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Paquita y la familia hinchable

Por Mercedes Villegas

Paquita tiene 85 años. Vive en su casa de toda la vida, en su barrio, aunque ya no parezca su barrio. Cuida cada día de Agustín, su marido, y le mima. Es una cuidadora nata, lleva toda la vida cuidando: de sus hermanos pequeños, antes de emigrar del pueblo; de sus padres, porque “cómo lo iban a hacer sus hermanos varones”; de sus suegros, como “buena esposa”; de sus hijos, “obviamente”; de sus nietos, como “buena abuela en tiempos de crisis…”, hasta de Rufo, claro, su perro.

La familia hinchable de Paquita, reunida por Navidad. Imagen de Grandes Amigos.

Pero Paquita es fuerte. Cada domingo saca la mejor de sus sonrisas para compartir su famoso cocido con su hijo Josemari, su nuera Sharon y sus nietos Alba y Luquitas. Y, antes de quedarse de nuevo sola, le da a escondidas la paga a la nieta “para que se lo gaste en sus cosillas”, gracias a un nuevo ‘recorte’ a sus escasos ahorros.

Todo parece normal, salvo un pequeño detalle: quienes comparten vida con Paquita son muñecos hinchables de plástico. Son los protagonistas de #FamiliasHinchables, una impactante campaña para concienciar sobre la soledad de las personas mayores.

La historia, surrealista y absurda, evidencia que la solución al creciente fenómeno de la soledad pasa por regenerar los lazos afectivos ‘de carne y hueso’ a través de las relaciones vecinales y el voluntariado intergeneracional. Así lo venimos demostrando en Grandes Amigos desde hace más de 15 años con nuestros programas de acompañamiento y socialización en la Comunidad de Madrid, Galicia y Euskadi.
La elección de Paquita para ilustrar #FamiliasHinchables, campaña que ha protagonizado los informativos de todas las cadenas nacionales de televisión y ha sido ‘trending topic’, no es casual.

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Solas en la ciudad

Por Rosa Briales Rosa Briales

El verano es un momento de respiro y descanso para muchos de nosotros. Sin embargo, para muchas personas mayores en la ciudad de Madrid, en esta época del año los pocos familiares que tienen, los vecinos que les alegran los días con un saludo en la escalera, se han marchado de vacaciones, y el sentimiento de soledad con el que conviven se acrecienta.

Cuando Antonia cumplió 80 años, y aunque nunca lo hubiera imaginado, pasó el día sola, arropada solamente por su mesa camilla. Antonia es cordobesa, una mujer simpática y entrañable, le encanta charlar, socializar, el contacto con los demás. Fue educada en las labores del hogar, en particular se ha dedicado muchos años a la costura, y ha sido profesora de corte y confección. A los 25 años vino a vivir a Madrid. Estuvo casada y no tuvo hijos. Trabajó en casa de escritores, ayudándoles en la cocina y en las tareas del hogar. Muestra con orgullo los libros que le han dedicado.

Antonia cartel

Hace algunos años sufrió una caída. Desde entonces sale poco de casa y pasa sus días en un piso pequeño en el barrio de Argüelles. Pasa las horas leyendo, viendo la televisión y cosiendo. Escribe y habla por teléfono con sus amigas. Le gusta el teléfono fijo y la correspondencia, la comunicación “de toda la vida”, y de hecho, es una experta en la materia. Con su sonrisa y su alegría es capaz de transmitir y contagiar a los que la rodean el gusto y placer de vivir la vida. Le gustaría salir más, ir a visitar a sus amigas y organizar reuniones y meriendas en las casas, como solía hacer, pero con la edad todo se ha complicado. Ir a hacer la compra, sencillamente salir de casa se ha convertido en una experiencia ocasional, de la que disfruta cuando tiene visitas, y una mano amiga que pueda cogerle del brazo.

Antonia acompañada

Hace un par de años le hablaron de Amigos de los Mayores, una organización que se dedica a apoyar a las personas mayores que viven o se sienten solas, a través de voluntarios. Al principio tuvo sus dudas. Para Antonia, no fue sencillo aceptar que necesitaba ayuda, decidirse a solicitar un voluntario y abrir sus puertas a nuevas personas. Finalmente se animó a ponerse en contacto con la organización, y unos meses después conoció a Angel.

