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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

Archivo de febrero, 2014

La inversión publicitaria cayó menos de lo esperado

Ayer se celebró la presentación del estudio anual de Infoadex sobre inversiones publicitarias. Es todo un clásico de finales de febrero en el mercado publicitario; el estudio cumple ahora sus primeros veinte años.

El estudio proporcionó algunas sorpresas agradables. A lo largo de 2013 vivimos unos resultados parciales muy negativos y casi todas las previsiones apuntaban a caídas de dos dígitos, que vendrían a sumarse a una serie ya muy larga de fuertes caídas. Los resultados del estudio hablan de una caída del 3,7% en el conjunto de los medios; los No Convencionales habrían caído sólo un 0,5% mientras los Convencionales (de los que hablamos habitualmente aquí) lo habrían hecho un 8,0%. Los medios No Convencionales mejoran siempre su participación durante las crisis y ya representan un 59,3% de la inversión.

La presentación nos ofreció unos cuantos titulares:

La inversión publicitaria a nivel mundial ya crece, pero el 30% del crecimiento total corresponde a China.

Pese a lo que se viene diciendo a lo largo de estos últimos años, la participación de la Televisión en la inversión publicitaria total continúa creciendo en Europa.

Internet representa ya el 21% de la inversión publicitaria en España.

La inversión en Móviles ascendió a 68,4 millones de euros; aumentó un 51,3%. ¿Podríamos decir que 2013 fue el año del Móvil?

El grupo con mayor inversión en medios fue el Grupo Corte Inglés.

Procter & Gamble fue el mayor anunciante en el conjunto de los medios y en algunos en particular, como Televisión o Revistas.

El mayor anunciante en Internet fue ING Direct, seguido por Procter & Gamble.

El sector recibió estos resultados con alivio y con la esperanza de que 2014 sea ya un año de crecimiento.

¡Whatsapp valía 14.000 millones!

Por fin sabemos cual era el modelo de negocio de Whatsapp.

Estaba claro que no podían vivir de los 0,79 euros que se pagaban por la suscripción. Eso no daba ni para pagar el consumo de electricidad de los potentes servidores que se necesitan para mantener vivo este tinglado. Pero los fundadores seguían insistiendo en que su objetivo no era vender, que nunca nos pondrían publicidad y que no venderían sus potentes bases de datos.

Últimamente yo tenía un latiguillo que usaba en muchas conversaciones ¿Sabes cual es el modelo de negocio de Whatsapp? En general mi interlocutor se quedaba boquiabierto y como mucho preguntaba Y tú ¿lo sabes?

Y en el otro lado estaba Facebook, con una enorme liquidez desde su salida a Bolsa, que veía cómo se iban perdiendo algunas de sus características principales: la proximidad, la emocionalidad estaban cada vez más del lado de Whatsapp. Cuando en Zenith, hace ahora un año, hicimos con The Cocktail Analisys, nuestro estudio de Redes Sociales una de las conclusiones más importantes y quizá la que más destacamos Felipe Romero y yo en las presentaciones, fue que Whatsapp, sin ser propiamente una red social, se estaba apropiando de los valores más sociales: los de cercanía, de emocionalidad, de engagement, que inicialmente se asociaban a Facebook.

Yo no soy, sin duda, un usuario típico de Whatsapp (ni de Facebook, claro) en todos los estudios sobre este tema quedaría fuera del universo del estudio, así que contar mi caso es lo que nunca debería hacer alguien que se dedica a la investigación, pero estoy en unos diez grupos de Whatsapp, he chateado en los últimos meses con más de cien personas, las fotos de mi nieto se comparten en algunos de esos grupos y no en la red de Zuckerberg…

Supongo que alguien con cuarenta años menos que yo tiene todos esos datos (salvo el del nieto) mucho más inflados.

Creo que la compra de Whatsapp por Facebook va a ser una de las noticias económicas de este año.

Ahora sólo falta saber qué hará Facebook para rentabilizar esta inversión.

