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No es no. Y una violación es una violación

Por Lula Gómez

Señoros jueces: voy a consultar simplemente con la RAE por si puede ayudarles a entender qué es una violación. Porque hay algo que todas hemos entendido, y a ustedes parece que les cuesta.

Para ello me acojo a las palabras que recoge la sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Navarra, los hechos probados que sufrió una mujer de 18 años por parte de cinco hombres durante la fiesta de San Fermín 2016. La víctima se sintió ‘impresionada y sin capacidad de reacción‘, con ‘un intenso agobio y desasosiego, que le produjo estupor y le hizo adoptar una actitud de sometimiento y pasividad, determinándole a hacer lo que los procesados le decían que hiciera, manteniendo la mayor parte del tiempo los ojos cerrados’. En los vídeos, la joven violada aparece ‘agazapada, acorralada contra la pared por dos de los procesados‘, y expresando ‘gritos que reflejan dolor’.

Imagen de Alex Rodríguez Santibáñez (detalle)

 

“Acorralada”. Definición 1: encerrar o meter el ganado en el corral. Definición 2. Encerrar a alguien dentro de estrechos límites, impidiéndole que pueda escapar. Definición 3. Dejar a alguien confundido y sin tener qué responder. Definición 4. Intimidar, acobardar.

“Someter”. Definición 1: sujetar, humillar a una persona, una tropa o una facción.

“Agobio”: sofocación. Angustia.

“Agazapada”. Agacharse como lo hace el gazapo cuando quiere ocultarse de quienes lo persiguen.

Si a esto le sumamos que ella estaba –tal y como recogen los hechos- “sin capacidad de reacción”, “contra la pared”, “con gritos que expresan dolor” y en “situación de sometimiento y sumisión” eso es una violación en toda regla.

Y aquí vuelvo a la RAE:

“Violación»: Tener acceso carnal con alguien en contra de su voluntad o cuando se halla privado de sentido o discernimiento.

Lo terrible de este caso, por el que nos han violado a todas, es que aquí no se ha juzgado a estos hombres que a la fuerza y abusando de su superioridad física y numérica, introducen a una joven en un portal sin su consentimiento. Lo bárbaro es que se la ha juzgado a ella y lo peor, estamos dando carta blanca a los violadores para que sigan utilizando los cuerpos de las mujeres como si fueran propios.

Yo, y todas nosotras, que sí somos manada #NosotrasSomosLaManada no vamos a parar hasta que esto se revierta. Nuestro mensaje para la víctima es: te creemos. No nos importa, como parece que sí a la justicia patriarcal, que no enfatizases el uso de la violencia: estabas sometida, agobiada, aterrada… No hay más que explicar. Qué exquisitas, sus señorías, de repente cogiéndose a la semántica para aducir que solo utilizaste el verbo ‘obligar’ una vez: Nos basta con tu ‘me hicieron algo que yo no quería hacer’.

No vale juzgar a la víctima, no vale perseguirla, no vale espiar sus redes sociales para ver si ella hacía ‘vida normal’ tras tan salvaje atropello, no vale cuestionar si ella estaba borracha. No podemos aceptar volver a tener que escuchar exabruptos como los del magistrado González al escribir que vio en ella vestigios de jolgorio y regocijo. ¿De qué habla? Y más: ¿A quién juzga, a ella o a ellos? ¿Qué ojos hay que poner ante unas bestias que abusan de su fuerza, te roban el móvil, te vejan y graban y difunden el horror?.

  • Señoros: dícese de cierto tipo de hombres de comportamientos sexistas y con una visión del mundo tradicional y patriarcal. Son peligrosos, mandan, actúan bajo estereotipos y se sienten amenazados por el simple hecho de que una mujer sea consciente de sus derechos, y los reclame. (Esta definición todavía no está en el diccionario, pero llegará: se la regalamos a la RAE)

Lula Gómezescritora y periodista todoterreno. Dirige su propia agencia de comunicación desde la que propone contenidos, edita, crea y ejecuta ideas de comunicación. Ha escrito el libro y dirigido el documental Mujeres al frente, la ley de las más nobles, sobre siete protagonistas de la historia reciente de Colombia. Actualmente colabora con el equipo de comunicación de Oxfam Intermón. 

Juana Biarnés: la primera fotoperiodista

Por Beatriz Pozo Bea Pozo

‘Mi padre me dijo: te has metido en un mundo muy difícil. España no te va a entender. España no está preparada para una mujer fotógrafo, ni una mujer médico ni una mujer abogado. Todo esto es un terreno que hay que ir ganando poco a poco. Espero que no te vengas abajo y que luches para conseguir lo que te has planteado’

Juana Biarnés dice que a ella no le gustaba la fotografía. Simplemente empezó ayudando a su padre, que era fotógrafo deportivo, y luego se  ‘enamoró de la profesión’. Resulta una afirmación un poco sorprendente cuando quien lo afirma es considerada la primera fotoperiodista de España.

Juana Biarnés, en una imagen del proyecto del proyecto de Crowdfunding para un documental sobre su trayectoria.

