Entradas etiquetadas como ‘violencia’

Abuelas vapuleadas

Por Lula Gómez

“La violencia de género prolongada en el tiempo en mujeres mayores provoca efectos devastadores en la autoestima, en la toma de decisiones y hasta en la pérdida de identidad de quienes la sufren”. Ana Gil Rituerto, psicóloga de la Fundación Luz Casanova, arrancaba así su ponencia hace unos días en el Colegio de Abogados de Madrid. La intención: debatir, exponer y sacar a la luz pública los terribles efectos de las violencias machistas en mujeres que han cumplido los 60. También su invisibilización. También para el Derecho.

Su batalla es enorme. Por un lado se enfrentan a los estereotipos, a la necesidad de cuidar impuestas y hasta autoimpuestas y a las 1.001 incoherencias que toda víctima sufre en un sistema que las enseñó a callar, soportar y ser «buena mujer», señalaron las expertas convocadas, especialistas en tratar a mujeres mayores desde distintas disciplinas. Pero por el otro, jurídicamente hablando, deben resolver las dificultades para demostrar una violencia ocurrida, callada y sufrida durante años, unos hechos no tan sencillos de probar. “Viven la violencia de forma solitaria. No se atreven ni a contar. En ese sentido, el grupo terapéutico donde trabajamos con ellas, se plantea como un espacio para compartir y trata de romper la culpa”, afirmaba Gil Rituerto.

Imagen del proyecto Hazte visible, hazme visible © Fundación Luz Casanova.

María Ángeles Jaime de Palo, presidenta de la Asociación de Juristas Themis, subrayaba la necesidad que tienen muchas de las víctimas de una atención doble: jurídica y psicológica, porque más allá de la denuncia, deben poder resolver asuntos tan vitales como la dependencia económica, la carga de los hijos, las discapacidades o los cuidados no remunerados. Jaime de Pablo destacaba cómo, mientras que las mujeres mayores no suponen la mayoría del porcentaje de víctimas mortales que lamentablemente nos «desayunamos cada año», sí lo son los perpetradores de esas violencias, casi siempre hombres de edades avanzadas. Un punto que lanzó a la sala para estudiar las masculinidades y destacar la importancia de la educación.

Para la antropóloga y especialista en gerontología Mónica Ramos Toro, lo primero que debemos hacer es “romper con la sensación –también entre profesionales- de que esas violencias ocurren porque son mayores y, que por lo tanto, son normales. Para resolver esa barbarie, la especialista sugiere pegarse a sus biologías y no biografías y a los muchos años de dolor. No es fácil, ya que hace falta sacarlas de unos relatos de sus vidas escritos por sus maridos y enmarcados en un sistema patriarcal, advertía. “Son mujeres que no han elegido. Antes de la denuncia, tenemos que decirlas que decirles que la vejez es una gran oportunidad y que tienen la posibilidad de hacer lo que quieran”.

Según explicó Isabel Fernández Pérez, psiquiatra, para atender a estas mujeres es necesario “despatologizar” a las mujeres que llegan a sus consultas. No son ansiosas. No están deprimidas. No están enfermas ni sufren psicosis: son mujeres maltratadas y violentadas y hay que tratarlas como tal. Para la experta, los profesionales deben perder miedos para entender el problema y si no temen preguntar si sus pacientes beben o tienen cualquier otra adicción, también deben saber indagar sobre si sufren violencia de género, señaló. La geriatra Ainhoa Esteve incidíó en las familias como una de las dificultades para visibilizar el problema. “Cuanto más dependientes son, más riesgo tienen de sufrir malos tratos”, señalaba.

“Como no se avance en igualdad, se retrocede”, afirmó contundente la fiscal Teresa Peramato en su turno de palabra, que aprovechó para afirmar la necesidad de revisar las normas jurídicas en relación a la violencia de género, donde lógicamente hay que aplicar perspectiva de género y una mirada especializada a la realidad que sufren esas mayores. Un doble enfoque que es responsabilidad del Estado, puntualizó.

