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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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Los medios no toman vacaciones

A finales de los años setenta y principios de los ochenta el EGM analizaba el consumo de medios en verano. Era un estudio complejo: había que captar a los entrevistados antes de irse de vacaciones y entrevistarlos después. La mayor complicación era conseguir que la muestra fuera representativa de una realidad (dónde y cuándo se iban de vacaciones los españoles) para la que no había datos poblacionales.

Pronto se dejó de hacer.

A principios de los noventa, cuando la audimetría sufrió el peor ataque de su historia, desde el Comité de Usuarios de Ecotel se pusieron en marcha una serie de estudios, entre ellos uno de consumo de televisión entre los desplazados. Se encontraron algunas conclusiones curiosas: los españoles seguían viendo la televisión cuando estaban de vacaciones. En algunos casos incluso más que quienes estaban trabajando y seguían en sus residencias habituales. Eran los años de Indurain y las audiencias en la sobremesa se disparaban entre quienes estaban de vacaciones; mucho más que entre quienes seguían trabajando y a esa hora no podían conectar con las hazañas de su ídolo.

Ahora, veinticinco años después (o casi cuarenta si nos referimos a aquellos primeros EGMs de verano) la AIMC vuelve a hacer estudios de consumo de medios en vacaciones, utilizando su propio panel de internautas. Se han presentado los resultados de la cuarta edición del estudio.

En vacaciones no dejamos el móvil FOTO: GTRES

En vacaciones no dejamos el móvil FOTO: GTRES

Por la propia metodología (se trata de un estudio sobre personas que tienen acceso a Internet y no sobre total población) el estudio sesga a favor de Internet, lo que no le quita valor.

Más del 90% de quienes salen de vacaciones (el 92% si es al extranjero; el 94% si se quedan en España) conectan con Internet durante ese periodo. En la mayor parte de los casos mediante un smartphone. Estos datos crecen respecto años anteriores.

Una buena parte de quienes están de vacaciones no pierde contacto con los Diarios: un 25% los sigue a través de Internet y otro 20% indistintamente  por Internet y en papel. Para el resto de los medios, si las vacaciones son en España, el contacto predominante es con la versión convencional.

Aunque el consumo de medios se reduce algo en verano, incluso entre quienes se quedan en su domicilio durante las vacaciones, sigue siendo importante, mucho más que lo que se da por hecho cuando no se estudia el dato.

La Vuelta y Aru ganaron también en audiencia social

A propósito de la Vuelta a España, que justo finalizaba, me fijaba en mi último post  en el valor publicitario de algunas pruebas ciclistas y de sus protagonistas.

Desde Kantar Media, la empresa que se dedica a medir estas cosas me hicieron llegar a través de Twitter (gracias Mariayun) un informe mucho más completo y actualizado sobre la repercusión de la prueba en Redes Sociales. Como creo que es muy interesante, comparto aquí alguna de las conclusiones.

A lo largo de sus 21 etapas, la Vuelta acumuló 181.923 tuits, algo menos de 9.000 de media por día. Las etpas de montaña son las que alcanzaron una mayor repercusión en la red de microblogging: la que más la que terminaba en Cercedilla, en la que se decidió el resultado final: 6.307 autores escribieron más de 23.000 tuits que alcanzaron a 384.808 personas diferentes y consiguieron casi tres millones de impresiones (2.969.151).

A las 17:31 del pasado sábado, el momento en que Aru atacó para ganar la Vuelta, se produjo el mayor pico de audiencia social. El tono de los tuits que se produjeron en ese momenot fue positivo en tres de cada cuatro ocasiones.

Fabio Aru, ganador de la Vuelta

La etapa del 2 de septiembre, Andorra La Vella/ Cortals d´Encamp, considerada la más dura de la historia de la Vuelta fue la segunda con mayor audiencia social, con 20.860 tuits. Fue la etapa en la que Chris Froome, uno de los grandes favoritos, sufrió una caída que le obligó a retirarse al día siguiente. Froome fue el protagonista del mayor número de tuits de ese día.