Juana Biarnés, en una imagen del proyecto del proyecto de Crowdfunding para un documental sobre su trayectoria. Imagen: Verkami

Empezó a trabajar en los años 60, para el diario Pueblo. Durante 22 años se dedicó a retratar  famosos y a realizar reportajes de actualidad. Se coló en el avión de los Beatles, una aventura digna de la película ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’, y luego los siguió hasta su habitación de hotel; fingió ser un matrimonio junto a un compañero para convencer a Roman Polansky de dar un paseo en barca, mientras ella le hacía fotos desde un balcón; y Clint Eastwood la besó en los labios.

No obstante, no todo en su carrera fueron anécdotas divertidas. ‘Fui una incomprendida y tuve muchas dificultades’. El suyo era considerado un trabajo de hombres y más en una época en la que la mujer estaba sometida al varón y eran pocas las profesiones a las que estaba bien visto que se dedicaran. Lo pasaba especialmente mal en los campos de futbol, donde era increpada tanto por los ‘grises’ como por la grada. Además, ‘no me dejaban entrar a nada que fuera oficial, nada en lo que hubiera políticos o ministros (…) En las cortes y en sitios así siempre me echaban fuera’.

Sin embargo, esto, como todo, cambió al cabo de unos años. ‘Casi en los 70 lo empezaron a entender, porque todo evolucionó mucho. Mi director, Emilio Romero, tuvo varias broncas con el ministerio y les preguntó que por qué daban un carnet de prensa si luego no lo dejaban utilizar. Entonces ya pude asistir como fotógrafo al juramento del príncipe Juan Carlos’   En esa misma época, otras fotógrafas empezaron a trabajar en la redacción. ‘Hubo como una especie de revolución femenina’ y Juana desde su posición privilegiada pudo retratarla.

Con la cámara en mano se convirtió en una testigo excepcional de la sociedad española de los 60 y 70. Pudo hacer reportajes a  las primeras médicas, a las primeras abogadas y, en resumen, captar la evolución y ‘la mejora’  de España. De eso  trata la exposición que se le ha dedicado estos días en su Terrassa natal, a la que se une un documental, titulado ‘Una fotógrafa entre hombres: La historia de Juanita Barnés’ y  financiado por crowdfunding, que narrará la historia de esta pionera del fotoperiodismo.

Joana Biarnés, en una reciente exposición de fotografía. Imagen:

Joana Biarnés, en una reciente exposición de fotografía. Imagen (c) Judesba (Wikipedia)

Juana abandonó la profesión en los años 80, por causa del amarillismo.  ‘Yo he hecho un periodismo sincero, un periodismo de verdad y como esto había empezado a basarse en mentiras  decidí que no, que mi dignidad no me permitía seguir en esta profesión’. En su lugar abrió un restaurante en Ibiza, el Cana Joana, por donde pasaron muchos de los personajes que, años antes, retrataba con su cámara.

Beatriz Pozo es estudiante de periodismo y comunicación audiovisual. Colabora como voluntaria con el equipo de comunicación de Oxfam Intermón.

Carmen Sarmiento y la mitad del mundo

Por Charo Mármol Charo Mármol

Hace días tenía que preparar un artículo para el 8 de Marzo, día Internacional de la Mujer Trabajadora, y se me vino a la cabeza una de las pioneras en sacar a la luz muchas realidades de mujeres: la periodista de TVE Carmen Sarmiento, que tantas veces nos ha acercado con su trabajo a las mujeres de aquí, de España, y a las de cualquier parte del mundo. Y de pronto la eché en falta, eché en falta su voz en la televisión pública, esa televisión que ahora nos llena las tardes con un programa donde nos acerca a las personas que viven el dolor de la injusticia, pero no se pregunta por las causas de esa injusticia. Eché en falta los programas de Carmen porque ella, cuando entonces nadie lo hacía, nos acercó a los pueblos del Sur: a los hombres, a los niños… pero sobre todo a las mujeres, ‘el Sur de todos los Nortes’, le gusta decir a ella cuando se refiere a las mujeres.

Carmen Sarmiento con un grupo de mujeres en India. Imagen: Charo Mármol

Carmen Sarmiento con un grupo de mujeres en India. Imagen: Charo Mármol

Hoy, sin que sea 8 de marzo, quiero hacer un pequeño homenaje a esta luchadora por los derechos de todos los seres humanos pero sobre todo de las mujeres. He tenido el privilegio de trabajar con ella en ‘Los excluidos’, las dos últimas series que hizo en TVE antes de jubilarse.

Carmen fue la primera reportera de guerra en  TVE, en un mundo predominantemente masculino, aún hoy lo es, y con muchas dificultades para una mujer. Su lucha por la igualdad también la ejercicitó dentro de ‘la casa’ como llamaban los trabajadores a TVE. Y esto, soy testigo, le costó algún que otro disgusto. Empezó desde muy joven como subdirectora del ya mítico programa Informe semanal, que ahora  este gobierno, después de décadas de gran audiencia e innumerables premios, ha desterrado a un horario de medianoche. Hizo entrevistas a grandes personajes tanto en la vida social y como en la política. Se jugó la vida y estuvo a punto de perderla  en más de una ocasión: en la emboscada de Nicaragua, en Brasil donde estuvo detenida, en Colombia secuestrada, en Guatemala… Todo esto lo cuenta en sus libros y forma parte de la memoria informativa de muchas personas.