Para cerrar, dos de las máximas escuchadas en el foro del Colegio de Abogados de Madrid para estar y apoyar a estas «abuelas vapuleadas»: información, formación y prevención. Y contra su invisibilización en medios de comunicación y publicidad: empezar a contar sus historias y ponerles cara. «Porque, ¿cómo se van a sentir interpeladas si en los carteles, anuncios y spots solo aparecen jóvenes hablando por whatsup», preguntaba Ramos Toro.

Lula Gómezescritora y periodista. Dirige su propia agencia de comunicación desde la que propone contenidos, edita, crea y ejecuta ideas de comunicación. Colabora también con la Fundación Luz Casanova.

Fiestas libres de violencias machistas

Por María Reglero

Que las mujeres vivamos una vida libre de violencias machistas es un derecho humano fundamental reconocido a nivel internacional. Libres de violencias en el ámbito de la familia, la pareja, expareja, el trabajo, en nuestras comunidades, online, y en el espacio público. 

Porque sobre la relación que las mujeres tenemos con el espacio público podríamos escribir largo y tendido, ya que es el espacio en el que tradicionalmente un sistema patriarcal nos quiere poco o nada visibles, con perfil muy bajo, solo a ciertas horas y en ciertos lugares. 

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Feminismo para cambiar el sistema

Por Pilar Orenes

Estos días amanecíamos con un nuevo dato: 1000 mujeres víctimas de la violencia machista, asesinadas, desde el 2003. Terrible. Y sabemos que “no están todas las que son”, que quedan muchas fuera de esta estadística que solo reconoce a los asesinatos de mujeres en manos de parejas y exparejas. Valiosísima la labor de Feminicidio.net, observatorio de la sociedad civil que visibiliza el asesinato de mujeres. Y, claro, si amplias la mirada, entonces suben aún más las cifras transmitiéndonos el horror de historias de dolor, únicas e irrepetibles pero con un sesgo común: mujeres asesinadas por hombres el hecho de ser mujeres.

Porque no nos engañemos, no es solo un número que suma a la lista de sucesos violentos aislados que ocurren en nuestros días. Estamos ante un problema social que algunos todavía se niegan a reconocer diluyéndolo en la generalidad de los hechos que se producen en los ámbitos familiares y domésticos, sin entrar en la causa ni en el sujeto que los ejerce. Invisibilizándolo. Que no nos confundan.

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Soy Lolita…

Por Aura Lolita Chávez

…Aura Lolita Chávez Ixcaquic. Vengo de K’iche’, donde nací, territorio donde he mamado ser defensora con rebeldía, resistencia, con grandes inspiraciones de Kamal de revolucionarias y revolucionarios, soy semilla que camina hacia la vida en plenitud.

Aura Lolita Chávez Ixcaquic

Aura Lolita Chávez Ixcaquic

Soy madre de dos seres bellos a quienes amo, soy maestra, soy defensora de la vida y de territorios, integrante de un movimiento de pueblos, el “Consejo del Pueblo K’iche’, por la defensa de la Vida, Madre Naturaleza, Tierra y Territorio” (CPK), que esta articulado al Consejo del Pueblo Maya, que reúne a comunidades de los departamentos de El Quiché, San Marcos, Huehuetenango, Quetzaltenango, Chimaltenango, Sololá y Totonicapán, en Ixim Ulew “Guatemala” Ubicado en Abya Yala “América” en el cual no sólo defendemos nuestra vida. Defendemos también el territorio, la expresión de nuestra historia, nuestra identidad, nuestro idioma.

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La bolsita de té

Por Charo Mármol

‘Una mujer es como una bolsita de té. Nunca sabes lo fuerte que es hasta que se encuentra en agua caliente’

Eleanor Roosevelt

Hace unos días participé en Segovia en el VII Encuentro Mujeres que transforman el Mundo, y  tuve la suerte de conocer y escuchar a dos excelentes  mujeres, sencillas mujeres, en principio como cualquiera de nosotras, hasta que un día las pusieron en agua hirviendo y dieron todo el sabor que llevaban en su bolsita de té.

