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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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Concurso para la medición digital

El día del sorteo de Navidad el sector se despertó con otro premio: las asociaciones convocantes (IAB, AIMC y AEA) publicaron la Petición de Ofertas de Servicios de la Medición Digital para el Mercado Español.

Se podría decir que ya tocaba. Tras varios años de prórrogas tácitas, parece que había llegado el momento de poner a ComScore, el medidor recomendado tras el concurso de 2010, en comparación con otros posibles medidores.

Si se cumplen todos los plazos previstos en el Pliego, el 13 de abril conoceremos ya el nombre del nuevo medidor, o la confirmación del actual.

Hace unos meses, en esta misma columna, pedía a nuestro mercado que primara los criterios técnicos sobre los económicos a la hora de decidir. A lo largo de mi carrera he oído muchas veces eso de ¿cuánto nos vamos a ahorrar? cuando proponía algún cambio metodológico en un estudio. Y en general las mejoras pocas veces son más baratas.

Más aún en el mundo digital en el que la realidad que se quiere medir es cada vez más compleja. Dispositivos que eran marginales cuando se convocó el anterior concurso son ahora el centro de la operación. El propio pliego prevé la posibilidad de que nuevos dispositivos acaben cobrando una mayor importancia.

En la Petición de Ofertas se da a los aspectos técnicos un valor más del doble (70 frente a 30) que a los económicos. Parece un buen principio aunque, como siempre ocurre, algunos de los criterios se pueden discutir.

No son muchas las empresas que, en todo el mundo, están en disposición de dar un buen servicio de medición digital; sí puede haber, en cambio, un buen número de aventureros que, en este medio en el que se puede medir todo, o, al menos, todo deja huella puedan presentar un proyecto que aparentemente cumpla todas las condiciones.

La tarea de la Mesa de Contratación a la hora de decidir no va a ser fácil. No me gustaría estar en su piel.

Para el caso en que se decida un cambio hacia otro medidor el plazo de poco más de ocho meses que queda entre la adjudicación y la puesta en marcha del nuevo servicio es un tanto ajustado salvo en el caso (que creo inexistente) de que el ganador ya tenga montados un panel y un servicio de entrega de datos.

Vienen tiempos interesantes.

 

(*) Este artículo se publica también en la edición en papel de la revista IPMark.

Transcurrido casi un mes desde la convocatoria del concurso desconozco cuantas empresas han decidido presentarse.

La investigación y su coste

Antes de fin de año tendremos un nuevo concurso para decidir el medidor recomendado para los medios digitales. A las asociaciones que convocaron el de hace unos años (AIMC e IAB) se ha unido ahora la AEA.

Han transcurrido unos cuantos años desde el concurso anterior y se puede decir que ya tocaba.

Ni entonces ni ahora el mercado ha sido capaz de tomar una decisión valiente y convertir a los convocantes en un JIC (Comité Conjunto de la Industria) que haga algo más que recomendar y pueda tomar decisiones sobre la elaboración del estudio y la propiedad de los datos.

La realidad que se pretende medir ha evolucionado muy fuertemente es estos años; mucho más que los sistemas de medición. Puede estar muy bien abrir las ventanas para ver si existe alguna empresa que pueda mejorar lo que tenemos actualmente. Y si no, ponerle las pilas al medidor actual.

No han faltado críticas a ComScore. Nunca faltan críticas a los medidores. Muchas veces los mismos que critican un mes elogian al mes siguiente si los resultados les son más favorables.

Un mercado tan dependiente de las mediciones como el publicitario debe aspirar siempre a tener la mejor investigación que sea capaz de pagar.

La realidad del mercado digital es muy compleja y añade complicación cada día que pasa. No existen en el mundo muchas empresas con capacidad para medir bien ese fenómeno; seguramente todas las existentes se presentarán al concurso español. Nuestro mercado puede ser muy goloso.

Pero ¿cuánto está dispuesto a pagar nuestro mercado?

Si queremos tener la mejor investigación de una realidad muy compleja y que cambia rápidamente, que sea capaz de responder con agilidad a esos cambios, tendremos que estar dispuestos a pagar su coste verdadero. Si es así, nuestro mercado será atractivo para ese pequeño grupo de medidores que pueden concursar y plantearán propuestas ambiciosas.

Si el mercado se plantea el concurso como un camino hacia el ahorro de costes, no podemos aspirar a una mejoría notable.

