisis.

Pero eso no explicaría el cierre de video clubs y la disminución drástica en la venta y alquiler de películas.

Parece más lógico pensar en las descargas por internet. Ya sé que a Goliat, mi ex comentarista, no le gustaba esta explicación.

Si este fuera un nuevo canal de venta, no sería demasiado grave.

Lo malo es que en algunos de los nuevos canales de distribución no llega ni un euro de retorno a quienes invirtieron en la producción de la película.

Y así probablemente no volverán a arriesgar en nuevos proyectos.

Mientras tanto, el cine como medio publicitario parece estar ya herido de muerte.

La inversión publicitaria en cine cayó un 45,4% en 2008, según Infoadex.

La caída es del 56% si se compara con el año 2003.

Y si las previsiones de Zenith Vigía no fallan, aún nos queda por ver una nueva caída de más del 28% en 2009.

La inversión en cine se extingue.

Yo creo que es una pena.