La audiencia social es un buen indicador de la repercusión de un evento, pero sus resultados suelen diferir de lo que el mercado considera como audiencia real de los programas, la que miden los audímetros: son conceptos distintos. La etapa de Cercedilla, la que definió el ganador y el resto del podium, no fue la más vista (le superaron la de Andorra, que le superó por casi un 20% de espectadores y fue la única que superó los dos millones de espectadores de media, y las dos que finalizaron en Asturias).

Las cifras de la Vuelta quedan lejos de las obtenidas en julio por el Tour de Francia, el mayor evento ciclista del año y también el evento deportivo más tuiteado ese mes. A lo largo de la pruba se registraron 368.327 comentarios.

Hoy termina la Vuelta ¿Cuanto vale un buen ciclista?

Este año el ciclismo nos ha dado algunas grandes, grandísimas, emociones. Aunque seguro que hay muchas más, recuerdo las últimas etapas del Giro, con los corredores del equipo Astana atacando a Contador, un sólido líder que aguantó el envite; la fantástica etapa del 25 de julio en el Tour, con los ataques a Froome del Astana, de nuevo (el mejor equipo este año) y, sobre todo, del Movistar en una inolvidable subida al Alpe D’Huez. Froome aguantó, pero el Movistar consiguió colocar a sus dos hombres fuertes (Nairo Quintana y Alejandro Valverde) en los otros dos lugares del podium.

Ayer sábado vivimos de nuevo un gran espectáculo en la penúltima etapa de la Vuelta. Tras una gran carrera en la que había aguantado todos los ataques de sus rivales, parecía que el holandés Tom Dumoulin era un líder inatacable. Pero su distancia en la clasificación general era muy escasa y su equipo muy débil: toda una invitación para que el compacto equipo Astana lo intentara.

Y lo hizo con una demostración de estrategia de esas que siempre se intentan pero que pocas veces suelen funcionar: cuando el italiano Fabio Aru, el segundo clasificado de la general, consiguió en uno de sus ataques en el penúltimo puerto distanciar al líder, estaba muy bien arropado por varios compañeros de equipo, entre los que destacó mi paisano, el alavés Mikel Landa (una gran promesa, que ha hecho una espléndida temporada). Pero además tenía varios compañeros en las escapadas que iban por delante, que le fueron esperando y colaborando durante un buen número de kilómetros. Ahí el trabajo del murciano Luis León Sánchez fue determinante.

Al final el líder perdió un buen montón de minutos y bajó hasta el sexto puesto. El catalán Joaquín Purito Rodríguez será segundo y el colombiano del Movistar Nairo Quintana polaco de Tinkoff Rafal Majka tercero en la general.

En la etapa de ayer se produjo otra gesta de esas que se ven pocas veces: el ganador de la etapa, el alicantino Rubén Plaza, lo hizo después de mantenerse escapado en solitario más de 130 kilómetros.

Todo muy emocionante para los que nos gusta el ciclismo. Pero ¿qué repercusión económica tiene todo esto?¿Cuánto vale la visibilidad que ha tenido la capital de Kazajstán con los triunfos del equipo que lleva su nombre, el más fuerte esta temporada?¿Cuánto vale la constante presencia en televisión de muchas marcas en uno de los primeros deportes que vio claro el valor de poner marcas comerciales en los maillots?

La empresa Kantar Media lleva unos cuantos años estimando esos valores. En su momento nosotros utilizamos esos servicios cuando Euskaltel, que era cliente, patrocinaba un gran equipo (que incluso tuvo con Samuel Sánchez un campeón olímpico).

Este año ha publicado algunas noticias con las valoraciones que calcula. Así, el triunfo de Froome en el Tour tuvo una repercusión de más de 792 millones de impactos, lo que supondría un valor publicitario de 9,6 millones de euros.

Ya en la Vuelta que hoy termina, Carrefour, la empresa de distribución que patrocina la carrera, consiguió el pasado domingo, durante la retransmisión de la 15ª etapa, 78 millones de impactos, que probablemente habrán sido más de 1.500 millones a lo largo de toda la carrera, lo que se traduciría en más de 20 millones de euros de valor publicitario.