Arduo trabajo el que le espera a la Mesa de Contratación. Si nunca es fácil comparar entre las realidades del medidor actual y las promesas de los aspirantes, aún será más difícil si no se tiene claro cuál debe ser el criterio de decisión. Mi deseo es que el precio no tenga mucho peso.

 

(*) Este artículo es muy similar al publicado en el número de julio de la revista IPMark en papel.

Los medios no toman vacaciones

A finales de los años setenta y principios de los ochenta el EGM analizaba el consumo de medios en verano. Era un estudio complejo: había que captar a los entrevistados antes de irse de vacaciones y entrevistarlos después. La mayor complicación era conseguir que la muestra fuera representativa de una realidad (dónde y cuándo se iban de vacaciones los españoles) para la que no había datos poblacionales.

Pronto se dejó de hacer.

A principios de los noventa, cuando la audimetría sufrió el peor ataque de su historia, desde el Comité de Usuarios de Ecotel se pusieron en marcha una serie de estudios, entre ellos uno de consumo de televisión entre los desplazados. Se encontraron algunas conclusiones curiosas: los españoles seguían viendo la televisión cuando estaban de vacaciones. En algunos casos incluso más que quienes estaban trabajando y seguían en sus residencias habituales. Eran los años de Indurain y las audiencias en la sobremesa se disparaban entre quienes estaban de vacaciones; mucho más que entre quienes seguían trabajando y a esa hora no podían conectar con las hazañas de su ídolo.

Ahora, veinticinco años después (o casi cuarenta si nos referimos a aquellos primeros EGMs de verano) la AIMC vuelve a hacer estudios de consumo de medios en vacaciones, utilizando su propio panel de internautas. Se han presentado los resultados de la cuarta edición del estudio.

En vacaciones no dejamos el móvil FOTO: GTRES

En vacaciones no dejamos el móvil FOTO: GTRES

Por la propia metodología (se trata de un estudio sobre personas que tienen acceso a Internet y no sobre total población) el estudio sesga a favor de Internet, lo que no le quita valor.

Más del 90% de quienes salen de vacaciones (el 92% si es al extranjero; el 94% si se quedan en España) conectan con Internet durante ese periodo. En la mayor parte de los casos mediante un smartphone. Estos datos crecen respecto años anteriores.

Una buena parte de quienes están de vacaciones no pierde contacto con los Diarios: un 25% los sigue a través de Internet y otro 20% indistintamente  por Internet y en papel. Para el resto de los medios, si las vacaciones son en España, el contacto predominante es con la versión convencional.

Aunque el consumo de medios se reduce algo en verano, incluso entre quienes se quedan en su domicilio durante las vacaciones, sigue siendo importante, mucho más que lo que se da por hecho cuando no se estudia el dato.

La Radio on Line certificará su audiencia

Hace unos días saltaba una noticia sorprendente (para algunos): Facebook infló durante dos años el tiempo de visionado de sus vídeos. El fraude ¿o lo llamamos simplemente error? podría llegar en algunos casos hasta el 80%. Quienes detectaron el error dicen que no ha tenido influencia en la facturación publicitaria. ¿Nos lo creemos?

Estas cosas pasan cuando la propia empresa analizada es la que analiza y proporciona los datos al mercado. Desgraciadamente en el mundo digital ha sido una práctica mucho más habitual de lo que nos gustaría.

Hace ya más de cien años, a principios del siglo pasado, ya se detectó ese problema y esa fue la razón por la que surgieron las ABC (Audit Bureau of Circulation) en los países anglosajones, que en algunos europeos, entre ellos España, surgieron casi medio siglo después (pero hace ya más de cincuenta años) como OJD (Oficina de Justificación de la Difusión). Si un tercero externo, utilizando técnicas admitidas por el mercado, comprueba que las cifras ofrecidas son las reales la credibilidad aumenta.

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Cada vez se escucha más la Radio desde el Móvil

Un paréntesis (es curioso que una de las voces más críticas, con la situación de Facebook, desde el lado publicitario sea Martin Sorrell, CEO de WPP el mayor grupo mundial comprador de publicidad, que ofrece para solucionar el problema los oficios de ComScore, una empresa en la que tiene participación mayoritaria. En mi opinión si el vendedor no debe ser juez y parte, el comprador tampoco debería serlo).