El error Internet

Estos días se habla mucho de las modificaciones a la LPI (Ley de Propiedad Intelectual) anunciadas en el pasado Consejo de Ministros y de si eso supondrá la puesta en marcha de la llamada Tasa Google. Si fuera así los buscadores y quienes enlacen a noticias con una parte significativa de su contenido tendrían que pagar por ello a los editores.

Con ello, según unos, se trataría de compensar a los medios por las pérdidas que Internet les ha supuesto; según otros sería una manera más de tener controlados a los medios, que tendrían así una mayor dependencia de las autoridades que decidan sobre el reparto de esos ingresos.

También he leído en Twitter un comentario: prefiero que Google pague impuestos en los países en los que tiene negocio en lugar de pagar una tasa a los medios.

No le falta razón al tuitero.

Pero creo que el problema de los medios, especialmente de los que provienen del papel, con Internet, merece un análisis más profundo.

Yo creo que el origen del problema, lo que yo llamo el error Internet viene de lejos, de los primeros tiempos de Internet y se basa en una especie de espejismo provocado por una mala interpretación de los datos de audiencia. Es una reflexión que llevo muchos años haciéndome y que he plasmado en El Vigía, mi otro blog. Mi post, La audiencia en el palacio de las mediciones etéreas, viene a ser una continuación del que pocos días antes había escrito el prestigioso sociólogo Miguel del Fresno (yo_Antitwitter): Los medios que no amaban a sus audiencias. Él achaca la crisis de los medios a su apuesta por un modelo de negocio en el que la publicidad tiene un peso excesivo y hace a los medios dejar de poner el foco en sus audiencias.

Yo no lo veo así. Yo creo en el modelo mixto de negocio (ventas+publicidad) para los medios escritos, que da a los medios una cierta independencia de los poderes públicos.

El error internet, el espejismo, consistió en creer que las grandes audiencias que se preveían para la versión en Internet de los medios impresos les iban a permitir competir con la Televisión por la inversión publicitaria. Mucha audiencia, con poco coste, captará mucha inversión = negocio redondo.

Sólo después llegaron los buscadores, se multiplicaron los soportes (al suprimirse casi por completo las barreras de entrada) y se fragmentó la audiencia hasta límites nunca imaginados. Y todo ello con una permanencia mínima en cada sitio.Después vino el pago por clic, en lugar de por audiencia, y terminó de complicarlo todo.

Ahora la oferta publicitaria de Internet es casi infinita, los precios se han reducido de manera preocupante y las cuentas no salen.

Si quieres leer una versión más amplia de mi análisis, la tienes aquí.

Y yo no estoy allí

Desde el pasado miércoles se está celebrando en La Coruña el Seminario de AEDEMO de TV, la cita anual de los investigadores de medios y de todas las personas interesadas en el conocimiento y la comercialización del medio que sigue acumulando las mayores audiencias.

Este año se conmemora la edición 30ª, todo un hito en este tipo de actividades.

Yo he asistido a casi todas. Creo que mi primera vez, en Sitges, fue en 1988 y desde entonces sólo he faltado un par de veces por causa mayor.

Este año también pensaba ir y ya estaba inscrito (todavía está Paola, -gracias por todo Paola- gestionando la devolución del importe del billete de avión), pero mi reciente problema me lo ha impedido.

Llevo muchos años en este negocio y tengo muchos amigos. Casi todos han estado estos días en La Coruña. Yo he intentado seguir el evento por Twitter pero, claro, sólo con titulares de 140 caracteres lo que ocurre es que aumenta la añoranza y aún se ponen los dientes más largos.

Tengo muchas ganas de ver el lunes a Mapi e Irene y que me cuenten qué novedades se han presentado, qué han aprendido y cómo ha ido todo.

Pero no será igual.

Amigos, os he echado mucho de menos.

La radio goza de buena salud

Hoy es el Día Mundial de la Radio.

De joven fui un gran oyente de radio. Mi mejor regalo fue la radio de transistores que recibí al cumplir 16 años. Tenía onda larga y podía sintonizar muchas emisoras extranjeras: Europa 1 y Montecarlo eran mis favoritas. Luego, cuando llegué a Madrid vi que se podía sintonizar la emisora de la Policía ¡en plenas revueltas estudiantiles del 68! Muchas veces mi habitación del Aquinas se convertía en centro de reunión para seguir los avatares de nuestros compañeros.