Angel es publicista, valenciano, de 30 años, y en ese momento acababa de instalarse en Madrid. Sentía que la vida le sonreía y tenía ganas de compartir su alegría con otras personas haciendo un voluntariado. Tenía muy presente la relación con su abuelo, y se puso en contacto con Amigos de los Mayores.

Antonia suele decir que tiene dos ángeles, uno arriba y otro abajo. Angel viene a visitarle todos los sábados, e intenta animarle para salir con ella a la calle, y que pueda tomar el aire. Cuando está ocupado el fin de semana sustituye la visita del sábado por una tarde entre semana. Sabe lo importante que es para Antonia esta visita semanal. También lo es para él, ambos se enriquecen mutuamente, y han ido construyendo una bonita amistad. Juntos van dos veces al año a las fiestas tradicionales de Amigos de los Mayores, en San Isidro y Navidad.

La vida de Antonia ha cambiado mucho desde entonces. El pasado verano pudo disfrutar también de un fin de semana de vacaciones en la sierra de Gredos, junto con otras personas mayores de la Fundación. Fue una experiencia inolvidable, hizo nuevas amigas, y este 83 cumpleaños tiene planeado hacer una comida en su casa, y preparar unas migas para todas, una de sus especialidades. Con un poco de ayuda, será una fiesta inolvidable, como las que solía organizar.

Como Antonia, en Madrid hay más de 150.000 personas mayores que viven solas, en España son más de 1.800.000 personas mayores, y este verano lo pasarán de nuevo en soledad.

Para visibilizar esta situación, Amigos de los Mayores ha creado la campaña de sensibilización multicanal #NoCumpleAñosFeliz con el objeto de traducir esa información en una acción directa como pueden ser nuevos voluntarios y voluntarias, socios o aportaciones económicas que ayuden a desarrollar los programas de acompañamiento de la entidad. Amigos de los Mayores lanza #NocumpleAñosFeliz en unos meses de verano donde la soledad se acrecienta para muchas personas mayores debido principalmente a la reducción de sus escasas redes sociales como consecuencia de factores como las vacaciones familiares y a las altas temperaturas que dificultan la posibilidad de salir de casa.

Este verano, ACOMPAÑA, COLABORA, IMPLICATE.

Rosa Briales es responsable de sensibilización de Amigos de los Mayores. Es posible hacer una aportación y regalar compañía para personas mayores llamando al teléfono 91 359 93 05, a través de la página web o enviando un mail a socios@amigosdelosmayores.org.

Personas mayores: un día para celebrar y acompañar

Por Tatiana Barrero Tatiana Barrero

El 1 de Octubre fue declarado por la ONU Día Internacional de las Personas Mayores en 1990. Cada año se celebra esta jornada con el objetivo de dar voz a este grupo de población y difundir sus realidades y necesidades. Desde la Fundación Amigos de los Mayores queremos llamar la atención sobre el problema de la soledad que afecta a muchas de ellas. Sólo en Madrid hay 150.000 personas mayores que viven solas. En el conjunto de España el número se eleva hasta 1.800.000.

Voluntarias y voluntarios de la Fundación Amigos de los Mayores acompañan a personas que viven solas. Imagen de Marine de Lafregeyre.

Voluntarias y voluntarios de la Fundación Amigos de los Mayores acompañan a personas que viven solas. Imagen de Marine de Lafregeyre.

 

Una de cada cuatro personas mayores pasa el día prácticamente sola, y muchas no han elegido esta situación. La edad aumenta la probabilidad de vivir en soledad, especialmente entre las mujeres.

Las cifras son importantes. Más de un millón y medio de personas mayores viven solas en España (1.805.600, el 22% del total de mayores). Y de estas personas que viven solas, un 27% son hombres y un 73% mujeres. Una de cada cuatro mujeres entre 75 y 84 años vive sola. Una realidad suficientemente extendida y preocupante como para que le dediquemos nuestra atención.

Voluntarias y voluntarios de la Fundación Amigos de los Mayores acompañan a personas que viven solas. Imagen de Marine de Lafregeyre.

Voluntarias y voluntarios de la Fundación Amigos de los Mayores acompañan a personas que viven solas. Imagen de Marine de Lafregeyre.