Pues bien, en España hemos recibido casi en los mismos días una buena noticia: AERO, la Asociación Española de la Radio on Line, va a certificar las audiencias de Radio on Line. Las radios y los podcasters españoles pueden solicitar esa certificación antes del día 30 de octubre. En el mes de diciembre la asociación publicará su primer Directorio de la Radio Online AERO Certificada en España.

No diría que la Radio on Line es la gran desconocida de nuestro mercado pero sí que no es suficientemente conocida. Ya en el año 2012 la AIMC publicó un estudio en el que se constataba que nada menos que 11 millones de españoles escuchaban la Radio por Internet. Esa cifra no ha dejado de crecer desde entonces. Pero eso no hizo que la Radio ocupara un lugar mejor en la mente de la gente, y en especial de los planificadores de medios. El estudio de inversión en medios digitales de la IAB nos decía que en 2015 la inversión en Audio on Line era de tan sólo 4,6 millones de euros, un 0,4% de la inversión digital total. Podría discutirse esa cifra (en los estudios Vigía y Zenthinela ese porcentaje se sitúa en el entorno del 5, pero esta cifra también se discute) pero la discusión no nos llevaría a cifras significativamente mayores.

Las propias empresas de Radio, me refiero aquí a las de toda la vida, no parecen haber valorado hasta ahora las posibilidades que tiene la emisión on line, que en general comercializan conjuntamente con la audiencia de la radio tradicional, sin darle un valor especial ni recalcar su importancia de cara al futuro. Como he dicho muchas veces lo que se regala al comprar otra cosa no tiene valor cuando, luego, se quiere vender por separado.

Espero que este nuevo paso de la certificación de las audiencias sea importante para el crecimiento de las empresas de Radio, incluídas las que no son sólo on line.

Herrera en la COPE ¿y no habrá datos hasta diciembre?

Hacía varios años que una de las estrellas de la radio no cambiaba de cadena, así que la marcha de Carlos Herrera de Onda Cero a la COPE ha servido para centrar la atención en un medio que, lejos de morir (ni el Vídeo ni Internet le mataron) es uno de los que soportan las crisis con menos daños estructurales.

Por supuesto, el cambio de Herrera no es el único; su marcha ya provocó antes del verano una profunda renovación en la programación matinal de Onda Cero, donde Juan Ramón Lucas y Carlos Alsina tratan de salvar los muebles abandonados por la estrella. Hay muchos más. El gran Gorka Zumeta (seguramente el hombre que más sabe de Radio en España) los refleja todos en este artículo de despedida en su blog.

El primer día de Herrera en su nueva casa, arropado por los saludos de grandes personalidades entre las que se contaba el emérito Rey Juan Carlos, tuvo mucha repercusión en los medios; también en los sociales, donde muy pronto llegó a ser (como se puede ver aquí) trending topic, esa nueva medida, casi instantánea, del éxito (efímero).

Carlos Herrera. Foto: 20 Minutos

Pero, con todo lo bueno que tiene Twitter, la audiencia, tan necesaria para los publicitarios y los programadores, no se mide así y, de momento, habrá que esperar hasta los primeros días de diciembre, cuando se publique la tercera ola del EGM, para conocer los resultados. El mercado no ha sido capaz de darse un sistema de medición más ágil que el tan denostado por muchos (entre los que el propio Carlos Herrera no es el menor de sus críticos) Estudio General de Medios.

Recuerdo aquí una de mis últimas aportaciones a AIMC (la asociación que elabora el EGM) allá por el año 2005, cuando el grupo de trabajo que seleccioné y coordiné (por encargo de la Junta Directiva) planteó un estudio continuo a lo largo de todo el año (con suerte la propuesta estará en algún cajón, si no fue directamente a la papelera). Si siempre habría sido interesante tener un estudio continuo ¡imagínense en momentos de cambio!

El mercado tampoco apoyó los audímetros de reloj pese a los resultados muy positivos que se obtuvieron en la prueba realizada en Madrid en el año 2003.

Por supuesto que las cadenas no conducirán a ciegas; cada una encargará su propia encuesta para conocer cómo van evolucionando las audiencias en un comienzo de temporada tan interesante como éste, con cambio de comunicadores y dos decisivas campañas,y jornadas, electorales. Pero esos estudios sólo servirán para uso interno (desde el otro lado sabemos que, como es lógico, si nos filtran algún dato serán sólo los favorables).