España es ahora una potencia mundial en ciclismo, con Contador, Valverde, Purito, Landa, Nieve, Rojas, León…y tantos otros. Pero, tras unos años en los que este deporte se vio golpeado por numerosos casos de dopaje, unido a la tremenda crisis económica, el número de equipos profesionales se ha reducido mucho (en el Tour sólo estuvo el Movistar; en la Vuelta le ha acompañado el Caja Rural). Casi todos nuestros mejores corredores corren para marcas extranjeras.

Si, como vemos, el ciclismo es rentable ¿cuándo aparecerán más marcas españolas dispuestas a patrocinarlo?

El Tour de Francia, de Mario Fossati

A finales del año pasado leí El Giro de Italia, de Dino Buzatti. Hacía más de cuarenta años de mi primer contacto con el autor: en los años sesenta había leído El secreto del bosque viejo, y cerca de veinticinco del momento en que profundicé bastante más en su conocimiento cuando leí la impresionante El desierto de los tártaros. Ya en esta década devoré los Sesenta relatos que publicó Acantilado. He leído en algún sitio que Buzzati es un autor de culto. No lo sé; sé que engancha y que, en muchas ocasiones te deja pensando en el trasfondo y el significado de su relato.

Así que, cuando vi que la editorial Gallo Nero había publicado El Giro de Italia, su experiencia periodística, como corresponsal de Il Corriere de la Sera, en la carrera del mismo nombre del año 1949 no dudé en comprarlo (los lectores de este blog ya conocen mi debilidad por el ciclismo) y disfruté mucho con su lectura. Los últimos años cuarenta y casi todos los cincuenta fueron los grandes años del ciclismo italiano que fue encadenando los éxitos de Fiorenzo Magni, Gino Bartali y Fausto Coppi, uno de los más grandes de todos los tiempos al que se conoce como Il campionissimo.

El libro de Buzzati recoge las incidencias de la carrera, pero es muchísimo más que eso: son los paisajes de una Italia con una Segunda Guerra Mundial muy reciente, son los retratos de sus gentes y ¡claro! la rivalidad entre los campeones. Si te gusta el ciclismo no te lo puedes perder, pero creo que si te gusta la buena literatura, tampoco.

Este año, en mi visita a la Feria del Libro, pasé por la caseta de Gallo Nero. Incluso estuve hablando con Donatella Iannuzzi, la editora, que ya tiene entre sus proyectos un libro sobre La Vuelta a España (aquí mi sueño: me encantaría colaborar). Entre otras novedades tenían El Tour de Francia, de Mario Fossati. Lo compré, por supuesto, y ha sido una de mis lecturas de este verano.

Hace cinco o seis años ya había leído Los forzados de la carretera: el Tour de 1924, de Albert Londres, que publicó Melusina. Los tiempos van cambiando, mejoran las carreteras y las bicicletas, cambian las tácticas, toman mayor peso los equipos, pero el ciclismo no pierde su carácter épico.

El Tour de 1952, el que narra Fossati, se corría todavía (fue así hasta los años sesenta) por selecciones nacionales. Italia tenía entonces a todos los mejores, una ventaja pero también un gran problema para su seleccionador que tenía que compaginar los egos, muy grandes, de los tres grandes campeones. El libro comienza así mucho antes del primer día de carrera, con las negociaciones que Binda, el seleccionador, tiene que hacer con el entorno de Coppi, de Magni y de Bartali, el número de gregarios que aportará cada uno, cómo se decidirá el liderazgo del equipo y cual será la estrategia una vez que se decide apostar por Coppi.

El dominio del equipo italiano es abrumador y la victoria de Coppi, que gana todas las etapas importantes, la general con casi media hora de diferencia y la clasificación por equipos, es apabullante.

Fossati no se limita a contarnos los avatares de la carrera, entra también en las intrigas que se producen en el hotel tras cada etapa, los celos, las envidias y el trabajo de Binda para sobreponerse a todo ello.