La periodista Pilar Requena y la Premio Nobel de la Paz 2011, Leymah Gbowee en el VII Encuentro de Mujeres que Transforman el Mundo. Imagen: Charo Mármol

Una de ellas, Leymah Gbowee  era una joven de 26 años embarazada, con tres hijos y un marido que la golpeaba. Entonces se encontraba en  un campo de refugiados de Ghana donde había llegado huyendo de la guerra que asolaba a su país, Liberia.  Aguantó los malos tratos hasta que un día su marido la golpeó en público. Sin pensarlo más cogió a sus tres hijos y, embarazada como estaba, regreso a su país haciendo autostop. Pasó por un momento de angustia y depresión sin saber muy bien qué iba a ser de su vida. Hasta que su madre le dijo: ‘tienes que luchar por tus sueños, hacer lo que quieras hacer’. Y decidió cambiar de vida sin imaginar que cambiaría la vida de los demás.

Comenzó a estudiar y formarse. Empezó a trabajar en Sierra Leona con mujeres que habían sido violadas y con niños soldados, a los que en sus comienzos odiaba por lo que habían hecho y con los días y el trabajo trasladó ese odio a los que habían hecho las guerras.

Regresó a Liberia y empezó a trabajar con mujeres, al principio sólo 7. Se dieron cuenta que no podían acabar con la guerra si antes no sanaban ellas el trauma que acarreaban debido a la guerra, las violaciones y el maltrato. . En 2002 congregó a mujeres musulmanas y cristianas para rezar por la paz y realizar protestas pacificas entre las que destacó la huelga de sexo dirigida a forzar a los hombres a deponer las armas, pero sobre todo a llamar la atención de los medios de comunicación y lo cierto es que lo lograron. El número de mujeres fue creciendo y vestidas con sus camisetas blancas se convirtieron en una fuerza política contra la violencia que terminó con la guerra civil que mataba a miles de personas en aquel país africano.

En 2011, junto a Ellen Johnson, Presidenta de Liberia y Tawakkul Karman recibió un merecido Premio Nobel de la Paz. Hoy es presidenta de la Fundación creada por ella para dar educación y liderazgo  a las niñas de su país  y viaja por el mundo con un mensaje de esperanza: hay que luchar por los sueños y si lo hacemos juntas lo podremos lograr

Por la tarde escuchamos a  la australiana Melinda McRostie, quien desde los 7 años vivía con su madre en la isla de Lesbos. Allí en esa preciosa isla regentaba, y aún regenta, un restaurante The Captain’s Table, que hacía las delicias de los miles de turista que llegaban a Lesbos.  Melinda en 2010 vio cómo cambiaba el rostro de las personas que llegaban a su isla: ya no eran los turistas adinerados que viajaban  a disfrutar del sol y de los placeres de las islas griegas, ahora empezaron a llegar miles de personas refugiadas huyendo de la guerra, de la violencia, del hambre y muchas veces de la muerte y no se lo pensó: empezó a darles comida y bebida, a proporcionarles alojamiento hasta que las 100 personas que llegaban a la semana se convirtieron en 1000 al día desbordando toda su capacidad de ayuda. Decidió movilizar y coordinar a un grupo de voluntarios. Pronto fueron más de 1500 personas y creo la Starfish Foundation para alimentar, vestir y proporcionar asistencia médica a más de 200.000 refugiados.

Involucró a sus hijos, a su marido… sin ellos no sería posible su dedicación plena a esta tarea, no siempre comprendida por lo vecinos que en su gran mayoría viven del turismo y que hoy se enfrentan  a la reconstrucción de su economía turística.

Estas son sólo dos historias de otras muchas que escuchamos a lo largo del encuentro, llevadas de la mano de excelentes mujeres profesionales del periodismo como Alicia G. Montano, Rosa Mª Calaf o Marta Gómez entre otras. Un encuentro para visibilizar a aquellas mujeres que sin pensarlo ni buscarlo se vieron de lleno en un recipiente de agua hirviendo e igual que las bolsitas de té, dieron lo mejor de sí mismas.