Varios estudios paralelos y que nadie podrá usar ¿un despilfarro? ¡Que va! si somos ricos.

Mientras tanto, la primera semana de diciembre sabremos cómo le ha ido a Carlos Herrera (y a sus competidores) en los primeros meses en su nueva emisora.

¿En qué quedamos: Hay cada vez más pobres o ya casi no queda clase baja?

Al poco tiempo de empezar a trabajar le pregunté a un ex-compañero, hoy ministro, cómo contemplaban ellos (en el organismo en que trabajaba entonces) la variable clase social. Recuerdo su respuesta (porque era muy suya): eso es hipostasiar la realidad social.

En 1988 yo todavía trabajaba en RTVE pero ya estaba en la Comisión Técnica de AIMC. Entonces adoptamos una definición de Clase Social que nos venía de Europa. Se basaba en el cruce de dos variables referidas al sustentador principal (la persona con mayores ingresos) de la familia: el nivel de estudios y la ocupación.

El sistema funcionó bien durante algún tiempo, pero no tardó en empezar a hacer agua. Cuando una generación más preparada alcanzó el estatus de sustentador principal pero no consiguió los niveles de remuneración que se suponían correspondientes.

Vimos así como cada vez había más personas teóricamente de clases medias o altas con escasa capacidad económica.

Antes del año 2000 ya se habían hecho los ejercicios necesarios para poner en marcha una nueva propuesta. Recuerdo las presentaciones que hizo Carlos Lamas de las diversas posibilidades y cómo se llegó (o casi) a un consenso.

Pero justo eso es lo que no hubo: consenso. Los representantes de algunos medios (la radio y las revistas sobre todo) se opusieron porque les pareció que con la nueva distribución iban a salir menos guapos en la foto. Y como AIMC se basa en el consenso, la propuesta no funcionó.

Así hemos ido viendo como según la clasificación que seguía vigente la clase baja casi desaparecía de la población (algo curioso en momentos de fuerte crisis), mientras aumentaban las clases medias y la alta.
Algo muy conveniente para los políticos.

Claro que la realidad y otros estudios como el de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social, no parecen estar muy de acuerdo con eso. En 2013 teníamos un 27,3% de la población en riesgo de pobreza, casi tres puntos más que en 2008, cuando la cifra ya era tan tremenda como un 24,5%. Los estudios de la fundación FOESSA, de la poco sospechosa de izquierdismo Cáritas, también incidían en la misma línea.

Sin techo Foto 20 Minutos

Así no es extraño que se hayan generalizado las formas de mendicidad, como hace notar Ángel Quero en su blog: activas, pasivas, artísticas, rogativas, con mensaje personalizado…Como es difícil resumir un artículo que trata en clave de humor comercial un asunto tan triste, les recomiendo su lectura.

A lo que iba: el caso es que 27 años después, AIMC ha conseguido por fin poner en marcha un nuevo sistema de determinación de la clase social, o una Clasificación Socioeconómica, que por el momento convivirá con la anterior hasta que, cuando el mercado se convenza de sus ventajas, la sustituya totalmente.

El nuevo sistema tiene en cuenta las variables anteriores (estudios y ocupación del sustentador principal) pero añade otras: actividad del sustentador (trabaja, jubilado, parado, inactivo), tamaño del hogar y número de personas del hogar que tienen algún tipo de ingresos.
Con estas variables se definen siete niveles (en lugar de los cinco anteriores.

Espero que esta nueva clasificación refleje mejor la realidad.
Y confío en que mi amigo Claudio no se esté revolviendo ahora en su tumba.

Cómo se miden las audiencias digitales y por qué hay que medirlas

La llegada de Internet nos trajo montañas de datos. Para cada sitio (y para cada página de cada sitio) sabemos cuantos dispositivos están conectados en cada momento y en cada periodo de tiempo determinado, el tiempo que pasa cada uno, de donde venía y hacia donde se fue. La analítica web, que desentraña todos estos datos, es un instrumento muy rico. En Internet todo se etiqueta (tag) y cada dispositivo va dejando su huella (cookie) en todos los sitios por los que pasa. Entonces ¿qué necesidad tenemos de realizar estudios de audiencia?

Quién puede analizar todos esos datos es el propietario del sitio (el medio de comunicación, pongamos por caso) que puede seleccionar qué datos enseña para su comecialización (pero no conocerá datos de sus competidores).