En el Tour del 52 también tuvieron una gran actuación dos españoles (Bernardo Ruiz y Francesc Gelabert, especialmente el primero) que se clasificaron entre los diez primeros de la general. Bernardo Ruiz, el corredor de Orihuela, hizo podium, como se diría ahora. Pero, la visión de Fossati, muy centrada en el equipo italiano, no nos permite apreciar el tamaño de sus hazañas.

El Tour, las audiencias y TVE

El Tour de este año ha sido el más interesante de los últimos tiempos.

Aunque Chris Froome, el ganador final, era líder desde la primera semana, hasta el último día (hace ya muchos años que el desfile del domingo por los Campos Elíseos no cuenta) hubo batallas que podían cambiarlo todo.

En la etapa del sábado en L’Alpe D’Huez, seguramente la más clásica del ciclismo actual, se vivió un emocionantísimo duelo entre los hombres del equipo español Movistar y los del Sky, el equipo del líder.

Nairo Quintana y Alejandro Valverde atacan camino de L’Alpe D’Huez. Foto: EFE

Los continuos ataques del murciano Alejandro Valverde y el colombiano Nairo Quintana, ambos del Movistar, pusieron en riesgo el triunfo del ciclista británico de origen kenyano. Finalmente se tuvieron que conformar con ser segundo (Nairo) y tercero (Alejandro). Pocas veces se ve a dos personas del mismo equipo en el podium.

Pues bien, esa etapa, que para nadie que sepa un poco de ciclismo fue una sorpresa, se emitió por Teledeporte. Aún así fue el programa más visto del día: una media de 1.774.000 personas vio la etapa decisiva. Esta cifra supuso un 16,4% de cuota, seguramente el récord para una cadena temática.

El día anterior se corrió también una gran etapa, pero mucho menos decisiva. Como se emitió en La 1 consiguió una audiencia media bastante superior: 2.181.000 espectadores (un 19,5% de cuota) y se quedó a tan sólo 30.000 espectadores de distancia del Gran Premio de Hungría, el programa más visto del fin de semana.

¿Hasta dónde habría llegado la etapa de L’Alpe D’Huez si se hubiera emitido por La 1? Nunca lo sabremos.

Como nunca entenderemos los extraños juegos que han hecho los directivos de TVE trasladando la emisión del Tour de una cadena a otra con un criterio (priorizar la programación habitual de La 1 durante los fines de semana) difícil de explicar.

 

El Giro de Italia, de Dino Buzzati

Hace ya casi cincuenta años leí El secreto del bosque viejo, mi primer contacto con Dino Buzzati. Creo que me lo regaló mi hermanao José Ramón, mi mejor consejero de lecturas en aquella época. Desde entonces seguí leyendo esporádicamente a Buzzati. Recuerdo la intensa impresión que me causó El desierto de los tártaros, hará ya cerca de treinta años y luego Los siete mensajeros o, hace pocos años, los Setenta relatos.

Aún es más antiguo mi contacto con el ciclismo como deporte: recuerdo haber visto pasar desde el balcón de la casa de mi abuela una etapa de la Vuelta a España del 55, la primera de las que, durante unos cuantos años, organizó El Correo. Aquel desfile multicolor me enganchó para siempre. Desde entonces vi la Vuelta una o más veces cada año; mi padre me llevaba al puerto más interesante de la zona o a ver la llegada de la etapa. Al día siguiente eran los movimientos previos a la salida, los trámites de la firma de los participantes, casi siempre en la Plaza de España.

Siempre me pareció que el ciclismo era un deporte muy literario. Recuerdo las crónicas, en El Correo de mi adolescencia, de Gerardo Olazábal o Alejandro de la Sota, que siempre leí con gusto, no sólo por conocer el desarrollo de la etapa.

Cuando en el año 1995 Javier García Sánchez publicó L’Alpe D’Huez, una gran novela sobre ciclismo, la leí con fruición. Luego la regalé también a algún amigo ciclista.

Así que cuando vi que la Editorial Gallo Nero había publicado El Giro de Italia, de Dino Buzzati no tuve ninguna duda: tenía que leerlo. Esta mañana lo he terminado. No se trata de una novela, sino de la recopilación de las crónicas que Buzzati escribió para Il corriere de la sera durante el Giro de 1949, el año en que Fausto Coppi, il campionissimo, tomó el relevo de Gino Bartali, el fraile volador. (Yo recuerdo haber visto a Coppi, en la Vuelta del 59, cuando abandonó precisamente después de la etapa de Vitoria; poco después murió de una enfermedad que contrajo en África en una cacería).

