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¿Quién tiene prejuicios?

Por Alejandra Luengo Alejandra Luengo

Los prejuicios respecto a lo que se debe y no se debe ser, comportar, actuar, pensar, etc., están inmersos en cada persona mucho más profundamente de lo que creemos, afectando en cada decisión que tomamos, por pequeña que sea. El aspecto más relevante es que a menudo ni somos conscientes de tenerlos, y decidimos un tipo de comportamiento guiados por ellos; pudiendo tener consecuencias negativas para otras personas, para uno mismo, y para toda la sociedad.

Cartel de la película 'Las mujeres de verdad tienen curvas'.

Cartel de la película ‘Las mujeres de verdad tienen curvas’.

El otro día en una comida me contaban que un chico había sido padre y que no solicitó los veinte días de permiso de paternidad por las represalias que eso pudiese tener en su empresa, ya que ninguno de sus compañeros lo hacía. Hace unos meses una mujer me decía en terapia lo culpable que se siente por el volumen de trabajo que tiene y lo poco que ve a sus hijos, cuando el marido es el que pasa más tiempo con ellos. Mujeres inmigrantes que se responsabilizan de mantener a toda su familia en el país de origen y que no se permiten nada para ellas, niños que preguntan a sus progenitores cómo hacen el amor dos mujeres o dos hombres y obtienen silencio por respuesta, mujeres que toman la iniciativa para tener relaciones sexuales y son vistas como fáciles o busconas, un padre de familia que se siente hundido al estar en desempleo al ser visto como el único responsable del mantenimiento económico de su familia, mujeres maduras sin pareja a las que se les adjudica una «tara» sin valorar la opción y elección personal de no mantener una relación afectiva estable, organismos públicos o privados que no promueven el ascenso de mujeres a puestos directivos por ser madres, chicas musulmanas que llevan el velo y son vistas como raras o peligrosas, adolescentes que reniegan de su cuerpo por no cumplir con los modelos que aparecen en la publicidad y en los medios de comunicación, etc.

Algunos ejemplos, pequeños detalles, respuestas puntuales que siguen cargadas de prejuicios sobre lo que deben y no deben de ser los hombres y las mujeres, las madres y los padres, las culturas, las religiones, las parejas, las familias, el trabajo, las relaciones sexuales, la educación, el deporte, etc.

Los prejuicios abarcan diferentes secciones. Son ideas que sirven para establecer un juicio antes de que sea fundado, o experimentado. Pasan de generación en generación, ya que los adquirimos de personas relevantes para nosotros, en un contexto y momento determinado que no tiene por qué ser exclusivamente en la niñez; por ejemplo, si voy de viaje y mi guía me comenta de una ciudad donde sus habitantes son muy peligrosos, sin haberlo experimentado en persona, es fácil que  integre que me tendré que alejar de personas de ese lugar. Se acaba asumiendo entonces esa idea como propia.

Realmente funciona para la persona que prejuzga ya que le simplifica la vida: ‘Esto es bueno, esto es malo, esto es peligroso, esto es lo correcto, esto es lo incorrecto.…’ De esa forma los prejuicios pueden servir para facilitarnos la vida, darnos seguridad, y protegernos, pero también nos limitan, ya que no dejan de ser ideas que nos implican decidir, responder, y comportarnos de determinada manera muy sesgada. Además  suelen ser bastante estables, aunque haya distintas pruebas en contra que lo pudiesen refutar.

Hay países donde la amistad entre un hombre y una mujer fuera de lo que es una relación conyugal es mal vista y castigada. Otros, incluido España, donde muchas mujeres son asesinadas cuando empiezan a decir no, porque siguen siendo consideradas una propiedad de su pareja. A la mujer frecuentemente se le ve como un objeto (de satisfacción, de cuidado..), en vez de sujeto, donde se realza su apariencia física, antes que su inteligencia.

Prejuicios que están en la familia, en el colegio, en las relaciones laborales, en la pareja, en la publicidad, en todas las sociedades, y que debemos de reflexionar en cómo nos afectan y limitan.

Y tú, ¿qué prejuicios tienes?

Alejandra Luengo. Psicóloga clínica,  combino la atención psicológica en servicios públicos con la consulta privada. Creo firmemente que se pueden cambiar las cosas y en esa dirección camino. Autora del blog unterapeutafiel.

¿Qué buscas en una mujer?

