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Activistas en pie de igualdad

Por María Luisa Toribio María Luisa Toribio

Ayer a las 4 a.m. abracé a mis compañeros y les deseé buena suerte antes de que saliéramos del barco para escalar la plataforma petrolera de Gazprom. Fue un momento aterrador para mí. Subí a un gomón en medio de una oscuridad total. Sabía que la Guardia Costera rusa estaba esperando que entráramos en acción, nos seguían de cerca. […] Pero teníamos una misión y estábamos decididos a cumplirla: detener a la primera petrolera del mundo que puede llegar a perforar en las aguas del Ártico.’ Así expresaba Camila, una joven argentina de tan solo 21 años, sus sensaciones momentos antes de comenzar la acción que Greenpeace llevó a cabo el pasado 18 de septiembre en las heladas aguas del Ártico. Al día siguiente fue detenida y sigue en prisión.

Camila Speziale (Imagen de Greenpeace)

Camila Speziale (Imagen de Greenpeace)

La holandesa Faiza y la finlandesa Sini también formaban parte del equipo de acciones del barco de Greenpeace, al igual que Marco, Tomasz, Andrey… Una tripulación de 28 mujeres y hombres que han compartido en igualdad una intensa campaña en los hielos árticos. Ahora están encarcelados en Rusia, junto con un fotógrafo y un periodista que participaban en la expedición.

Compartir ideales nos une desde lo más profundo, más allá de nacionalidades o de otras características personales. A las y los activistas de Greenpeace les ha tocado compartir también la dureza de la prisión y la incertidumbre sobre su futuro. Condenados a dos meses de prisión preventiva, están a la espera de juicio y podrían caerles hasta 15 (o hasta 7) años de cárcel, dependiendo de los cargos.

 

Imágenes del video de la detención de los activistas del Ártico. Greenpeace.

Imágenes del video de la detención de los activistas del Ártico. Greenpeace.

Al día siguiente de la acción, las autoridades rusas asaltaron el barco de Greenpeace en aguas internacionales y detuvieron a toda la tripulación. ¿Su delito? Realizar una acción pacífica en una plataforma petrolífera. En las etapas previas de la expedición habían podido comprobar sobre el terreno los efectos del cambio climático: el Ártico se está derritiendo a un ritmo que supera todas las predicciones.

El cambio climático es una prioridad, necesitamos eliminar con urgencia la dependencia del petróleo y avanzar hacia un modelo energético de futuro, limpio y sostenible. Sin embargo, empresas como Gazprom, Shell, BP o Exxon quieren aprovechar el deshielo del Ártico para buscar más petróleo. Los frágiles ecosistemas árticos quedarían sentenciados, además la actividad petrolera intensifica el cambio climático lo que aceleraría aún más el deshielo.

Retratos de varios de los activistas de Greenpeace detenidos por protestar contra la perforación del Ártico. Greenpeace.

Retratos de varios de los activistas de Greenpeace detenidos por protestar contra la perforación del Ártico. Greenpeace.

Se alzan voces en todo el mundo pidiendo la liberación de los 30 del Ártico. Casi dos millones de personas hemos firmado ya la petición de Greenpeace. También se han pronunciado Desmond Tutu y otros 10 premios Nobel de la Paz, el Parlamento Europeo, responsables políticos como Angela Merkel o Dilma Roussef, personas del mundo de la cultura, organizaciones sociales… Está en juego la libertad de 30 personas que merecen respeto y admiración por su compromiso en la defensa del Planeta en el que vivimos.

Pero además, me pregunto ¿quién decide que una petrolera puede ir a perforar el Ártico?, ¿es justo que un grupo de personas acaben en la cárcel por denunciarlo de forma pacífica? Yo defiendo y apoyo nuestro derecho a ejercer como ciudadanía activa, participando en las decisiones que marcan el rumbo que toma la sociedad, desde los asuntos más próximos a las cuestiones globales que, aunque parezcan lejanas, nos afectan, y afectan a nuestra forma de entender y de respetar la vida.