El libro transmite toda la belleza del ciclismo, los paisajes italianos, las luchas entre los favoritos, el hastío durante las jornadas de transición, la decepción de los aficionados que esperan cada día una batalla decisiva entre los grandes, que sólo en dos ocasiones se produce. Un ciclismo muy diferente del actual, mucho más épico, con diferencias abismales, pero con parecidas tácticas de equipo, con un curioso e interesante juego de bonificaciones…pero sobre todo narrado con una exquisita calidad literaria.

He disfrutado mucho con la lectura de esta pequeña joya.

Sin complejos

Conocí a Andy Stalmann este verano, en Mallorca, cuando los dos estábamos invitados en Talentya. Mientras estuvo allí, Andy fue el protagonista entre los actores secundarios (los que no teníamos ponencia). Él es un tipo brillante, un argentino que irradia optimismo. Cada día 8 propone a todo el mundo que vayamos repartiendo abrazos (8 a las 8 de la mañana y otros 8 a las 8 de la tarde).

Ayer encontré esta entrevista que le hacían en el Diario de Mallorca. En ella habla de los abrazos, pero también de todas las cosas de las que los españoles podemos sentirnos orgullosos. Me acordé de algunos artículos sobre este tema que he empezado a escribir en varias ocasiones y finalmente he dejado a medias. Esta vez voy a llegar hasta el final.

Quieren hacernos creer que somos un desastre, pero yo no estoy de acuerdo.

Unos tipos que recalificaron terrenos a tutiplén para llenarse los bolsillos y otros que dieron créditos a bajo interés por valor muy superior a los bienes que los avalaban nos quieren hacer creer que somos un país de vagos y maleantes y que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades.

Seguro que en España hay vagos; más seguro aún que hay maleantes; también hay gente que ha vivido por encima de sus posibilidades…pero que no nos quieran hacer creer que todos somos como ellos; que no nos hagan pagar sus errores a los que trabajamos, somos honrados y hemos vivido siempre de acuerdo al dinero de que disponíamos.

Hoy nos auguran cinco años más de crisis y retrocesos. Menos mal que el FMI se ha equivocado muchas veces. Esperemos que ésta sea una de ellas.

Mientras tanto, en la línea del artículo de Andy Stalman, quiero enumerar algunas de las cosas de las que, como españoles, podemos sentirnos orgullosos:

Somos líderes en trasplante de órganos

Tenemos una de las redes de trenes de alta velocidad mejores del mundo

La empresa textil más importante del mundo se ha desarrollado desde un pueblecito de Galicia

Tenemos tres de las diez escuelas de negocios más importantes de Europa

La cocina española es una de las tres mejores del mundo, con la mayor concentración de estrellas Michelin

Somos, o éramos, líderes en energías renovables y en su investigación

Telefónica, nuestra vilipendiada Telefónica, se mueve con soltura entre las más importantes operadoras de telecomunicaciones

Si pensamos en deporte, tenemos las mejores ligas de fútbol (con dos de los mejores equipos del mundo) y de baloncesto (una selección que planta cara a la de la NBA) de Europa , campeones de Europa y del Mundo de fútbol, nuestros motoristas dominan el Mundial en todas sus categorías (un Mundial organizado además por una empresa española); varios de los mejores ciclistas del mundo son españoles, Nadal es ejemplo como tenista y como persona, somos una potencia en golf…

Nuestra industria turística es una de las más potentes del mundo: no sólo somos uno de los países que recibe más turistas, también nuestras compañías hoteleras se extienden por todo el mundo

Nuestras constructoras ganan concursos para participar en la construcción de grandes obras. como el AVE a La Meca o el Canal de Panamá

Nos metemos mucho con nuestro cine, pero ningún otro país ha ganado es los últimos veinte años más Óscars que el nuestro

Podemos presumir de grandes empresas de distribución como Mercadona o El Corte Inglés o fabricantes de zapatos, como Camper

A cambio de todo eso tenemos más de cinco millones de parados y una clase política que, como nos ha dicho el CIS, es una de nuestras mayores preocupaciones. A mí me preocupa mucho más después de ver las reacciones que ha suscitado entre los políticos: cada uno dice yo no he sido, la culpa es del de enfrente.