Para nosotros el 1 de octubre es una fecha oportuna para concienciar al conjunto de la sociedad sobre la importancia de las personas mayores y los beneficios de los vínculos intergeneracionales para luchar contra la soledad. Con esa vocación y gracias al apoyo de la Fundación Raúl González Salas nace la idea de una exposición fotográfica para celebrar este día. La fotógrafa Marine de Lafregeyre ha compartido durante meses con algunos de los mayores y voluntarios de la organización sus encuentros semanales. El resultado son 12 instantes cargados de risa, afecto y complicidad que nos demuestran que la amistad no tiene nada que ver con los años.

Voluntarias y voluntarios de la Fundación Amigos de los Mayores acompañan a personas que viven solas. Imagen de Marine de Lafregeyre.

Voluntarias y voluntarios de la Fundación Amigos de los Mayores acompañan a personas que viven solas. Imagen de Marine de Lafregeyre.

Las imágenes todas en riguroso blanco y negro son elegantes y reflejan con fidelidad los vínculos que se entretejen entre personas mayores y voluntarios, en algunos casos con unos resultados sorprendentes. Se podrán disfrutar desde hoy en Madrid, en la Plaza de Felipe II esquina con Narváez, donde estarán expuestas durante un mes.

Esta tarde agradeceremos juntos su trabajo a la fotógrafa, y también a los mayores y voluntarios protagonistas. Además leeremos un manifiesto de apoyo a las personas mayores.  Nos gustaría que la sociedad agradezca con nosotros a sus protagonistas: a Manuel, a Ana, a Amelia, a Mª Cruz, a Luis, a Lorenzo; mujeres y hombres que tienen vidas que compartir. Y a los voluntarios que los acompañan y disfrutan de sus experiencias.

Para ellos y para todas las personas mayores que están solas en España, con nuestro cariño y admiración, son estas imágenes. Y nuestro deseo de que encuentren formas bellas y creativas como éstas de combatir la soledad.

Porque las soluciones existen, a todas las personas preocupadas por la soledad de las personas mayores les invitamos a sumarse a la campaña no estáis solos y también a disfrutar y difundir los Monólogos de la Soledad: el whatsapp, ¡qué invento!

Tatiana Barrero es Directora de la Fundación Amigos de los Mayores.

La profunda tristeza arraigada

Por Yolanda Pallín Yolanda_Pallin

Laura es una esposa y madre frustrada, además de una mujer enferma. Busca desesperadamente un hijo que nunca llega como un remedio milagroso a sus problemas de incomunicación con Carlos, su marido, un hombre de negocios muy inseguro y obsesionado con su trabajo. Su frustración y sentido de la culpabilidad sumergen a Laura en un viaje diario de búsqueda y liberación. Laura sueña, y en sus sueños conoce a dos enigmáticos personajes: un Hombre, que noche tras noche la tortura, y una Mujer que parece representar todo aquello que ella no puede ser… O no se atreve a ser. Aquejada de insomnio y fuertes jaquecas, Laura empieza a comprender la necesidad de aprovechar bien su tiempo. A medida que sus visiones cobran fuerza, se verá obligada a tomar una decisión: continuar con su  matrimonio hasta el final o librarse de todas sus ataduras. Son Los restos de la noche, o la profunda tristeza arraigada.

Imagen de la obra 'Los restos de la noche', de Yolanda Pallín, puesta en escena por la compañía Skaena 5. Fotografía: Sue Ponce Gómez.

Los personajes del Hombre y la Mujer en las pesadillas de Laura. Imagen de la obra ‘Los restos de la noche’, por Skaena 5. Fotografías de la obra: Sue Ponce Gómez.

‘¿No podéis dar medicina a un ánimo enfermo, arrancar de la memoria una tristeza arraigada, borrar las turbaciones escritas en el cerebro y, con algún dulce antídoto de olvido, despejar el pecho atascado con esa materia peligrosa que abruma el corazón?’ Macbeth. Shakespeare.