Charo Mármol es comunicadora, feminista, militante de causas perdidas y autora del blog La mecedora violeta.

Refugiadas: un grito contra la pasividad

Por Barbijaputa

Somos una ciudadanía cada vez más anestesiada. Las imágenes que nos llegan desde cualquier punto del mundo, por más terribles que sean, cada vez nos conmueven menos. A lo mejor alguna foto consigue que apartemos la mirada un instante -como hacemos en el cine cuando representan una escena especialmente desagradable- para volver a mirar a la pantalla instantes después, esperando el siguiente hilo argumental y olvidando ya lo visto.

bjp Refugiada

‘Mujeres cuyo camino hacia el sitio más cercano con agua potable es un recorrido torturador y eterno, en el cual se juegan la vida’. Imagen de TrasTando.

En este mismo mundo donde tú y yo disponemos de un cuarto de baño al fondo a la derecha; en este mismo mundo donde sólo girando una pequeña manivela conseguimos un chorro de agua; en este mismo mundo, pero unos kilómetros más allá, hay personas como tú y como yo… mujeres, cuyo camino hacia el sitio más cercano con agua potable es un recorrido torturador y eterno, en el cual se juegan la vida. Donde en el trayecto hacia el bosque, que hace las veces de su particular cuarto de baño, pueden arrebatarle la dignidad y la inocencia. Son personas, como tú y como yo… mujeres que han huido con lo puesto de sus tierras para evitar la muerte, porque sus tierras han sido ocupadas por guerras que ellas no han decidido. Porque todos los refugiados están en situación de vulnerabilidad, pero si además son mujeres, el riesgo es doble: pueden matarlas, pero también pueden violarlas.

Una de cada cinco niñas y mujeres refugiadas es víctima de violencia sexual. Muchas de ellas se ven forzadas a tener sexo transaccional. Abusadas para poder conseguir un pasaporte, un sitio en el bote que las cruzará hasta la siguiente orilla. Esto ha pasado y está pasando en este mismo mundo donde tú y yo escribimos y leemos sobre ellas. En este mismo mundo donde apartamos la mirada un segundo, para volver a mirar al instante, esperando el siguiente hilo argumental, porque parece que, como en las películas, hagamos lo que hagamos nada cambiará la trama que contemplamos.

Pero aquí tenemos una opción, aunque pretendan volvernos completamente inmunes a base de la técnica de la gota malaya, con este chorreo lento pero incesante de testimonios, imágenes y hechos abominables que la clase política comenta -cuando comenta- encogiéndose de hombros. Tenemos otra opción, y no es otra que la de tomar partido para intentar guionizar nosotras mismas el hilo argumental que viene a continuación. Empecemos por luchar contra la pasividad que nos inoculan, contra la normalización del horror que está pasando hoy y ahora, en este mismo mundo pero unos kilómetros más allá.

El feminismo, el activismo y la presión social son herramientas que tenemos en nuestras manos para luchar por todas esas personas. Luchar por ellas es luchar por nosotras mismas.

Hoy se celebra en Nueva York la Cumbre Mundial de la ONU sobre Refugio y Migración. Una oportunidad para exigir que los líderes mundiales se comprometan con la vida de las personas que han tenido que huir de los conflictos, la pobreza o las consecuencias del cambio climático. Muchas de ellas son mujeres.

 Barbijaputa colabora con Más de la Mitad para defender los derechos de las mujeres refugiadas y migrantes.

Sobrevivir

Por Flor de Torres

Decir ‘violencia de género’ es hablar de tragedias personales y a la vez familiares. Es hablar de una tragedia que arrastra  víctimas de todos tipos: un dolor que va mucho mas  allá de un asesinato. Tragedias  que se multiplican entre familiares y que se arrastrarán de por vida y en generaciones posteriores.

