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José Ramón Madinaveitia, ingeniero humanista

A principios del pasado agosto recibí una llamada de Mario Onzain. No nos conocíamos pero me había localizado a través de Internet. Había encontrado un post mío sobre la autoría del Metro de Bilbao.

En esa llamada Mario me dijo que una fundación (Esteyco) para la que trabaja, le había encargado escribir un libro sobre José Ramón Madinaveitia, mi hermano y me pedía colaboración para rellenar algunos huecos, especialmente sobre las primeras etapas de su vida. Él no tenía problema para conseguir información sobre su vida y su obra como ingeniero pero encontraba muy poco sobre la infancia y juventud de José Ramón.

Tras el primer impacto de emoción (mi hermano murió a principios de 2005 de una enfermedad rara que le complicó mucho los últimos años de su vida) me puse a disposición de Mario y empecé a hurgar en mi memoria infantil.

Mi hermano era algo más de seis años mayor que yo. Para mí siempre fue un ídolo, una referencia en todo. En algún momento pensé seguir sus pasos; no me arrepiento de haber tenido que cambiar de idea. Yo habría sido un mal ingeniero a su sombra.

Ese mismo mes de agosto escribí unos cuantos párrafos, consulté con mis hermanas para completarlos y se los envié. Mario ha tenido la generosidad de reproducirlos en el libro, que ha presentado como una obra coral en el que me considera uno de los veinte autores.

El pasado 27 de abril, a la hora de la retreta de San Prudencio, cuando comienzan sus fiestas en Álava, se presentó el libro en el Palacio Euskalduna de Bilbao, en una sala abarrotada. Allí estábamos mis hermanas, mis hijos, mi sobrino y hasta mi nieto de tres años, que aguantó la presentación como un héroe.

Mario Onzain ha conseguido escribir un libro muy completo, en el que mezcla lo técnico con lo entrañable, la vida de José Ramón, tan rica en todos los aspectos, con la construcción del Metro de Bilbao y otras obras, sobre todo las realizadas en el País Vasco (los tranvías de Bilbao y Vitoria, tramos de la YVasca del AVE,…). Un libro, en su mayor parte, fácil de leer para cualquiera, que incluye también algunos apartados muy técnicos que sólo los ingenieros entenderán del todo.

En la presentación, y también en la última parte del libro, tuvo mucho peso la actuación de José Ramón en Machulu, un lugar perdido en el Baltistán, en las faldas del Himalaya pakistaní. Elevar el agua desde un arroyo que transcurre unos cuantos metros por debajo del pueblo cambió la vida de toda una población que ahora tiene unos cultivos mucho más ricos. Un nativo de Machulu habló en la presentación y demostró la admiración y el cariño de su pueblo hacia José Ramón Madinaveitia a quien, incluso, quisieron dedicar la calle principal del pueblo.

Cuando realizó esa obra José Ramón ya había experimentado los primeros síntomas de su enfermedad, una enfermedad que le hizo asistir en silla de ruedas a la inauguración  de alguno de los tramos del Metro de Bilbao.

El libro recoge muy bien la preocupación de mi hermano por la sostenibilidad (él me habló de este tema muchos años antes de que se pusiera de moda) así como por la ética (la corrupción es el mayor enemigo de la obra pública y, por tanto, de la gente) y por la estética (las obras deben de estar bien hechas y, a la vez, ser bellas).

La obra de José Ramón, que comenzó en Iberoamérica y Oriente Medio, permanecerá en el tiempo, no sólo en el País Vasco; también en un lugar tan lejano como Machulu.

El libro, José Ramón Madinaveitia, vocación de servicio, reproduce en su portada una felicitación de Norman Foster al equipo de José Ramón por un trabajo bien hecho: el Metro de Bilbao.

Muchas gracias a Mario Onzain y a Javier Rui-Wamba y la fundación Esteyco por hacerlo posible.

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