Ha recibido innumerables  premios como reconocimientos a su trayectoria y a su coherencia de vida. Uno de estos reconocimientos llegó en 1992, cuando el VIII Festival de Cine realizado por Mujeres» le concede el Premio al Mejor Documental  por su programa ‘Perú, la cólera del hambre’ de la serie ‘Mujeres de América Latina’. Este programa fue igualmente galardonado en 1993 en el Concurso de Televisión de los Encuentros de los Medios de Comunicación Norte-Sur, celebrado en Ginebra. Paradójicamente, mientras cosechaba premios fuera, Carmen hacía pasillos, castigada en TVE.

Su trabajo ha marcado su vida, pero  también la de muchas otras personas. Personas que nos hemos ido encontrando a lo largo de nuestros viajes. Como un jesuita menorquín, arquitecto. Cuando nos encontramos con él en Camboya, nos contó que ante la visión de ‘Los Marginados’, una de las serie más vistas de Carmen, decidió hacerse jesuita y marcharse a misiones para trabajar por un mundo más justo y humano.

O como tantas y tantos periodistas que nos hemos encontrado y que le han dicho: ‘Yo me he hecho periodista porque quería ser como tú’. O aquella mujer mayor, analfabeta en Valencia, que aprendió a leer motivada por los programas de Carmen… Seguramente ha hecho por las mujeres, por el feminismo y por la igualdad entre hombres y mujeres mucho más de lo que ella misma es capaz de llegar a pensar.

Pero hay otra cosa que quiero subrayar: su capacidad de conmoverse ante el dolor, la pobreza y la injusticia, a pesar de los años que ha llevado en contacto directo con ella. A Carmen el contacto con la pobreza, muchas veces miseria, no le ha endurecido el corazón. Al contrario, creo que la ha llevado a mirar al mundo con pasión y con compasión.

Carmen ha luchado por los pobres, por los excluidos, o como ella dice, por los mineros de Asturias, pero lo que ha diferenciado  el trabajo de Carmen de otros muchos profesionales ha sido su lucha por mirar y contar la vida a través de los ojos de las mujeres, las más excluidas entre los excluidos.

Charo Mármol es comunicadora, feminista, militante de causas perdidas y autora de la mecedora violeta

Cuesta abajo en camioneta: la experiencia de Becky Blanton

Por Gema Castilla Gema Castilla

Quería compartir con vosotros la experiencia de vida de una escritora y periodista estadounidense, Becky Blanton. La he conocido gracias a una charla TED donde cuenta su experiencia cuando se convirtió en una persona trabajadora pero sin hogar en EE.UU., eso le mostró como alguien puede convertirse en invisible para la sociedad y sentir su vida fuera de control.

Becky planeó ilusionada vivir en su camioneta durante un año, recorriendo su país para conocerlo a fondo, pero tras el fallecimiento de su padre, sufrió una terrible depresión y vio como su trabajo como periodista tocó su fin. Su roadtrip  se convirtió en una situación extrema, donde todas las fichas de dominó iban cayendo.

La sociedad, explica Becky, cree que vivir en una estructura de hogar permanente (da igual la calidad de la misma) representa tu valor como persona, pero no debería ser así. Lo que ella quiere decir es que juzgamos a alguien por el lugar donde vive, ya sea un apartamento o una cabaña. Seguimos estigmatizando a las personas que viven en sus coches, en casas de materiales de baja calidad o en la calle.

Porque desgraciadamente podemos ver con frecuencia en los medios de comunicación, los acontecimiento de odio y rechazo que sufren estas personas cada año. Pero  no deberíamos criminalizar el sinhogarismo, porque aunque estas personas no tengan hogar, tienen una vida.

Becky Blanton con su furgoneta, su perro y su gato. Imagen publicada en writersdigest.com

Becky Blanton con su furgoneta, su perro y su gato. Imagen publicada en writersdigest.com

Me quedo con dos frases clave de Becky: ‘el sinhogarismo es una actitud, no un estilo de vida’. Y con ‘las personas no son donde viven, donde duermen o cuál es su situación de vida en un momento dado’.

Os invito a invertir siete minutos de vuestro tiempo y escuchar la emotiva historia de esta mujer que luchó por volver a ser lo que era, conseguir un empleo de nuevo y devolver a su vida ilusión por vivir.

 

Todos deberíamos luchar contra la exclusión, la discriminación y ante todo, contra los prejuicios. Construyamos en común una sociedad para todas las personas, sin juzgar a nadie.

Gema Castilla trabaja en RAIS Fundación, entidad que trabaja por la integración sociolaboral de personas sin hogar.