Dolor en la familia. Imagen de TrasTando.

Dolor en la familia. Imagen de TrasTando.

Siempre me preocupa mucho pensar cómo se puede sobrevivir siendo madre  de una  victima de violencia de género. O siendo el  hijo de una mujer asesinada por tu padre.  Para darme una respuesta está a mi lado Luva Petrova, madre de Irina y abuela de Sergio, asesinados  por la violencia de género de su pareja y padre respectivamente. Sergio apenas tenia 8 meses y estaba siendo amamantado por Irina, su madre, en su casa de Málaga. Hablo mucho con Pilar Gallardo, que intenta sobrevivir  sin su hija Leonor asesinada por su padre en el régimen de visitas en Campillos (Málaga): una víctima de la violencia de genero cuando apenas había cumplido 7 años. Siento la tragedia de la familia de Ana Padilla: cuando Ana fue asesinada por su pareja, toda la familia -su madre, sus hermanas y sus dos hijos- se volcó en el activismo contra la violencia.

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Invisibilidad, violencia y calle

Por Charo MárCharo Mármolmol

María está enferma,  tiene 45 años, dos hijos a los que hace tiempo que no ve.  Dice que nunca tuvo suerte con los hombres. Ha sufrido varias historias de violencia  por parte de sus parejas.  Su vida está plagada  de acontecimientos dramáticos. María es una mujer sin Hogar, vive en la calle y desde hace unas semanas  viene al Centro de día.

Una mujer en la calle. Imagen: Charo Mármol

Una mujer en la calle. Imagen: Charo Mármol

Ángeles ha pasado unos días en la Casa de Acogida, y ahora está en un piso de acogida en San Rafael. Ángeles no tiene hijos, ni pareja, ni familia… es una mujer sola. Tiene 52 años y tuvo que dejar su puesto de vigilante jurado en Málaga para cuidar durante siete años a su madre enferma de alzheimer. En esos años terminó con lo que había podido ahorrar. Se vino a Madrid y trabajó de interna en una casa donde le dieron mal de comer y le malpagaron. Hasta que murió la mujer que cuidaba. Se quedó en la calle y buscó una habitación en la que gastó los ahorros que había hecho. No encontró trabajo y pronto tuvo que dormir en la calle. Fue al parque de la Arganzuela. A las pocas noches unos jóvenes la descubrieron y le dieron una paliza que la dejó semiinconsciente, sangrando… Como pudo llegó a la parroquia que había cerca y allí avisaron al Samur Social que la trajo a la Fundación. Aquí ha sanado sus heridas físicas pero las del alma tardaran mucho en desaparecer.

Las razones para llegar a la calle son muchas, pero  la desigualdad en el acceso a derechos es fundamental, y hoy las mujeres estamos en desventaja. España ha descendido del puesto 12 al 26 en el índice sobre igualdad de género. A esta  realidad hay que sumar  el  recorte en derechos fundamentales de los últimos años, que está provocando un incremento  de mujeres que pasan de la vulnerabilidad a la exclusión La cifra de mujeres atendidas por Cáritas en los últimos 5 años se ha incrementado en un 28% mientras el número de hombres lo ha hecho en 15%.  

Escuchar  la historia  de María, de Ángeles y la de otras muchas mujeres  a lo largo de los más de 90  años de la Obra social de las Apostólicas  y  la Fundación Luz Casanova, nos lleva a  comprender que  esta realidad creciente es además la cara más extrema  de la exclusión residencial, porque además

María y Ángeles se sienten desvalorizadas como mujeres: vivir en la calle  siendo mujer significa romper con el  rol asignado  a la mujer durante siglos. Socialmente  se penaliza a las mujeres  que llegan a esta situación, generándose  importantes sentimientos de culpa,  que dificultan la recuperación de  la confianza en sí mismas.

María forma parte del  76% de las mujeres sin hogar que  son víctimas de la violencia de pareja. Según Isabel Herrero Fernández, Este dato es significativamente superior al del resto de la población (33%).  Pero es importante destacar que un  63%  ha vivido la violencia antes de llegar a situación de calle y el resto lo ha hecho ya estando en calle.

