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Mujeres y fronteras

Por Juliana (BeJack)
Cuando pensamos en esta columna (Mujeres y fronteras), lo hicimos desde el lugar de enunciación de las autoras que la sostendrían: dos mujeres, que se reconocen como mujeres, que se relacionan con su entorno desde su condición de mujeres, y que además están geográficamente ubicadas en una frontera política: Colombia-Venezuela (puntualmente, una ciudad del norte de Colombia: Cúcuta). Además, una de las columnistas se comprende a sí misma fuera de algunos condicionamientos heteronormativos, socialmente construidos, que establecen cómo debe ser el comportamiento de una “mujer de verdad”; y la otra se ubica desde una frontera sexual, a veces considerada tierra de nadie (la tercera letra, la bisexualidad).

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Valientes con V de Venezuela

Por María Elena Piña Vargas mariepinavargas

‘¡Valiente, valiente!’

De esta forma suelen recibir en medio de aplausos a la parlamentaria María Corina Machado, la más votada en las elecciones al Parlamento, y cabeza visible dentro de las protestas que ya llevan más de un mes ocurriendo en Venezuela. Machado no dudó en apoyar y capitalizar esa efervescencia, ese clamor popular que incendió las calles venezolanas de la mano del movimiento estudiantil, que clamaba por la liberación de sus compañeros estudiantes detenidos. Su trabajo constante y su claridad a la hora de denunciar al Gobierno, le ha valido un par de golpizas y decenas de amenazas.

Hasta el miedo me lo robaron. Imagen de Horacio Siciliano.

‘Hasta el miedo me lo robaron’. Manifestante en las calles de Caracas.  Imagen de Horacio Siciliano.

Y es que Venezuela y sus calles se han llenado de protestas, para exigir cambios efectivos dentro de un país polarizado y violentado, que estos días se enfrenta a un sinfín de violaciones de los derechos fundamentales.

Otra mujer que destaca estos días es la periodista Carla Angola, que lidera un nuevo programa de entrevistas que se transmite a través de internet, para contrarrestar la falta de información de los canales de radio y televisión. Carla se lanza a la calle en busca de historias positivas y hasta heroicas. Busca mostrarnos que los venezolanos podemos reencontrarnos.  Presentando historias de hombres y mujeres que trabajan para construir un mejor país, ejerce un periodismo cercano que promueve la reconciliación.

Pero a estas mujeres líderes de opinión, les ha tocado ceder la palabra a muchas otras que ayer eran menos conocidas o incluso anónimas.

Valor y constancia es lo que transmite Gabi Arellano, dirigente estudiantil y miembro del Movimiento Estudiantil Venezolano.  Herida durante las manifestaciones del 20 de marzo,  pedía disculpas esa misma tarde porque no podría asistir por la noche a una asamblea ciudadana. Inagotable su espíritu, insiste en que el Gobierno ‘no tiene balas suficientes para silenciar la voz de la juventud’. A través de un intenso trabajo, lidera una serie de actividades que ya trascienden la mera protesta callejera.

Otras mujeres no han sufrido agresiones físicas, pero no por ello escapan al dolor. Dolor por un hijo/a arrestado o asesinado. Dolor que han dejado en casa, porque están en la calle contando sus desgarradoras historias subidas a una tarima o frente a cámaras de televisión. Sus testimonios nos dejan  impávidos, sin saber si llorar de tristeza o de impotencia.  Algunos lo llaman resiliencia. Yo lo llamo indignación.

Es el caso de de Doris Morillo, cuyo hijo de 18 años lleva ya un mes detenido tras una brutal represión. Ha sido torturado. Teme por su hijo.

Pero otras madres ya ni eso. La violencia se los ha arrebatado. Rosa Orozco, cuya hija de 23 años fue asesinada, ya ha declarado para CNN y el 22 de marzo acompañará a Machado a la sesión del Consejo Permanente de la OEA.  Ha tenido que aprender en corto tiempo términos legales y judiciales, así como a hablar en público, y hasta cómo usar las redes sociales.

Escucho a diario que a esta generación de estudiantes le ha tocado ser ‘valientes’. ¿Y a sus madres? Son ellas las que les han enseñado a no rendirse.  Venezuela está repleta de mujeres valientes, que buscan una sociedad más justa y tolerante.

Ellas me invitaron a ser valiente. Yo te invito a ti.