Pero el mercado publicitario necesita datos de personas (no de dispositivos) para todos los sitios en los que se pueda planificar publicidad (para poder comparar) y proporcionados por una fuente imparcial. Con esos datos los anunciantes y sus agentes calculamos a cuantas personas diferentes, de unas determinadas características, hemos llegado (cobertura) y cuantas veces (frecuencia).

Así que muy pronto, a finales de los años noventa, unos cinco años después del nacimiento de la Internet comercial, ya se pusieron en marcha paneles de usuarios, un método similar al utilizado para la medición de audiencia de Televisión.

Se selecciona una muestra representativa de la población y se instala en sus dispositivos un software (no hay que instalar, como en televisión, un aparato auxiliar) que registra todos los datos de los sitios por los que está navegando y los envía al instituto de investigación. Al no haber inversión en aparatos se pueden utilizar muestras más grandes a precios asequibles.

Así se obtienen datos referidos a personas (no sólo a dispositivos) de las que conocemos su perfil.

Pero mientras la mayor parte del consumo de le Televisión tradicional se hacía en el hogar, una parte importante del consumo de Internet se hace fuera. Pocas empresas dejan instalar en sus ordenadores el software de medición con el que se construiría el panel de trabajo. Eso ya era un problema. Ahora, cuando el consumo de Internet desde dispositivos móviles supera al que se hace desde los fijos, el problema se agudiza. En teoría bastaría con instalar el software de medición en todos los dispositivos que utilice un panelista, pero en la práctica surgen problemas.

Otro problema se debe a la tremenda fragmentación de Internet. En Televisión con los resultados de un número relativamente pequeño de cadenas tenemos cubierto un porcentaje muy elevado del consumo del medio; en Internet lo que suele llamarse larga cola empieza muy pronto. Para medir la mayor parte de los sitios con la suficiente precisión harían falta muestras tan grandes que no se pueden alcanzar.

Esto ha llevado en los últimos años a la utilización de lo que llamamos medición híbrida, una combinación de los datos muestrales obtenidos del panel con datos censales de dispositivos obtenidos para todos los sitios analizados. Para ello los sitios que se van a medir tienen que implementar las etiquetas del medidor (se necesita la colaboración de aquellos sitios que se van a medir, que podrían boicotear al medidor en un supuesto conflicto de intereses).

Tras la celebración de un concurso promovido por las asociaciones IAB y AIMC el medidor recomendado en el mercado español , el que establece la moneda, desde finales de 2011 es ComScore.

Técnicamente es posible establecer mediciones multidispositivo para un único panel de personas. El problema, no sólo en España (la revista AdAge recogía hace unas semanas este mismo problema en Estados Unidos), es que en estos momentos en que  la rentabilidad a corto plazo prima sobre la estrategia, nadie está dispuesto a invertir más para conseguir una medición mejor.

Este post es un resumen y actualización de los dos publicados recientemente en Bloggin Zenith: ¿Cómo se miden las audiencias digitales (I) y (II).

La medición y el dinero

Andamos otra vez con serias dudas, o con fuertes críticas para ser exactos, sobre el medidor de Internet.

Pronto va a hacer dos años de la resolución del concurso convocado por IAB y AIMC para recomendar un medidor de audiencia como estándar del mercado.

Se llegó a ese concurso porque los actores del mercado no estaban satisfechos con el producto que recibían de los medidores existentes. El mercado, la profesión, por medio de la mesa formada para ello, se decantó por ComScore y le encargó una serie de tareas, con sus correspondientes plazos.

En el concurso hubo otros dos participantes: Kantar, que sobre el papel tenía la ventaja de haber podido proporcionar al mercado datos conjuntos de televisión e Internet pero, según tengo entendido, hizo una presentación demasiado teórica y Nielsen, que llevaba más de diez años siendo el principal operador en medición de audiencia de Internet y que, probablemente por eso mismo, concentraba un alto nivel de críticas. Tras perder el concurso, Nielsen nos sorprendió a comienzos de este año anuciando su retirada del mercado español de medición de Internet.

Las críticas actuales a ComScore se parecen mucho a las que se venían haciendo a Nielsen: deficiente atención al cliente y lentitud para llevar a cabo los nuevos desarrollos que exige un mercado en continua evolución. En los dos casos el origen de las críticas es el mismo: un reducido equipo local y tener sus oficinas centrales, donde se deciden las prioridades de los desarrollos, tan lejos como en Estados Unidos. Eso, unido al menguante peso del mercado español, produce estas lamentables consecuencias.