María está  enferma   La incidencia de las enfermedades es mucho mayor entre las mujeres que entre los hombres sin techo. Como ejemplo  señalar que entre las personas sin hogar en Barcelona  con una estancia en calle entre 3 y 5 años el  92%  de las mujeres presenta algún  trastorno crónico, frente al 66%  de los hombres.

Los datos aunque insuficientes, nos aproximan a una realidad de exclusión terrible, y creciente en los últimos años. Una realidad que podemos cambiar,  facilitando el acceso a los derechos (vivienda, salud..) acompañando procesos, y dando herramientas a las mujeres como María y Ángeles para que puedan  reconstruir sus vidas. Y esto  es parte del trabajo que realizamos en la Fundación Luz Casanova.

Charo Mármol es comunicadora, feminista, militante de causas perdidas y autora del blog La mecedora violeta.

 

3 claves para entender cómo afectan los presupuestos del Estado a las mujeres

Por Rosa Martínez Rosa_Martínez

Nacer mujer, es uno de los factores que más condiciona la calidad de vida, las oportunidades y las decisiones de las personas, y sin embargo las políticas de igualdad de género siguen siendo las hermanas pequeñas, las segundonas, las olvidadas y las recortadas de la Política con mayúsculas.

El gobierno del PP sigue desoyendo las recomendaciones de Naciones Unidas para el restablecimiento del Ministerio de Igualdad y el aumento de los recursos destinados a las políticas de igualdad de género: el Instituto de la Mujer recibirá un 5,22% menos que en 2015 y el total del recorte en las políticas de igualdad desde 2008 supera el 50%.

Imagen del blog Sin Género de Dudas

Imagen del blog Sin Género de Dudas

Esta semana ha terminado el debate en el Congreso sobre los Presupuestos Generales del Estado, que pasan al Senado. Pero más allá de las inversiones directas en igualdad, el Manifiesto Feminista para los Presupuestos Generales del Estado 2016, deja muy claro que estos PGE van a contribuir a una mayor desigualdad.

Presentamos 3 claves para entender cómo afectan los PGE a nuestros derechos:

 

  1. Desempleo y pobreza: La reducción del 22% en la partida de prestaciones ahondará en la ya existente brecha de género. El desempleo es mayor entre las mujeres y son éstas las que más sufren la precariedad laboral (tiempo parcial y contratos más cortos), así como el empleo con pobreza. Si a esto le añadimos la reducción de financiación a los ayuntamientos que deja sin recursos a los servicios sociales de base. ¿Qué garantías tenemos de que un porcentaje muy alto de mujeres no entren en la más absoluta pobreza y con ellas sus hijos/as?
  2. Trabajo de cuidados: El hecho de que el trabajo reproductivo siga recayendo mayoritariamente en las mujeres determina el nivel de ocupación y tipo de empleo entre las mujeres. La suspensión de la ampliación del permiso de paternidad, la falta de dotación para escuelas infantiles o la ridícula subida de la partida de dependencia no hacen sino seguir condenando a muchas mujeres a ocupar un lugar que la cultura y la educación han definido como suyo: el hogar.
  3. Violencia: El punto más importante es obviamente el destinado a la Violencia de Género que aunque aumenta un 6,3% sigue estando por debajo de los niveles de 2009, y es claramente insuficiente para afrontar la lacra de la violencia machista. Pero la violencia de género son sólo la punta del iceberg de la violencia que sufren las mujeres en España, dentro y fuera de sus relaciones de pareja: física, psicológica, emocional, verbal… Los recortes en educación tienen una incidencia directa en la educación para la igualdad y la afectivo-sexual, que son imprescindibles para construir una imagen de las mujeres como sujetos de derechos y no sobre las que se tienen derechos.