 

María Elena Piña. Comunicadora Social, defensora de los DDHH. Especializada en tecnologías de información y comunicación. Me apasiona acercar estas tecnologías a las personas, para que las incorporen a su vida, como instrumentos de construcción de una ciudadanía activa y responsable.

En el Día Internacional de las Personas Migrantes: ¡Salud, compañeras!

Por Margarita Saldaña MargaritaSaldaña

No conmemoramos hoy el Día Internacional de las Personas Migrantes simplemente porque la ONU lo proponga un año más.  De hecho, la conmoción de Lampedusa amenaza con ahogar nuestro empeño, y la indignación de Melilla podría cortar de raíz cualquier brote de celebración así como siega sin piedad la carne y la ilusión de tanta gente.

Si, a pesar de todo, seguimos aferradas a la esperanza es porque todos los días constatamos que es muy cierto aquello que la ONU declaró en su asamblea general del pasado mes de octubre: «la importante contribución de los migrantes y la migración al desarrollo de los países de origen, tránsito y destino».  Esta «importante contribución» permanece invisibilizada o, lo que es peor, es deformada impunemente cuando se presenta a los inmigrantes como un lastre social del que necesitamos deshacernos. A la afirmación de la ONU sumemos el dato de que las mujeres y las niñas representan la mitad de los migrantes internacionales… ¡y que empiece la fiesta por estas compañeras que día a día colaboran a mejorar nuestro país y el suyo!

 María Alexandra Vásquez (abogada) y Catalina Villa (psicóloga), miembros del Equipo Técnico de Pueblos Unidos. Foto: Marga Saldaña

María Alexandra Vásquez (abogada) y Catalina Villa (psicóloga), miembros del Equipo Técnico de Pueblos Unidos. Foto: Marga Saldaña

Desde luego que no puede tratarse de una fiesta fácil cuando a muchas y a muchos la decisión de migrar les cuesta su propia vida. Las sombras de los muertos nos persiguen, impidiéndonos dejar para mañana la lucha abierta por condiciones de vida más justas y más dignas. Pero, además de ser un día para la denuncia y la reinvindicación, el 18 de diciembre quiere poner en valor «decenas de pequeñas grandes historias de dignidad, sacrificio, solidaridad, aprecio común, acogida y agradecimiento que contribuyen a hacer más densa esa urdimbre de vínculos entre vecinos y vecinas llegados de tantos lugares distintos. (…) Hoy celebramos todas esas historias como pequeños triunfos de humanidad compartida en un contexto de decisiones políticas que las hace improbables (Declaración del Servicio Jesuita a Migrantes).

Me gustaría destacar hoy dos de esas «pequeñas grandes historias», dos figuras que desde la penumbra acompañan con su solidaridad y buen hacer a tantos migrantes que acuden a nuestro Centro Pueblos Unidos. Porque también ellas, Catalina y María Alexandra, son migrantes. Ambas dejaron un día sus países de origen, Colombia y Venezuela, y llegaron a España con un buen caudal de profesionalidad y un futuro incierto por delante. Lo que aportan a nuestra tarea común es mucho más un conjunto de conocimientos especializados en las áreas de la Psicología y el Derecho, aunque las dos trabajan concienzudamente y se desvelan por sus programas. Su formación como psicóloga clínica, enraizada en su propia experiencia migratoria, dota a Cata de una sensibilidad muy particular para detectar el dolor, procurar que cada persona encuentre caminos de sanación y crecimiento, y promover grupos de mujeres que mutamente se ayudan a hacerse un hueco en la sociedad española. Por su parte, María Alexandra ejerce su profesión de abogada con una fina intuición para percibir la injusticia que sufren las personas más vulnerables, sobre todo las trabajadoras domésticas, y con la férrea voluntad de defender sus derechos cueste lo que cueste. Nuestro equipo no sería el mismo sin ellas.

A pesar de que toda celebración se nos ha vuelto difícil, hoy es un día para brindar por  esas mujeres migrantes que constantemente se superan a sí mismas y contribuyen a que la vida sea un poco mejor. Por María, por Cata, por tantas que conocemos y por las que en el anonimato sostienen el peso del mundo. ¡Salud, compañeras!

Margarita Saldaña. Trabajo en el  Centro Pueblos Unidos. Miro con atención la vida que se esconde en los dobleces de la historia, donde con demasiada frecuencia nos encontramos las mujeres. Compañera de todos los que buscan un mundo más justo.