¿Se solucionarían estos problemas con un nuevo concurso y un nuevo operador? Sinceramente, creo que no. El problema de la medición de Internet no se solucionará mientras no nos lo tomemos en serio y lo ataquemos en su raíz.

Queremos que la medición de Internet tenga al menos la misma calidad que hemos conseguido al cabo de muchos años para la medición de la televisión tradicional. Olvidemos ahora que la televisión ya no es lo que era y que muchas de las nuevas modalidades se escapan a la actual medición. Eso daría para otro artículo.

Estos días, cuando se empiezan a preparar los presupuestos del año que viene dan para comparar y para meditar.

La inversión en Internet ocupa ya el segundo lugar entre los medios y para muchas compañías, entre ellas la mía, representa más de la mitad del volumen que se dirige a la televisión.

La televisión que se ve en el televisor del hogar principal es un medio muy consolidado; su medición sólo necesita leves retoques. Los grandes desarrollos de su medición y análisis se hicieron hace ya casi dos decenios.

Internet, en cambio, es un medio en permanente evolución, en el que siempre aparece algo nuevo que habría que medir y además tremendamente fragmentado. Visto así parece que medir Internet, para lo que aún hay que desarrollar los softwares adecuados, debería ser más caro. Lo es.

Sin embargo si comparamos el dinero que dedica el mercado español a financiar la medición de la audiencia de Internet con el que dedica a la medición de la audiencia de televisión resulta que Internet sale perdiendo por goleada. Luego, eso sí, si queremos tener algunos elementos esenciales de las campañas de publicidad como la cobertura o la frecuencia (algo que en televisión se incluye en el paquete básico) lo acabamos pagando aparte.

Mientras no abordemos seriamente este problema lo más probable es que no lo solucionemos.

Me gustaría que los medidores se tomaran en serio Internet.

Me gustaría que los medidores de Internet se tomaran en serio a España, un país en el que Internet es ya el segundo medio por inversión y con una importancia relativa creciente.

Pero me temo que si no nos lo tomamos en serio nosotros mismos, si no estamos dispuestos a invertir en la medición lo que se necesite para hacerla bien, lo más probable es que no nos tomen en serio y los problemas no se solucionen.

Podemos poner en marcha otro concurso; podemos cambiar de medidor, pero si no estamos dispuestos a pagar para que el producto mejore, el producto no mejorará, o lo hará muy lentamente.

Ya sé que en la situación económica que atraviesa España este no es el mejor momento para plantear este problema, pero si no estamos dispuestos a pagar el valor de las cosas podremos quejarnos todo lo que queramos, podremos plantear nuevos concursos, podremos buscar nuevos medidores pero, sinceramente, no creo que solucionemos nuestro problema.

Radio 2.0: ¿la gran desconocida?

El martes no pude asistir a la Jornada Radio 2.0 a la que me había invitado Elisa Escobedo, presidenta de AERO (Asociación Española de Radios Online) y CEO de AudioEmotion, . Desgraciadamente no cuento con el don de la ubicuidad y ese día se celebraba también la Jornada de la Eficacia (que, por cierto, el año pasado coincidió con el Encuentro Internacional de AIMC en el que yo tenía ponencia). Hace cuatro años ya me quejaba aquí de la tendencia que tienen los organizadores de eventos de nuestro sector a convocar simultáneamente actos que interesan a los mismos públicos (o quizá es que a mí me interesan demasiadas cosas).

Alguno pensará ¿cómo se puede decir que la Radio 2.0 es la gran desconocida si consigue 11 millones de oyentes al mes? Y tendrá razón pero visto desde el otro lado ¿cuantos planificadores se plantean la Radio 2.0 como una opción más dentro de sus campañas de publicidad?

La tecnología, internet, viene en auxilio de la radio. Todos llevamos un receptor de radio (un teléfono móvil) en el bolsillo. La radio tiene ya imágenes y es cada vez más participativa. Esta radio no sólo habla; también nos escucha, como le pedía Bertold Bretch hace ya casi un siglo.