Pero visto todo lo que he enumerado arriba yo creo que podemos ir por el mundo con la cabeza muy alta.

Sin complejos.

Algo huele a podrido en el ciclismo

He oído que Eddy Merckx, el mejor ciclista de todos los tiempos, ha declarado que alguien quiere la muerte del ciclismo.

Estoy de acuerdo.

El caso Contador es extraño desde el principio al fin.

Cuando dio positivo por clembuterol en el Tour de 2010 era líder y lo siguió siendo días después. Eso quiere decir que cada día pasaba su control antidopping. Sólo un día el control fue positivo y en una cantidad ínfima, en la que se perdía la cuenta de los ceros que uno tenía que leer antes de llegar a la primera cifra significativa.

No hay ninguna otra prueba. Pero parece que el TAS no duda de la exactitud del análisis.

Por si fuera poco, al haberse retrasado tanto la condena, Alberto Contador ha tenido tiempo de ganar unas cuantas pruebas más (y de no ganar otras) triunfos que ahora son anulados y que pasan a otros que, en la carretera, no consiguieron ganar.

He leído que el clembuterol no tiene efectos en el rendimiento a corto plazo; también que pequeñas dosis de esa sustancia pueden llegar a nuestro cuerpo cuando hacemos vida normal, a través del agua o de alimentos como algunas carnes.

¿A quién beneficia la permanente sospecha sobre el ciclismo? ¿Alguien cree que así se está consiguiendo dignificar el deporte?

Caída de la bici

¿Está bien?

Un ciclista que iba algo más atrás se interesa (poco, la verdad; sigue su marcha sin esperar respuesta) por mi estado.

Está; me ha tratado de usted, aquí donde casi nadie lo hace. Se ha dado cuenta de lo mayor que soy. Va a ser que ya no estoy para estos trotes.

Parece que sí, que estoy bien. Es el momento de hacer balance de los daños. El pie izquierdo, que ha quedado enganchado entre el pedal y la bici, parece que no tiene mayores problemas: una ligera magulladura en el tobillo. El brazo y la pierna derechos, el lado hacia el que he caído, están llenos de arena, pero no se aprecian mayores daños. He caído casi parado y no ha habido arrastre. No veo grandes raspaduras. Lo peor parece estar en la parte izquierda del torso: el manillar ha hecho un bonito dibujo en forma de arco entre las costillas. Hoy es rojo; mañana será morado. Respiro hondo; los golpes en las costillas es lo que tienen: no suelen ser graves pero pueden acabar siendo muy dolorosos. Respiro, respiro; no parece que duela demasiado. De momento no me veo ningún otro deterioro. Veremos cómo está mañana.

Toca el turno de ver qué ha pasado con la bici. A diez kilómetros de casa y sin nadie a quien pedir ayuda (Carlos y Joaquín, a quienes podía haber llamado para que vinieran a recogerme, se fueron ayer) poder volver en bici es importante. A primera vista no hay daños graves. Me monto, pero veo que aquello no va. El guardabarros delantero, que ya rompí en otra ocasión, roza con la rueda. Además se ha soltado una de las varillas y golpea con los radios. Quienes me conocen ya saben de mi escasa habilidad. Pero se ve que la avería no es grave; nada que no pueda arreglar con mis manos y un poquito (muy poquito) de fuerza.

Vuelvo pues a la bici y sigo mi recorrido por La Llana.

Hace ya muchos años, unos veinte, descubrí el placer del ciclismo de playa. La Llana, en San Pedro del Pinatar es una playa larga en la que a primeras horas de la mañana es más fácil cruzarse con un ciclista que con un paseante o bañista. Cada día es un paseo diferente; las zonas que ayer estaban duras, por las que mejor se circulaba, hoy son dunas en las que te quedas clavado. Justo eso es lo que me ha pasado hoy: me estaba enganchando en una zona dunosa y al tratar de cambiar hacia la orilla, más húmeda y más dura, la rueda delantera se ha clavado y, bici y yo, hemos caído, una encima del otro.

