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Libros a pares: Infiltrados

A veces cuando uno va leyendo encuentra extrañas similitudes entre libros que tienen poco que ver entre sí. Si además, por razones de salud, lees algo más de lo habitual, parece que aumenta la probabilidad de que esto ocurra.

Soy lector asiduo tanto de Almudena Grandes (he leído trece de sus libros) como de Javier Marías (llevo nueve de sus libros leídos). Nunca he encontrado una gran relación entre ellos dos, más allá de que, en sentido amplio, puedan pertenecer a una misma generación, la de los nacidos en los cincuenta y primeros sesenta, que también sería la mía.

Marías y Grandes coinciden en el mismo tema. Foto: E. Madinaveitia

Con tantos de sus libros leídos no hace falta que diga que me gusta como escriben los dos autores, a pesar de que utilicen estilos muy diferentes: más abierto, más narrativo, más centrado en describir los hechos en el caso de Almudena, más reflexivo, más íntimo, más de mirar hacia el interior y a las razones que tienen los protagonistas para actuar como lo hacen, en el caso de Javier.

Así que me llamó mucho la atención que en sus últimas novelas, las publicadas en 2017, ambos toquen un mismo tema, el del infiltrado. Son, como corresponde a dos autores tan diferentes, dos novelas que no tienen nada que ver.

Berta Isla es la mujer de un antiguo alumno del British College del barrio de Chamberí de Madrid que acaba siendo captado por el espionaje británico e infiltrándose en una organización enemiga (que podría ser, aunque nunca se desvela del todo, el IRA). Estamos en los años ochenta de la guerra de las Malvinas y el final del terrorismo de Irlanda del Norte.

Los pacientes del Doctor García, el cuarto tomo de los Episodios de una guerra interminable, se desarrolla en la postguerra civil española. Manuel Arroyo, un antiguo amigo del Presidente de la República, Negrín, que trabajó para la Sociedad de Naciones se infiltra en una organización que trabaja para ayudar a antiguos líderes nazis a trasladarse a Latinoamérica donde se ocultarán con la ayuda de Perón y otros dirigentes. El objetivo es denunciar ante los antiguos aliados la complicidad del fraanquismo con los supervivientes de la derrota alemana.

Se pueden encontrar algunas similitudes más entre dos novelas tan diferentes: la situación destroza la vida de los dos infiltrados y las de sus familiares. Han sido utilizados por organizaciones mucho más fuertes que cualquier individuo, que luego les ignoran.

Dos grandes libros, muy recomendables, en cualquier caso.

 

Las tres bodas de Manolita: novela de postguerra

Almudena Grandes se ha propuesto escribir una especie de Episodios Nacionales de la postguerra. Su plan de trabajo consta de seis volúmenes.

Inés y la alegría se centraba en la invasión del Valle de Arán por guerrilleros comunistas a principios de los años cuarenta, un episodio poco conocido por la mayoría de los españoles. En un momento en que la Segunda Guerra Mundial comenzaba a cambiar de signo, los guerrilleros esperaban contar con el apoyo de los aliados, algo que nunca llegó a producirse.

La novela retrataba el ambiente de los exilados en Toulouse y los avatares de los pocos días de batalla en el Valle de Arán.

Yo la leí hace unos cuatro años; me emocioné cuando la protagonista recibe en su exilio trufas de la pastelería Goya de Vitoria (mis padres me las traían en sus visitas a Madrid een mi época de estudiante). También me emociona recordar que era el libro que estaba leyendo mi madre cuando murió.

El lector de Julio Verne cambia de escenario. Transcurre en las montañas de Sierra Morena en Jaén, donde el protagonista, hijo de un guardia civil entabla relación con un miembro de los maquis.

Las tres bodas de Manolita se desarrolla básicamente en Madrid y Cuelgamuros, en el ambiente de los presos políticos y sus familiares. La protagonista, una joven huérfana que tiene a su madrastra en la cárcel ha de hacerse cargo de sus hermanos menores, mientras el mayor, que fue dirigente en su barrio de un partido político se oculta en un cabaret. Sus camaradas van cayendo uno detrás de otro; sospechan que tienen un infiltrado, pero sólo al final se descubre que fue una de las figuras más conocidas de la represión.

Uno de los episodios, quizá el más sorprendente y doloroso es el que protagoniza Isabel Perales (nombre de un personaje real, en este caso hermana de la protagonista inventada) cuando consigue que le envíen a un colegio de Bilbao donde espera aprender a leer y escribir pero en realidad es obligada a trabajar como esclava (trabajos duros, con horarios interminables y sin derecho a cobrar nada) pagando así los pecados de sus padres.

Desde mi punto de vista una novela muy recomendable, otra más de las muchas que he leído de la autora, que nunca pierde el pulso narrativo y pocas veces me decepciona.

Ha sido otra de mis lecturas de este verano.