El problema, como casi siempre, es la financiación. Una radio muy personalizada conseguirá audiencias muy fieles, pero limitadas en número. Eso hace muy difícil que puedan ser consideradas en los planes de medios de las grandes empresas. Una solución, la que propone Audioemotion, es la agrupación en la comercialización: la unión hace la fuerza.

Otro camino, más arriesgado, es el que se ha propuesto un grupo de periodistas con experiencia en radio, los que promueven Extrarradio, una radio diferente que pretende financiarse mediante el crowdfunding, a base de acumular un gran número de pequeñas donaciones. Cuando escribo este post les quedan 29 días para conseguir los menos de 800 euros que les faltan para iniciar su proyecto. Parece que superarán el reto. Yo así se lo deseo.

Lo imposible: ¿el renacer del cine español?

¿Está muerto el cine? Si pensamos en él como medio publicitario (el enfoque de este blog) podemos decir que casi sí. Cada año mueve menos dinero y no parece que éste vaya a ser una excepción. Las cifras publicadas ayer por i2p vuelven a ser desoladoras.

¿Está muerto el cine español? Si uno se fía de las opiniones de los que se consideran a sí mismos los más patriotas, habría que decir que sí. Si miramos la lista de los Óscars durante los últimos años (desde aquel primero de Garci hace ya casi treinta años, o Trueba poco después, los de Almodóvar, Amenábar, Bardem, Penélope Cruz…) resulta que ¡oh, sorpresa! no hay otra filmografía de habla no inglesa con tanto reconocimiento en la meca del cine como la nuestra.

Otra cosa es que no tenga problemas; la reciente subida del IVA no será seguramente una ayuda.

Pero este último trimestre estamos viviendo un gran momento para el cine español.

El fin de semana de El Pilar se estrenó Lo imposible. La película de José Antonio Bayona consiguió 1,4 millones de espectadores en su primer fin de semana y se situó en el séptimo lugar por número de espectadores a nivel mundial. En la producción participa Mediaset (la matriz de Telecinco). Sería curioso que con todo lo que han protestado las cadenas de televisión por su obligación de invertir en cine, fuese justo el cine lo que ayudara a esta empresa a salvar los números de este año, pésimo en televisión.

Pero eso no fue todo: a Lo imposible se sumaron Las aventuras de Tadeo Jones, A Roma con amor, Blancanieves, El artista y la modelo, 7 días en la Habana,Todos tenemos un plan y Bypass para hacer de ese un fin de semana histórico en el que películas de producción española obtuvieron el 62% de la recaudación total en salas en España.

Lo imposible no sólo está triunfando en España; en el comienzo de su andadura americana ya ha conseguido el emerging visionary award en el Festival de Chicago, y Tom Holland, el protagonista adolescente de la película, el Hollywood Spotlight award, que premia a las jóvenes promesas.

Puede que estemos pasando del cine enfocado a la subvención a otro más centrado en el guión.

Muchas de las películas citadas están aún en pleno periodo comercial en salas. En lo que queda de año se esperan aún un buen número de grandes estrenos (que ya, en su mayoría, no serán españoles). Es una buena ocasión para volverse a plantear el cine como medio publicitario.

Ahora que tanto se habla de engagement no debemos olvidar que el espectador de cine tiene una implicación mucho mayor que el consumidor de cualquier otro medio: ha elegido asistir, se ha desplazado hasta la sala, ha pagado por ello… y si comprende que la publicidad contribuye al mantenimiento de las salas (que vuelven a ser una especie en peligro de extinción) y si la publicidad es de calidad, conseguiremos que nos recuerde.

Ya he contado aquí varias veces que el recuerdo generado por la publicidad en el cine es mucho mayor (hasta 12 veces más en el caso del recuerdo espontáneo) que el que se consigue con cualquier otro medio. Lo demostramos hace casi veinte años con el estudio Lumière y lo ha corroborado AIMC cada vez que ha repetido estudios con nuestra misma metodología.

Hace dos días Bloggin Zenith, el blog de mi empresa, tocó este mismo tema, pero yo ya tenía preparado este post, con un enfoque complementario y creo que sigue teniendo interés. Ya se sabe que uno de los trucos de los publicitarios es repetir el mensaje, por si la primera vez pasó inadvertido.

¿Puede resurgir el cine como medio publicitario?¿puede resurgir el cine español? ¿o el título de la película que nos ha sugerido el post es premonitorio?

Por cierto, el sábado estuve viendo Lo imposible: muy recomendable.