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Mi segunda Vuelta al Mar Menor

Ya lo habíamos hecho hace dos años.

El año pasado por estas fechas estábamos en Gredos, celebrando el cumpleaños de mi hermana Ana. Por cierto, El Milano Real, el hotel en el que nos alojamos en Hoyo del Espino, es todo un descubrimiento para quien no lo conoce: muy recomendable. Las habitaciones son fantásticas, la comida aún mejor y todo ello en un entorno que merece la pena conocer.

Cuando hace algo más de un mes mi cuñado Joaquín me planteó volver a hacer este año la Vuelta al Mar Menor (68 kilómetros andando bajo el sol murciano de agosto para rodear la laguna salada costera más grande de Europa) le dije que sí.

Tenía que hacer las gestiones más o menos en secreto porque sabía que este año Maxi, mi mujer, se iba a oponer. Fuensanta, hermana de Maxi y mujer de Joaquín, se encargó de todo. Hasta pocos días antes de venir a La Ribera no lo dije en casa. Hubo oposición, amenazas con llamar a la neuróloga y poco más.

Precisamente por mi incidente de enero, y porque desde entonces he mejorado mucho mi forma física, yo tenía más interés en hacerlo.

Llevo casi siete meses andando hora y media cada día, entre diez y doce kilómetros, y aunque esta marcha sean casi siete veces más (en horas, con las preceptivas paradas, acaban siendo dieciséis, desde las seis de la mañana hasta las diez de la noche) ese entrenamiento se tenía que notar.

Cuando se iba acercando la fecha, ya de vacaciones, incrementé un poco mi ración diaria, hasta cerca de dos horas y más de catorce kilómetros, intentando hacerlo en horas en las que ya apretase el calor. La mayor dificultad que yo recordaba de hace dos años era justo esa, el calor asfixiante de las horas centrales del día en las que se recorre la parte Norte de La Manga.

Pocos días antes Joaquín se puso enfermo, con fiebre alta. Era una buena disculpa para echarse atrás: si Joaquín no va, yo me quedo. Siempre hay algún momento de debilidad.

Pero la víspera Joaquín mejoró sensiblemente y decidió hacer la marcha, así que no había alternativa.

A primera hora hacía bastante menos calor que hace dos años y aunque en la zona que recordaba como más cálida volvió a hacer mucho, mucho calor, creo que nunca llegó a hacer tanto como entonces (cuando había alarma por exceso de calor ern la zona).

Yo, mucho más en forma, me encontré mucho mejor que la vez anterior. Si entonces empezaba cada etapa con los primeros y me iba descolgando hacia atrás hasta acabar cerca de la escoba, esta vez me mantenía siempre en el primer tercio, con la gente que disfruta más de la marcha.

Joaquín, todo un héroe, con fiebre hasta dos días antes, aguantó hasta la hora de comer, cerca de cuarenta kilómetros, cuando una ampolla en el pie le impidió seguir.

Esta vez el paso de La Encañizada, que los valientes hacen andando con el agua al cuello y los pies hundidos en el lodo, se hizo en barcos. Toda una aventura: hay que llegar andando con el gua hasta más arriba de la rodilla hasta una barca que te acerca al barco en el que se hace la travesía para, una vez llegados al Molino de la Calcetera volver a bajar a otra barca que te lleva hasta la orilla.

Si los escaladores suben a las montañas más difíciles simplemente porque están ahí, en mi caso ocurre algo parecido: necesitaba probarme, ver que, si hay límites, los míos están más allá de esos 68 kilómetros andando.

El consejo de cambiar de calcetines y airear los pies en cada parada es muy recomendable; yo lo hice así. También ponerse protector solar en cada parada (yo lo hice hasta que, a la hora de comer, descubrí que había dejado el bote mal tapado y se había vaciado en mi mochila).

Los daños: perdí una uña del pie cuando aún quedaban más de veinte kilómetros y sufrí un poco para terminar, aunque me puse una tirita y ayer, al día siguiente de la marcha, tenía unas fuertes agujetas. Esta vez, ya con experiencia, las manos no se me hincharon. Hoy ya estoy bien y he podido hacer mi habitual paseo en bici por La Llana.

¿Lo haremos otro año? Si hay una buena compañía, posiblemente sí.

Por cierto, la marcha, con más de 300 participantes y cerca de 500 implicados, que pasa a lo largo de todas las urbanizaciones de la costa del Mar Menor en una de las épocas en las que están más llenas de gente, sería una buena oportunidad para los patrocinadores, creo que no muy aprovechada.

2 comentarios

  1. Dice ser Jorge M.

    Hola Eduardo.
    Este año también a sido mi segunda edición, nos a tocado este año una buena ola de calor.
    La zona donde más sufrí, lo mismo que la edición del año pasado, fue después de comer hasta coger el barco, atravesar La Manga en las horas donde el sol incide con mas ganas y el asfalto quema.
    Salimos 320 y llegamos 280 Valientes 🙂
    Te paso un vídeo, qiue he realizado de la Vuelta al Mar Menor 2014.
    https://www.youtube.com/watch?v=d6DwOiV3eN4&feature=share
    Saludos
    Jorge M.

    13 agosto 2014 | 10:17

  2. masquemedios

    Muchas gracias, Jorge.
    Yo recuerdo la de hace dos años como mucho más calurosa; es verdad que entonces yo estaba menos en forma y seguro que eso se nota.
    Gracias por el vídeo y por tus impresiones.
    Para mí también el trozo más duro es el que tú dices, después de comer y hasta el final de La Manga. Además en mi caso fue cuando se me cayó una uña del pie izquierdo y fui bastante molesto durante unos cuantos kilómetros.
    Si lo hago otro año, te buscaré para saludarte.
    Saludos.

    19 agosto 2014 | 18:15

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