Más tarde, durante mis años de RTVE me dediqué mucho a la radio. Incluso dirigí un estudio de audiencia de Radio en la Comunidad de Madrid en el que participaron todas las emisoras, públicas y privadas, que existían en aquel momento.

Ya es un tópico decir que no se cumplió la profecía de Buggles: el Vídeo no mató a la estrella de la Radio. Se repite mucho ahora para constatar que tampoco Internet está matando a la Televisión.

Pasó el momento de las grandes estrellas de la Radio de la transición: acaba de retirarse Luis del Olmo, Iñaki Gabilondo dejó la primera línea hace ya años, hace aún más José María García, desaparecieron Encarna Sánchez y Antonio Herrero.

Ahora hay grandes profesionales en la Radio pero, con todos los respetos, creo que su talla es bastante menor que la de esos líderes de los 80-90.

Sin embargo (tomo los datos del Anuario de la Profesión Periodística, que Luis Palacio elabora para la APM) la radio batió en 2012 su récord de audiencia al alcanzar un 61,9% de la población mayor de 14 años. La inversión publicitaria cayó el año pasado algo más que el promedio del mercado, pero la inversión en Radio ha aguantado la crisis algo mejor que el resto de los medios.

Por otro lado, la Radio Digital, que cada vez más es la Radio por Internet, crece con fuerza (más de un 50% entre 2008 y 2012).

La Radio puede celebrar su día con alegría. Los datos le apoyan.

¿Cómo se mide la audiencia de contenidos audiovisuales?

Ayer me dieron el alta después del incidente que conté aquí y hoy ya he vuelto al trabajo.

Y he vuelto como los grandes toreros: nada menos que en la Plaza de Las Ventas. Arturo Guillén, el Vicepresidente de Rentrak España es un crack y un gran aficionado a los toros. Ha organizado en una de las dependencias de la plaza un evento sumamente interesante sobre el estado del VOD (Video on Demand) que incluía una mesa redonda sobre medición en la que he tenido el honor de participar.

Es un gran honor formar parte de un grupo que, aparte de Arturo y de mí mismo, formaban: Pablo Romero, de YOMVI, Ricardo Villa, de RTVE Interactiva, Joaquín Becerra, de Fox, Niko Muñoz, de Havas Multimedia y Fernando Santiago de AIMC.

Estamos en un momento clave: la realidad del consumo de contenidos audiovisuales ha cambiado mucho en los últimos años, mientras el sistema de medición se ha movido muy poco. Así, cada vez más un sistema que mide bien lo que mide (la audimetría de televisión tradicional mide la audiencia de televisión, en directo, en televisores situados en el hogar principal) se va quedando lejos de la realidad.

Hace ya seis años, en el Seminario de AEDEMO de Granada, Pablo Romero ya marcó la dirección que debería tomar la medición. Hace ahora un año, en Zaragoza, yo mismo insistía en que deberíamos medir la audiencia de contenidos audiovisuales ATAWAD (Any Time, AnyWhere, Any Device: en el momento que sea, donde sea y en el dispositivo que sea). Muchos de los huecos que deja la audimetría tradicional ya se pueden rellenar (algunos con la propia audimetría tradicional) y desde el mercado deberíamos ser capaces de presionar para que la medición sea todo lo completa que permita el estado de la tecnología en cada momento.

Las metodologías de tipo RPD (Return Path Data, que usan los datos generados en los propios dispositivos de visionado) como las que propone Rentrak, son un espléndido complemento a los datos actuales, que puede ayudar a rellenar alguno de los huecos existentes y con ello proporcionar una visión mejor, más completa, de la realidad del consumo audiovisual.

Hace 2.500 años Heráclito decía Panta Rhei: todo cambia, nada permanece, nunca te bañas dos veces en el mismo río. El cambio desde entonces se ha acelerado; en los últimos seis años el panorama audiovisual ha experimentado una revolución. Sin embargo su medición casi no se ha movido. Cada vez más peces, y peces más grandes, se escapan por los agujeros de la red constituída por el sistema de medición.