Este año La Llana está recibiendo un tratamiento de playa natural, lo que hace que se acumulen las algas en determinadas zonas (siempre las ha habido, pero ahora hay más) y que las zonas con arena blanda abunden más. También parece que han dejado de fumigar y hay quien dice que abundan los mosquitos. Esperemos que lo natural no acabe siendo sinónimo de deterioro.

Ahora, tres horas después de la caída, no parece que vaya a haber ningún tipo de consecuencia, aparte del moretón y el dolor en las costillas. Dentro de un par de días los (escasos) paseantes, me verán otra vez por La Llana.

La Vuelta: Un producto de Antena 3 en TVE

Hoy ha terminado la Vuelta Ciclista a España. Como termina cerca de mi casa he bajado a verla. Lo he hecho unos cuantos años más, casi todas las veces que he estado en Madrid. Muchas de ellas con mi hija.

Hace muchos años, cuando la Vuelta llegaba al País Vasco y la organizaba El Correo, la ví al menos una vez todos los años comprendidos entre el 57 y el 68. Mi padre me acercaba al puerto más interesante o la veía en la meta.

Supongo que es una de las consecuencias de ser de Vitoria: a uno no le gusta el fútbol, pero sigue de cerca el baloncesto (se llame como se llame el Baskonia) y el ciclismo (añorando aquel Kas que animaba todos los años el Tour y siempre ganaba la clasificación por equipos).

No voy a decir que no había nadie viendo el final de la Vuelta, pero la verdad es que para ser Madrid y con un tiempo muy agradable éramos cuatro gatos. Una desilusión.

La Vuelta ha sido muy entretenida; eso dicen Perico Delgado y Carlos de Andrés. Ha mantenido el interés hasta ayer mismo, cuando Mosquera y Nibali se desafiaron subiendo la Bola del Mundo. Pero ha sido una Vuelta carente de figuras: Nibali y Vellits (o Igor Antón, muy probable ganador si no se hubiera caído el sábado anterior) pueden ser promesas, pero aún no son fuguras. Mosquera es un gran corredor al que los éxitos han llegado muy tarde y que, desgraciadamente, no ha sido capaz de redondear este éxito con un triunfo absoluto en la Vuelta. Una pena.

Y ha sido una Vuelta menor también porque se ha visto relegada a una cadena menor, específica pero menor, como es Teledeporte. Se ha visto así penalizada a la hora de captar audiencia.

TVE1 tiene ahora una programación muy sólida en sobremesa, con seriales de éxito como Amar en tiempos revueltos y el que le siga, cualquiera que sea, que hereda una buena parte de la audiencia. Pero estoy seguro de que la Vuelta habría conseguido, la mayor parte de los días, superar la media de audiencia de la cadena, lo que viene a ser la medida del éxito.

Pero, claro, no todo es tan fácil.

Hace ya varios años Antena3 compró Unipublic, la empresa que organiza la Vuelta. Los derechos de emisión los mantiene TVE. ¿Cómo se maneja un asunto como ese? Es complicado.

Parece que los directivos de RTVE han decidido convertir el producto de su competencia en un evento menor antes de devolverlo al mercado. Porque la Vuelta no parece que pueda tener un futuro muy largo en una cadena pública sin publicidad (aunque supongo que patrocinadores como La Casera estarán encantados con sus bloques exclusivos).

La Vuelta podría volver a circular por el País Vasco después de más de cuarenta años de evitarlo. Puede ser su gran ocasión para revitalizarse. Allí sí hay afición: la marea naranja que inunda las etapas pirenaicas del Tour da buena fe de ello. Sin duda es un gran éxito de Euskaltel, pero también una muestra del poder de la afición vasca al ciclismo. Madrid, con más del triple de población, y con grandes figuras como tiene ahora, no consigue movilizar ni la mitas de aficionados.