Pobreza, invisibilidad y violencia, una terna que explica muy bien de qué hablamos cuando hablamos de desigualdad de género, y porqué los presupuestos presentados por el Partido Popular distan mucho de ni siquiera intentar solucionar. Somos la mitad de la población española, pero nuestros derechos ignorados, pisoteados y recortados, parecen no merecer los recursos del Estado.

Rosa Martínez es coportavoz de Equo 

El espejo de la igualdad

Flor de TorresPor Flor de Torres 

Hoy escribo en el nuevo año 2015 y mientras lo hago pienso en cifras y personas. Me imagino qué ocurrirá entre los días en que genero estas reflexiones y su publicación. Ignoro si cuando se edite habrá comenzado el contador de las víctimas de la desigualdad. De las víctimas mortales y de sus hijos. Qué historias y qué vidas encerrarán esas nuevas cifras del año 2015. Y mientras reflexiono con ustedes, me vienen a la mente las palabras de Leila Guerriero en un magnífico  artículo sobre de nuestra actitud contra la violencia de género:

‘Ayer mientras cenaba con el hombre con quien vivo –una cena más en mi vida de mujer a la que nadie ha tocado un pelo- pensé que en el mismo momento, la mujer sangrante podría estar hundiéndose bajo una lluvia de golpes o viviendo sus últimos minutos. Que esa noche fuera la misma noche para las dos (la misma luna, el mismo país, el mismo cielo) me pareció de pronto inmoral, insoportable.’

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Y es eso, nuestra actitud contra la violencia de género, la que genera y mide la altura de nuestra lucha. Si seguimos validando actos, acciones, chantajes, desvalorizaciones, insultos, gritos, lesiones, coacciones, agresiones, vejaciones entre nuestras parejas, o entre las parejas de nuestras hijas, de amigas nuestras o de nuestras hijas, de nuestros padres, de nuestros vecinos, familiares o sencillamente conocidos, estaremos alimentando historias que serán luego los recuentos de la violencia de género.

Si cuestionamos nuestros mecanismos de lucha  sin luchar, sencillamente mantendremos actitudes que siguen haciendo impune e invisible  la violencia de género. Y lo que es peor: cuestionada.

Hay un camino. Uno solo. El de la igualdad. Sin fisuras ni concesiones. Sin tregua y sin paz hasta encontrarla. Es el único antídoto contra la violencia de género.

Es ella, la igualdad, la que planta cara a la violencia. De frente. De igual a igual.  Y es la que gana. Porque es la desigualdad la que propicia esa fábrica de sentimientos que determina el desastroso resultado de la violencia.

Basta ya de apegos, de sumisiones, de amenazas, de coacciones, del uso de la  fuerza, del chantaje emocional, del  abuso, del acoso, de agresiones sexuales y de violaciones, de atentados a la moral, de  atropellos, de asesinatos y  de asesinos.

Miremos  al maltratador cara a cara  y digámosle  que no va a aliarse en la desigualdad y  atrincherarse en ella para que deje de extorsionar vidas a base de esa ventaja.

Necesariamente es hora de  dar un salto en el vacío a la igualdad.

Y así, siguiendo las reflexiones de Leila Guerriero, pienso en este país, esta ciudad, en esa mujer que sufre y que puede estar cerca de mí. Y que  compartamos los mismos espacios y el mismo cielo es absolutamente inmoral e insoportable.

Y por ello será nuestra actitud la firme aliada de la  intolerancia ante la desigualdad, la que determine la victoria, la que determine nuestra altitud contra la violencia hacia la mujer.

Sí. En la igualdad busquemos el único antídoto de la violencia de género que conozco  y casi casi la única salida. Para ello será nuestra actitud activa y combativa el único motor que nos hará sentirnos siempre   reflejados en su espejo que es la imagen que nos devuelve: Más igualdad.

Y este es un buen momento para recordar que la igualdad solo puede generar igualdad, lo semejante atrae a lo semejante y es que además se refleja en su espejo: en el bello y combativo espejo de la igualdad donde se proyecta y a la vez se refleja y expande.

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminación sexual. Fiscal Decana de Málaga.