Estamos viviendo un momento complejo; la crisis económica no ayuda a tomar decisiones que pueden tener un coste a corto plazo, ni siquiera si sabemos que a medio o largo nos traerán beneficios.

Por otro lado el mercado publicitario está sufriendo una perversión del uso de los mecanismos de control (Comités de Usuarios, Consejos de Control) que se dio a sí mismo hace más de veinte años: lo que debería servir de estímulo de los medidores se ha acabado convirtiendo en un freno que trata de proteger el statu quo. Todos somos culpables, pero la parte publicitaria del mercado debería ser capaz de ponerse al frente de los cambios que son necesarios en este momento para medir la realidad actual y no la de hace quince años.

Hace falta un líder (persona o asociación) capaz de ponerse al frente y exigir a los medidores, a los presentes o a los que puedan venir, que tomen las decisiones necesarias para salir del estancamiento en el que nos encontramos.

Eso se llamaba JIC (Joint Industrie Comitee o comisión de todo el mercado) pero un JIC en condiciones, que nuestro mercado no ha sido capaz de crear desde los tiempos del inicio de OJD (hace ahora cincuenta años) o el EGM (hace 46). Necesitamos recuperar el espíritu de los sesenta.

Si la llegada de Rentrak sirve como revulsivo, bienvenida (*) sea.

 

(*) La sala donde se ha celebrado el evento de esta mañana estaba presidida por un retrato de Antonio Bienvenida.

La Infanta y la rampa

Al final la Infanta no ha hecho el paseíllo y ha bajado la rampa en coche. Eso no ha evitado que se tomen unas imágenes al bajar del coche que nos hartaremos de ver en los próximos días.

Todos somos iguales ante la Ley (o eso dicen). Pero no todos somos iguales ante los medios.

Si yo (o usted, querido lector) fuéramos a un juzgado, incluso al de Palma, la Ley seguramente sería con nosotros más dura que con la Infanta, pero no habría periodistas de quinientos medios esperando para sacar esas imágenes morbosas que luego serán portada de periódicos y se repetirán una y mil veces en los noticiarios, los programas de debate (léase Sálvame y similares) y los del corazón.

No tengo especial simpatía por la familia de la Infanta. Nunca he sido monárquico aunque a veces, cuando veo la clase política de la que disfrutamos y si pienso quién sería ahora el Presidente de una supuesta  tercera República, me empiezan a entrar serias dudas.

El caso de la Infanta, o el caso Aizoon, o el caso Urdangarín, sólo es una pequeña gota en el mar da la financiación ilegal de los partidos. Y sin embargo alguien (que seguramente no serán los partidos) ha conseguido que el foco de atención se ponga en la audiencia de Palma y se desvíe de los Gürtel, EREs, ITVs, y tantos otros que con seguridad son más relevantes.

¡Qué maniobra tan inteligente! Un ilusionita como David Coperfield no lo habría hecho mejor.

Probablemente* no la Infanta, pero sí su marido y su socio, acaben con un castigo ejemplar (que, también probablemente, no cumplirán).

También muy probablemente los líderes de los partidos se irán de rositas. Todos piensan que su financiación viene del cielo por obra del Espíritu Santo.

Mientras tanto nos habrán tenido entretenidos hablando de si la Infanta bajará o no a pie los cincuenta pasos de la famosa rampa.

(*) Probablemente: se utiliza en aquellos casos en los que, en función de la información disponible hasta ese momento, la probabilidad de que un suceso ocurra se aproxima a la unidad.

Amnesia

No te esfuerces, Eduardo; de esas horas nunca recordarás nada, me dijo la doctora Escribano. Has tenido una AGT (Amnesia Global Transitoria); mientras transcurre, el cerebro no fija los recuerdos.

Lo de Global parecía muy serio, aunque lo de Transitoria lo diluía bastante. En cualquier caso me había pasado y tenía que afrontarlo.

Entonces la doctora me explicó que este tipo de amnesia es relativamente frecuente (tratamos cientos de casos), que normalmente no deja secuelas y que casi nunca se repite (sólo he visto dos o tres casos de repetición en mi vida). Parecían buenas noticias, aunque la doctora es muy joven y eso reducía en buena medida el valor de su afirmación.