En las tragedias modernas, los personajes padecen por sus pecados. Perdieron el sueño por hacer esto o aquello. Asesinaron el sueño mediante sus propias acciones. Es un alivio saber que los que la hacen la pagan, ¿no? En las clásicas, el origen del mal, de la culpa, proviene de lo ancestral y no parece poder ser combatido con los escasos recursos de lo humano. ¿Tenían razón , pues, los autores antiguos? Podemos llegar a pensar que sí, que no todos fuimos modelados con la misma arcilla. O que la semilla del dolor está enterrada en lo más profundo, tan abajo, tan dentro, que acceder a ella provoca el desgarramiento de la carne. Y, por fin, la muerte por mano propia; de forma consciente o inconsciente. No sabemos si fue antes la gallina o el huevo; si se nace o se hace. ¿Quién puede saberlo? ¿De verdad alguien lo sabe? ¿Alguien es tan sabio? El mundo contemporáneo tiende a no determinar sus causas porque se resiste a someter el misterio del mal. Hemos escuchado demasiadas teorías y ninguna resuelve el eterno problema. La familia, el peso de lo social, la educación recibida… Luchamos con nuestras escasas fuerzas -qué decir de la política hoy- siempre insuficientes. Tal vez nunca podamos abolir el dolor, sólo paliar los daños; tal vez sólo podamos acompañar al que sufre y ofrecerle las mejores atenciones. Y por eso sí: política, siempre. Hay mucho por hacer frente al eres tonta, eres fea, eres mala. Tú tienes la culpa. Reacciona o muérete.

Pero la enfermedad, y ‘el que lo probó lo sabe’, se protege a sí misma de forma implacable, como un tirano inseguro de su propio poder. Hay males que no quieren ser curados, fantasmas que luchan con uñas y dientes para no ser desalojados del cerebro. La protagonista de Los restos de la noche no es Laura. Lo dice el título. La acción está de parte de esos resquicios de lo oscuro, auténticos ocupas de la voluntad, invisibles porque nadie quiere mencionarlos, porque dan demasiada vergüenza. El enfermo, el dañado, oculta en los pliegues de la conciencia su profundo malestar. Cuando nadie quiere escuchar, su única aliada fiable pasa a ser la propia enfermedad: abandonada de todos, a ti me entrego. Laura inventa, sueña, espacios alternativos, lugares del placer culpable y, en el mejor de los casos, playas a las que huir. Como dice Sally Bowles, nadie quiere a los perdedores y por eso nadie me quiere a mí. Los personajes heridos pueden expresarlo en público con la condición de que lo hagan cantando. La forma, la disociación de acciones, el ritmo, el lenguaje teatral… son nuestra entonación.

Según Bentley ‘cuando un hombre desesperado comienza a cantar, quiere decir que ya ha trascendido la desesperación. Su canto constituye la trascendencia’. Trascendencia es aceptación del misterio. No es grave, ni elevada, ni cosa de otros tiempos: está aquí y ahora, entre nosotros, nos ha acompañado siempre. Su evidencia no nos exime de la acción, pero nos recuerda que no estamos por encima de la naturaleza. Aunque lleguemos a creerlo.

 

Yolanda Pallín (Madrid, 1965) es dramaturga. Con la obra Los restos de la noche recibió el Premio María Teresa León para autoras dramáticas en 1995. El estreno de la obra, a cargo de Skaena 5, tendrá lugar en la Sala Bululú los días 16 y 17 de mayo (20.30 horas); y el 18 de mayo (19.30 horas), dentro de la muestra de creación escénica Surge Madrid.

Emilia y las rosas contra el olvido

Por Rosa Briales Rosa Briales

La soledad es un sentimiento que asola los países llamados desarrollados. Cada vez más expandido, afecta  especialmente a las personas mayores. Después de una larga vida vivida, con miles de historias para contar y compartir, muchas personas encuentran que no tienen con quien compartir sus historias pasadas y presentes. En Amigos de los Mayores movilizamos a personas sensibles a esta realidad, que acompañan un ratito a la semana a personas mayores que viven solas y con pocos recursos en Madrid. Para este Día de la Madre, queremos hacer un homenaje especial a todas las mujeres mayores, que han sido madres o han desempeñado este papel en nuestra sociedad. Hemos lanzado la campaña ‘Rosas contra el olvido‘ para apoyar su bienestar. Muchas de sus apasionantes historias están contadas en el blog Vidas Mayores.

Emilia, con uno de los libros de su biblioteca. Imagen: Proyecto Vidas Mayores.

Emilia, con uno de los libros de su biblioteca. Imagen: Proyecto Vidas Mayores.

Emilia vive en el centro  de Malasaña,  entre  ultramarinos chinos, tiendas de ropa vintage y locales de moda de repletos de veinteañeros. El barrio aún guarda espacio  para miles personas como ella, testigos privilegiados de su evolución durante los últimos ochenta años. Porque Emilia ha vivido en esta casa, su casa desde 1935, cuando llegó con apenas cuatro años en las vísperas de la Guerra Civil, ‘cuando los «pacos» se subían a los tejados del 2 de Mayo y tenías que tener cuidado para que no te disparasen’. Y aunque hace tres años que Emilia no sale a la calle, considera que el barrio no ha evolucionado precisamente para mejorar. ‘Antes las fiestas del barrio eran mucho más bonitas, llenas de majas y chisperos. Los últimos años esto se había llenado de coches, cuando era niña uno de los primeros coches que se vio por el barrio fue el de mi padre, un seiscientos  blanco muy bonito’.

