Nunca me ha gustado ir de compras. Ni siquiera ahora que se pueden hacer por Internet.
Otra cosa es salir yo solo a comprar regalos; sobre todo si es sin presupuesto. Hace unos días era nuestro aniversario de boda y salí a media tarde casi sin ideas. Al volver traía mi buena media docena de regalos; todos tuvieron muy buena acogida. ¡Un éxito!
Pero lo de salir a comprar en pareja es otra cosa. No sé si es general pero creo que sí. Los ritmos son absolutamente diferentes. Una mujer puede pasarse horas de tienda en tienda, o incluso en una sola, antes de decidir qué va a comprar. Seguro que al final la decisión es acertada y hace la mejor compra. Pero el acompañante acaba…poniéndose pesado.
Los hombres somos diferentes; yo al menos. Las pocas veces que salgo a comprar sé lo que quiero, o eso creo, y decido rápido. Después no se me ocurre comparar para comprobar que acerté; si había una oferta mejor, me la perdí. Pero no perdí tiempo, ese bien tan escaso y tan preciado hoy día.
Por eso me parece una idea genial la que leí hace unos días; una idea de Ikea. En algunas ciudades de Alemania la empresa sueca ha creado los aparcahombres, espacios en los que las mujeres pueden dejar a sus maridos entretenidos mientras ellas realizan cómodamente su compra, sin nadie que les dé la lata.
En estos espacios los hombres pueden sacar a relucir el niño que llevan dentro; tienen una completa oferta de actividades: futbolín, bricolaje, videojuegos,…e incluso poker.
Así, todos contentos: la compradora compra sin nadie al lado que le dé la lata y el acompañante descansa y disfruta.
Una buena idea para estos días de fin de semana largo.