Hay varias teoría sobre la causa próxima de la enfermedad, siguió diciéndome: una, la menos apoyada, es que se producen en el cerebro pequeñas descargas eléctricas, una especie de miniataques epilépticos, que inhiben durante un rato una zona del cerebro; la segunda es que tiene un origen vascular, circulatorio: durante unos instantes ha fallado el riego en algún punto del cerebro; la tercera sería una causa emocional profunda, un fuerte estrés, que bloquea la capacidad de recuerdo.

Yo había revivido con mucha fuerza esos días unos recuerdos muy duros y en un primer momento lo atribuí a esta última causa, sobre todo cuando los primeros análisis y el scanner que me habían hecho al llegar no detectaron ninguna lesión.

Por otro lado, yo no tengo la sensación de estresarme, pero es verdad que el fin de semana anterior no había descansado mucho. Estuve escribiendo el Vigía (hasta tres versiones) y preparando la clase que di el martes en el IED. Pero son cosas que me gustan, manejé bien los tiempos y, como otras veces, no tuve sensación de estrés.

Pero al parecer no tuve la reacción adecuada en una prueba que hacen raspando la planta del pie con una especie de regla y decidieron ingresarme para un estudio más profundo. Así empezaron mis ocho días de hospital en los que fui objeto de todo tipo de pruebas.

Finalmente en la resonancia magnética encontraron dos pequeñas marquitas milimétricas, una en la zona frontal y otra en la occipital. Esta última era la que había afectado al hipocampo y con él a la memoria.

Una subida de tensión, un pequeño coágulo que llega a una zona inadecuada y te pasas varias horas preguntando sin parar  cada dos minutos la hora y quién te ha llevado al hospìtal.

Aunque a esas pequeñas marquitas les llaman microinfartos (lo que vuelve a impresionar una barbaridad) de nuevo insisten en que no son importantes y no tienen secuelas.

Eso sí, son un aviso: a partir de ahora hay que vigilar la tensión, comer sin sal, reducir las grasas, hacer ejercicio…

Sí; desde que nos fuimos a Las Tablas y empecé a coger el coche todos los días hacía mucho menos ejercicio que antes.

Mi mujer y el médico de cabecera me dicen que he tenido mucha suerte, que esto es un aviso y ahora viviré más. Yo, para la próxima vez que tenga suerte, prefiero que me toque la lotería.

Ya llevo dos días fuera del hospital. Los dos he dado largos paseos, he tomado la comida sin sal, he tomado tanto pollo que sospecho que pronto me saldrán alas y me he propuesto salir pronto de trabajar todos los días y seguir dando mis paseos. Veremos si soy capaz de cumplirlo.

Me emocioné cuando, desde la ventana del hospital vi salir a los niños de un colegio. Me emociono aún más estos días cuando durante el paseo veo a mi nieto de dos meses. No me había fijado, pero me parece que este año las chicas llevan las minifaldas muy cortas, me gustan edificios de Madrid en los que hasta ahora no había reparado…

 

He dudado mucho si escribir esto, pero pienso que a lo mejor puede ayudar a alguien. Por otro lado, en mis largas horas de hospital se me ocurrió publicar un tuit (al cuarto día) comentando lo aburridas que se hacen allí las horas (aburridas pese a que cada poco rato entraba alguien a hacerme una nueva prueba, o con una nueva comida, o una nueva tarea; echando cuentas tenía más de veinte entradas al día). Desde entonces, muchas personas se han interesado por mí, sobre todo a través de Facebook. Quizá con este texto les pueda tranquilizar o no tenga que dar muchas más explicaciones.

Para los que preguntan: estoy bien y confío, de verdad, en que la doctora tenga razón y no se repita ni deje secuelas. De momento no las siento.

¡Ah! y gracias a Maite, Malu y Mapi, mis compañeras que se dieron cuenta del problema, me llevaron al hospital y estuvieron conmigo hasta que llegó Maxi, mi mujer. Gracias sobre todo a Maxi que no se separó de mí en esos ocho duros días.