Emilia es una persona cultivada y curiosa, en los rincones de su casa se amontonan los libros. Todo le interesa, conversar con ella es como un ejercicio de prestidigitación, manejando mil temas en el aire y saltando de uno a otro. Y así pasamos de la literatura al arte, y del arte los viajes y entonces Emilia enciende un pitillo. ‘Tengo 84 años y me fumo un paquete diario como he hecho desde que tenía 15. Hace poco vino a verme el médico, me inspeccionó los pulmones y me dijo que disfrutase, que lo mejor que podía hacer era disfrutar de los años que me quedasen de vida y fumar a gusto’. Dice exhalando el humo con una sonrisa. Bastan cinco minutos de charla con Emilia para saber que es una mujer de carácter.

Sólo hay dos cosas de las que se arrepiente en su vida; el no haber tenido hijos que la acompañen en su vejez y no estudiar medicina, su verdadera pasión. ‘En aquella época era muy infrecuente que las mujeres, sobre todo las de clase media, fuésemos a la Universidad, y en mi caso ante la falta de recursos mi padre optó por apoyar al varón, en concreto a mi hermano mayor. Pero Emilia ha seguido interesándose por la Medicina y poniendo a prueba su capacidad de diagnóstico en situaciones más cotidianas; como cuando el año pasado se cayó en casa y supo instantáneamente que se había roto la cadera o demostrando que es poco impresionable, como aquella vez en Colombia cuando intentaron robarle el reloj y ella se negó. Su agresor entonces le cortó de un tajo las venas de la muñeca y ella acudió a la Embajada ensangrentada. Tuvo la sangre fría suficiente para pedir una ambulancia mientras sus compañeros se desmayaban y ella agradecía mentalmente el que le hubiesen cortado las venas y no los tendones.

Porque sí, han oído bien, Emilia vivió en Colombia siete años y medio y lo mejor será empezar por el principio. Al no poder estudiar medicina se apuntó a una escuela oficial de secretariado en la Calle Fuencarral, su padre nunca quiso que trabajase pero cuando este falleció su primera experiencia laboral pareció caerle del cielo. Emilia tenía 34 años. El hijo de una amiga fue destinado a Bogotá como cónsul y necesitaba una secretaria particular. Emilia se presentó a la entrevista y en unos meses volaba con destino a Colombia previa escala de un mes de vacaciones en Miami. 

De sus años en Colombia guarda recuerdos imborrables. Un día Emilia encontró a su jefe hablando con un joven de unos treinta años con bigote y bastante guapo. Estuvieron hablando durante un buen rato y a ella le pareció muy agradable, al marcharse le regaló un libro dedicado. Aquel libro era Cien Años de Soledad y el joven se llamaba Gabriel García Márquez.

Hace apenas seis meses que conocimos a Emilia. Una vecina con la que tiene una relación muy estrecha descubrió lo que hacíamos en Amigos de los Mayores y le recomendó que nos llamase. Tras entrevistarse con nosotros, y como a veces se sentía un poco sola, decidió solicitar un voluntario. En pocas semanas Daniela comenzó a visitarla. Daniela es mexicana, tiene 25 años y estudia diseño en Madrid. Para ella Emilia se ha convertido en una amiga muy especial. Juntas charlan de mil cosas, a las dos les encanta leer y tras conocer la anécdota con García Márquez decidió regalarle ‘Crónica de una muerte anunciada‘ Está empeñada en que Emilia salga con ella a dar una vuelta ‘aunque sólo sea hasta la plaza del 2 de Mayo‘.

 

Rosa Briales es responsable de sensibilización de Amigos de los Mayores. Para este Día de la Madre, Amigos de los Mayores ha diseñado Rosas contra el olvido, un regalo solidario realizado artesanalmente por  personas con discapacidad intelectual de los centros especiales de empleo de APMIB. Con los beneficios se financian proyectos de acompañamiento afectivo para personas mayores. Más información en info@amigosdelosmayores o en el 913599305.