 

María Luisa ToribioBióloga y activista, con una mirada global al mundo que me lleva a implicarme en causas  como el medio ambiente, la pobreza, los derechos humanos, las poblaciones indígenas… Convencida de que las múltiples crisis que vivimos tienen raíces comunes y de que toca impulsar cambios profundos. 

Jane Goodall: directa al corazón

Por María Luisa Toribio María Luisa Toribio

Necesitamos sentirnos parte de la vida en el Planeta. Es la respuesta que apuntaba en mi anterior entrada en este blog a una pregunta cada vez más acuciante: ¿cómo lograr que la sociedad perciba el medio ambiente como algo propio? Estoy convencida de que esa percepción no vendrá solo de los datos y los argumentos. Lo vi claro una tarde mientras escuchaba, en el Jardín Botánico de Madrid, a Jane Goodall, mujer pionera que con poco más de 20 años se adentró en la selva, a orillas del lago Tanganica, para estudiar los chimpancés.

Jane Goodall con un chimpancé (Archivo)

Jane Goodall con un chimpancé (Archivo)

Aquella tarde, mientras ella contaba su trayectoria vital, que la llevó con el paso de los años a dejar su vida en plena Naturaleza para emprender un incansable periplo por todo el mundo para defenderla, las lágrimas comenzaron a resbalar lentamente por mi rostro. Sus palabras me habían tocado en lo más profundo porque Jane Goodall habla desde el corazón. Tiene claro que ése es el camino y desde el Instituto que lleva su nombre ha puesto en marcha campañas y programas destinados a que los jóvenes crezcan sintiéndose parte de la vida y artífices de lo que ocurre en este Planeta que compartimos porque “cada uno de nosotros marca una diferencia, cada día”.

Movilízate por la selva es una campaña emblemática del Instituto Jane Goodall. Muestra a la perfección ese estrecho vínculo que nos une con todo lo vivo. El coltán es un mineral imprescindible para nuestra vida moderna, está en los móviles, en los ordenadores, en las consolas… Y está también en el centro de los conflictos armados que producen millones de víctimas y refugiados en la República Democrática del Congo. La minería del coltán, además de mover colosales intereses económicos que avivan la violencia en el país, explota mano de obra infantil o semiesclavizada y destruye la selva.

Movilízate por la selva nos enseña a percibir la relación entre ese teléfono móvil que se ha convertido en compañero inseparable y un país que parecía lejano y de pronto deja de serlo. Pero sobre todo busca que nos impliquemos. Ofrece la posibilidad de recoger los teléfonos usados para su reciclaje, evitando así convertir en basura valiosos recursos naturales que pueden volver a utilizarse reduciendo las necesidades de extracción. Además, se obtienen recursos económicos con los que se financian proyectos ambientales y sociales en la República Democrática del Congo.

Roots&Shoots (Raíces y Brotes) es otro programa educativo del Instituto Jane Goodall que cuenta con más de 17.000 grupos en 130 países. Jóvenes de todas las edades llevan a cabo proyectos que fomentan el respeto y la empatía por todos los seres vivos, promueven el entendimiento entre las culturas y les enseñan a implicarse en lo que ocurre en el mundo.

Un aprendizaje imprescindible porque, como dice Jane Goodall: “si somos la especie más inteligente del Planeta, ¿cómo es que lo estamos destruyendo?”. Pues eso, que además de inteligencia necesitamos sentirnos parte de la vida y ser conscientes de que todo cuanto pasa por nuestras manos procede de la Naturaleza.

 

 

María Luisa ToribioBióloga y activista, con una mirada global al mundo que me lleva a implicarme en causas  como el medio ambiente, la pobreza, los derechos humanos, las poblaciones indígenas… Convencida de que las múltiples crisis que vivimos tienen raíces comunes y de que toca impulsar cambios profundos.