Por Belén de la Banda @bdelabanda

Hemos hablado ya en este blog de campañas de sensibilización más o menos afortunadas en las que la mujer es protagonista. Hoy me gustaría compartir una que me parecce muy positiva, donde los protagonistas son los prejuicios más extendidos sobre las mujeres en todo el mundo. Está basada en los que aparecen, por ejemplo, como sugerencia en una búsqueda en google… Y no digo más. Una imagen vale más que mil palabras. Aquí van cuatro:

Cartel Women de Onu Mujeres

‘Las mujeres no pueden
las mujeres no pueden conducir
las mujeres no pueden ser obispos
las mujeres no pueden ser dignas de confianza
las mujeres no pueden hablar en la iglesia
las mujeres no pueden aceptar cómo son las cosas

 

 

'Las mujeres no deberían Las mujeres no deberían tener derechos Las mujeres no deberían votar Las mujeres no deberían trabajar Las mujeres no deberían boxear Las mujeres no deberían sufrir discriminación nunca más Imagen: UN Women

‘Las mujeres no deberían
Las mujeres no deberían tener derechos
Las mujeres no deberían votar
Las mujeres no deberían trabajar
Las mujeres no deberían boxear
Las mujeres no deberían sufrir discriminación nunca más
Imagen: UN Women

 

 

 

www.unwomen.org

Las mujeres tienen que
Las mujeres tienen que estar en su sitio
Las mujeres tienen que saber el lugar que les corresponde
Las mujeres tienen que estar controladas
Las mujeres tienen que ser disciplinadas
Las mujeres tienen que ser vistas como iguales
Imagen: UN Women.

 

 

las mujeres deberían las mujeres deberían quedarse en casa las mujeres deberían ser esclavas las mujeres deberían estar en la cocina las mujeres deberían estar calladas en la iglesia las mujeres deberían tener derecho a tomar sus propias decisiones Fuente: UN Women

las mujeres deberían
las mujeres deberían quedarse en casa
las mujeres deberían ser esclavas
las mujeres deberían estar en la cocina
las mujeres deberían estar calladas en la iglesia
las mujeres deberían tener derecho a tomar sus propias decisiones
Fuente: UN Women

 

¿Qué buscas cuando buscas -en google o fuera de google- a una mujer?

 

Belén de la Banda es periodista y trabaja en el equipo de comunicación de Oxfam Intermón

Agente secreta

Por Belén de la Banda @bdelabanda

Estoy disfrutando mucho la lectura de verano de la última novela de Ian McEwan, titulada en inglés Sweet Tooth, que en español está editada por Anagrama bajo el título de Operación Dulce. Una historia personal, la de la joven agente del MI5 Serena Frome, a quien su habilidad para las matemáticas y su buen gusto literario sirven de extraño camino para entrar en el servicio secreto, lo que permite al autor británico llevarnos a la versión cultural de la guerra fría a finales de los 60 y principios de los 70.

Portada de la edición inglesa de Sweet Tooth, Operación Dulce, de Ian McEwan.

Portada de la edición inglesa de Sweet Tooth, Operación Dulce, de Ian McEwan.

Más allá de la verosimilitud o no de la historia –hay que reconocerle a McEwan que se documenta hasta el extremo, como muestra la lista de títulos finales- y que eso le ha costado no pocos disgustos ajenos a lo literario, como en el caso de Expiación-, la lectura de este libro es deliciosa, se mire por donde se mire.

McEwan muestra hasta qué punto la mayor parte de los espías son poco más que chupatintas durante su tiempo de oficina, y cómo reproducen en su fuero interno los peores hábitos del bloque soviético (secretismo, delación, jerarquismo hasta los límites del ridículo) mientras trabajan sobre la materia prima del sufrimiento en Irlanda del Norte o la represión en el bloque soviético.

La mezcla de hechos reales, rutinas laborales, personajes inovidables, el estado de emergencia en la Gran Bretaña de los primeros años 70… Lo mejor de todo son los protagonistas. Serena tiene pocas referencias de otras mujeres que hayan estado en su situación, y lo que ve a su alrededor es que sólo se valora la disciplina silenciosa.

No me gustaría estropear el libro a nadie, mientras está en proceso de publicación en español –me pregunto cómo traducirán el juego de palabras del título- , pero sí hablar de un aspecto útil para cualquier carrera profesional: el manido prejuicio, que ya en los 70 parecía estar en su apogeo, que pregona la incapacidad de las mujeres para separar su vida personal de la laboral. Mi experiencia es que es un problema –o una oportunidad- de las personas, no sólo de las mujeres. Y que cuando la separación se sublima, es cuando más se tocan los dos ámbitos por los extremos. Una de las posibles lecciones del libro, plasmadas en varios personajes, va en esa dirección. El bagaje personal que cargamos nos hace anodinos o brillantes. Nos coarta o nos da alas, para bien o para mal.

Una novela gruesa, de las buenas para leer sin prisa,  y que da muchas pistas para reflexionar contra los prejuicios, también los que señalan una y otra vez las diferencias entre hombres y mujeres en el entorno laboral, por peculiar que éste sea. Un dulce bocado para leer en verano.

 

Belén de la Banda es periodista y trabaja en Intermón Oxfam